Escribe: Milciades Ruiz, Perú
El ejecutivo que, según IPSOS, tiene a noviembre, una desaprobación ciudadana del 83%, ha propuesto al Legislativo, cuya desaprobación es del 82%, un proyecto de ley para declarar el 7 de diciembre, fecha del fallido golpe de estado del deshonesto Perico Castillo, como “Día de la Institucionalidad, del Estado de Derecho y la Defensa de la Democracia”. Antes, ya lo había sugerido el fujimorismo. Veamos:
De aprobarse, se perennizará “in memoriam” un hecho nefasto que debería pasar al olvido. Pero, en politiquería, se suele utilizar como este, casos como este, para generar el culto a una institucionalidad repudiada por la población, tratando de lavarle la cara, sin importar el agravio al sentir popular. Las élites políticas se zurran sobre sus electores y el pueblo en general, porque se sienten protegidas por un estado de derecho aberrante.
El reporte del INEI, órgano oficial del estado, nos dice en su informe: “Perú: Percepción Ciudadana sobre Gobernabilidad, Democracia y Confianza en las Instituciones” enero – junio 2023, que más del 50% de peruanos perciben como mayor problema de la institucionalidad, el estado de derecho y de la democracia, la corrupción de los organismos del estado, incluyendo poder ejecutivo y legislativo:
Nos dice además que, las peores instituciones en las que no confían son los partidos políticos, el Parlamento que hemos elegido, poder judicial, y otras instituciones como podrán apreciar en el siguiente gráfico oficial:
Pero también, la población califica la gestión de todas las instituciones gubernamentales en todos los niveles del país, como mala o, muy mala. ¿A esta institucionalidad le vamos a rendir homenaje?
Ni qué hablar del sentimiento nacional por la seudo democracia.
No muestro mayores detalles para no amargarles la vida.
Hemos heredado una institucionalidad que viene desde la implantación del modelo republicano hace más de doscientos años. Esta institucionalidad, es ya obsoleta en gran parte y se necesita una adecuación a las actuales circunstancias del siglo XXI, pues colisiona constantemente con el sentir de la mayoría nacional.
Los dominadores coloniales, convertidos en dominadores republicanos, sentaron las bases de la organización política y social del Perú, en función a sus intereses, segregando totalmente a los dueños originarios del territorio nacional. Lógicamente, se erigió una estructura de poder económico y político, para asegurar su predominio, generando un estado de derecho segregacionista.
Sobre esa base, los descendientes que heredaron el poder han venido modificando ese estado de derecho, pero siempre manteniendo la estructura de su dominación política, económica, cultural, jurídica, etc. Tenemos así, una institucionalidad política, cultural, educativa, religiosa, judicial, electoral, e informativa, que responde a ese sistema de dominación bicentenaria segregacionista.
La pobreza se ha institucionalizado. De “cajón” sabemos los derechos y deberes que les corresponden a las personas de esta condición. También sabemos que no tienen derecho a igualarse socialmente con las elites de la dominación. La democracia no es para ellos, ni la oficialidad militar, reservados solo para quienes proceden de alcurnia colonial. Sabemos cuál es el sitio habitacional de los segregados, ya que no tienen derecho a deslucir los lugares exclusivos de los “mistis” aristócratas.
De nada sirve protestar ni reclamar justicia. Es imposible que los segregados rompan la estructura de poder pues, tienen barreras económicas que los ataja, barreras educativas que los limita, barreras sociales impenetrables para ellos, barreras contra el empleo digno, y barreras políticas reservadas solo para las cúpulas. Pueden ser campeones mundiales en ajedrez en matemáticas, en deporte popular, en producción de café de calidad, pero su sitio social, es su sitio, allá abajo, del que no podrá salir porque el pozo es estructural.
Pero esta estructura republicana, ya no se ajusta a las actuales condiciones históricas y tarde o temprano será derribada, pese a los muertos del martirologio. Siendo un asunto estructural, que condiciona nuestras vidas, de nada servirá decirle basta a los herederos del colonialismo que manejan el país. Sus reglas las imponen convirtiendo en población zombi a los dominados, mediante la manipulación mediática.
La estructura de gobierno y organización social que repudiamos, se gestó en condiciones muy diferentes a las de la actualidad. Si queremos cambiar la institucionalidad maligna, tendremos que luchar por romper la estructura de dominación punto por punto. Conquistar el poder local es una opción popular y punto de partida para avanzar hacia niveles superiores. No permitir que desde la capital se impongan candidatos de cúpulas afuerinas. Salvo mejor parecer.
Noviembre 19-2023.
Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com