Por Gustavo Espinoza M.
Dice la leyenda que antes de la tormenta, se suele oír el rugido de los dioses. En este caso, hubo rugido, si; pero no tormenta. Los dioses del Olimpo Parlamentario gritaron antes, pero no desataron su ira. La “Prensa Grande” dijo que hablaron en voz baja. Sin embargo, no se puede negar que el enrarecido clima político nacional, se ha agravado aún más.
En realidad, han ocurrido tres fenómenos que han incidido significativamente para que esto suceda: la conducta de los voceros de la ultra derecha que han “calentado” el escenario con acusaciones violentas y cargos extremos; el papel de los medios de comunicación empeñados en una guerra de demolición contra el Jefe del Estado; y la ofensiva de la Fiscalía y otras estructura de ese corte, que insisten en acumular denuncias contra todo lo que sea cercano al Presidente en el cantado ánimo de desacreditarlo, hasta hacerlo caer.
Se ha puesto de moda eso que algunos llaman un Lawfere; término que sirve para describir un procedimiento perverso mediante el cual se diseña un conjunto de presuntos delitos, se organiza un poder persecutorio y se precisa una víctima a la que se busca destruir a cualquier precio.
Se trata de una variante de la judicialización de la política, que comenzó en nuestro continente cuando se acusó a Ignacio Lula Da Silva, en Brasil, y se le llegó a condenar con penas infamantes, y sin ningún sustento real.
Cuando pasó el vendaval y fue posible reconstruir los hechos, pudo establecerse la falsedad de los cargos esgrimidos contra quien fuera el primer Presidente Obrero de ese enorme país. Luego de algunos años en injusta carcelería, Lula reivindicado, asoma hoy como el más popular de los políticos y el próximo Jefe del Gobierno en la Patria de Prestes.
Es claro que la ultra derecha fracasó ya en sus varios intentos por desestabilizar al régimen de Pedro Castillo. En realidad no le faltaron nunca ganas de lograr ese objetivo. Lo que le faltaron, fueron razones; y por ende, fuerza, entendida ella como un resuelto apoyo cívico.
Durante doce meses -pronto serán trece- sus voceros, dentro y fuera del Poder Legislativo, se empeñaron a fondo por lograr ese propósito. Por eso, no se les puede mezquinar reconocimientos ni adjetivos a congresistas y a políticos desfasados que alzan la voz y usan imprecaciones violentas y agresivas no para convencer a nadie sino para mostrar el odio y la impotencia que les carcome las entrañas.
Ellos, que acusan al Presidente del Consejo de Ministros de “incitar a la violencia” y hacen discursos filisteos contra ella, no sólo incitaron a la violencia la tarde y noche del 5 de abril del 2022; sino que, además, la llevaron a la práctica sembrando el pánico, la zozobra y el caos en el centro de Lima como una forma de expresar su “protesta” contra el Gobierno.
Como se recuerda causaron daños cuantiosos incluso a centros comerciales a los que nunca repararon. No obstante –y pese a que muchos de los autores de estos latrocinios fueron identificados, ninguno fue detenido ni procesado, quedando más bien en evidencia la parsimonia de un Gobierno que objetivamente no sabe defenderse
Y es que no sólo hicieron uso de ella en esa aciaga circunstancia, sino que la ejercen constantemente a través de bandas Neo Nazis, como “La Resistencia” y otros grupos sediciosos, que atacan viviendas, golpean personas y persiguen adversarios por calles y avenidas; contando para ese efecto con una suerte de impunidad garantizada por segmentos del Poder Judicial, que acaban de desestimar denuncias presentadas contra ella arguyendo una increíble “falta de pruebas”.
El papel de la prensa en esa ofensiva, ha sido evidente. Las presentadoras de la Tele en los Canales más asentados es por cierto indicativo. Milagros Leiva, Beto Ortiz, Phillips Butters, Rosana Cueva, Mávila Huerta y otras; no cumplen su función presentando noticias, sino que dedican los programas que tienen a su cargo para “convencer” a los que pueden, de una “razón” que no les asiste.
Pero en la mayoría de los casos, lo hacen, valiéndose de un lenguaje procaz, simplemente obsceno, sin el menor respeto por la investidura presidencial. Denigran al Jefe del Estado con injurias que no serían toleradas en ningún otro país.
Y el Ministerio Pública suma a todo ello, sin respeto alguno por los procedimientos legales formalmente reconocidos. No sólo acusa por doquier, sino además, pareciera entregar a los medios de comunicación información reservada -y sin investigar- para que sea difundida y divulgada en forma escandalosa.
Por eso los “dominicales” muestran “primicias” en torno a las que especulan groseramente. Así se ha extendido la investigación a toda la familia del Jefe del Estado, incluyendo a su esposa e hijos
Y a todos, se busca usarlos como “colaboradores eficaces” bajo una única condición: que acusen a Pedro Castillo de ser “el Jefe Supremo de una Organiza Criminal”. De ese modo, los liberará de cualquier culpa o sentencia que se les pudiese dictar.
En este marco, lo único que falta –y seria la tapa de la bombonera- es que el llamado “camarada José” se entregue en el VRAE, y se acoja a la “colaboración eficaz” afirmando que “coordinaba acciones” con Castillo.
Claro que el gobierno, “pone lo suyo” para desacreditarse Le negativa a ratificar el Acuerdo de Escazú en defensa del Medio Ambiente y la ruptura con el Estado de Sajarahui y la designación de Rodríguez Mackay en la Cancillería, suman puntos para la desconfianza y alienta el rugido que antecede a la tormenta.
No obstante, todo ha servido para que se perfilen más nítidamente los campos. La gente, las organizaciones sociales y las fuerzas más avanzadas, van tomando finalmente conciencia de la imperiosa necesidad de cerrar paso al Golpismo.