Por Gustavo Espinoza M.
La sangre de Paul Flores, el cantante del conjunto norteño Armonía 10, fue el inicio de la crisis reciente que se expresara en diversos episodios y encontrara su fase más alta con la censura al titular del Interior por parte del Congreso de la República, y la gigantesca movilización del 21 de marzo.
Entre una y otra circunstancia, ocurrieron distinto hechos que reflejaron puntualmente la severa dolencia por la que atraviesa el país y que amenaza prolongarse como si el Perú viviera en un oscuro callejón sin salida.
En realidad, el luctuoso suceso ocurrido en San Juan de Lurigancho en la madrugada del 15 de marzo, conmocionó a todos. Y sublevó a un segmento particularmente sensible y cálidamente acogido por la opinión ciudadana: los artistas. El gobierno no tuvo respuesta, y sus voceros optaron simplemente por callar. El domingo 16, el país lució en silencio, como la tumba de un cementerio.
Cuando la convocatoria a la marcha del 21 de marzo comenzó a tomar cuerpo, el régimen buscó deslegitimarla. Acusó a los convocantes asegurando que estaba siendo “politizada”, como si la política fuese patrimonio exclusivo de los ministros y como si esperara que los Partidos de Izquierda enmudecieran tal vez por miedo. Nadie le hizo caso.
Después optó por calificar de “caviares” a los promotores de la movilización, tal vez creyendo que de ese modo todos los que no se consideren bajo ese signo, se apartarían del llamado. Tampoco eso le dio resultado.
En el extremo, presionó a los grupos musicales para que renunciaran a participar en el evento, y logró persuadirlos bajo promesas falsas en una primera instancia. la mentira cayó pronto y en las primeras horas del 21, estos colectivos ratificaron su voluntad de estar presentes en las calles. Y así ocurrió.
Ellos desestimaron incluso una invitación tramposa que les cursara la vicepresidenta del Congreso Patricia Juárez para que se reunieran con los jefes de la Dirincri a la misma hora de la Marcha a fin de “coordinar propuestas” orientadas a proporcionar “seguridad” a los grupos musicales. Nadie pisó el palito y todos fueron a la marcha a una sola voz.
Por eso fue grandiosa, al extremo que no la pudo ocultar la Tele. Solo en Lima se coparon las principales avenidas y calles del Centro Histórico, pero la manifestación se desarrolló en todo el país. En todas partes la multitud rugió vibrante.
Como última carta se puso en juego la más deplorable de las “jugadas” del oficialismo; se aseguró que la marcha se había tornado multitudinaria porque era “contra el crimen”. Nadie pudo ocultar, sin embargo, que las consignas coreadas por la multitud, fueron dos: “¡Dina asesina!” y “¡Fuera Dina…!
La votación parlamentaria fue concluyente Como en otras ocasiones, los congresistas más débiles se doblegaron y optaron por la censura. Algunos resistieron y otros -como Waldemar Cerrón y “Puka” Bellido, simplemente huyeron.
Poco después, el congresista Cueto, sugirió el desmantelamiento de varios ministerios: el de Cultura, Medio Ambiente y la Mujer. Así trajo al recuerdo la tristemente célebre frase de Joseph Goebbels: “cuando escucho la palabra cultura, saco mi pistola”. El fascismo subyace en la memoria.
El lunes 26 se perfiló el rostro del nuevo Titular de Córpac. Aunque su nombre no fue barajado, en realidad su designación era previsible, se trataba del segundo de a bordo, del viceministro en el despacho de Santiváñez. Por lo demás, reunía el requisito consustancial a cualquier alto representante del régimen: tenía antecedentes penales. En el caso, fue sancionado por Peculado en el 2020, pero luego denunciado por alimentos. Bagaje completo.
Apenas trascendió el peso de la Mochila del nuevo ministro, la Boluarte puso en marcha una más reciente maniobra: adelantó la convocatoria a elecciones para el 12 de abril del 2026. Fue apenas un manotazo para cambiar el curso de la corriente, para asegurar que se hable de “otra cosa”, y no de los antecedentes del ministro Diaz. Ahora, en efecto, el debate es otro: cómo serán las elecciones. Sin duda, las más cuestionadas de la historia.
Es claro que lo que se busca en los comicios, es hacer trampa dispersando votos, dividiendo al electorado, inhabilitando a posibles adversarios, modificando las normas electorales, incrementando la confusión, el caos y el desconcierto hasta en el momento del sufragio, para que nadie sepa cómo, ni por quién, votar.
Por lo pronto, el Congresista Alejandro Cavero presentó una “iniciativa parlamentaria” para suspender por 10 años a Pedro Castillo en sus derechos ciudadanos. No le basta una condena a 34. Necesita algo más, maniatarlo mientras tanto. Y es que las encuestas dicen que Castillo va adelante.
Lo que el régimen busca ocultar, es que la procesión va por dentro. En el país, se recuerda la carne podrida entregada a los niños, el suero defectuoso que causa muertes, las carreteras deshechas en las que perecen decenas de peruanos, los colegios “Pitágoras” se ven forzados a suspender incluso sus clases virtuales por temor a los extorsionadores, los puentes se desploman, los techos de los centros comerciales se caen, el miedo que impera.
Y algo más, los colectivos musicales que convocaron la marcha del pasado viernes 28, suspendieron la rueda de prensa del día anterior por que “recibieron amenazas ” de los extorsionadores” ¿El Ministerio del Interior tendría algo que ver en el asunto?
Ya Patricia Muriano presentó su declaratoria ante la Fiscalía. Ya convalidó los cargos sustentados contra la Boluarte. Ya se viene la Vacancia con mucha esencia y poco ruido. Y esa será, finalmente, la secuela de la crisis.
Dina Boluarte dijo que sacando a un ministro no se resolvería el problema de la inseguridad ciudadana. Y en eso, tuvo razón. No basta sacar a un ministro, sino a todos, y a ella también. Entonces se podrá hablar de un primer paso para combatir la delincuencia y recuperar la seguridad ciudadana