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Pedro Castillo: los primeros 100 días de gobierno y la confianza del Congreso

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Imagen: El presidente peruano Pedro Castillo pronuncia un discurso durante una ceremonia el 29 de julio en Pampa de la Quinua, Ayacucho, donde se ganó la última batalla contra los realistas españoles en 1824. (ERNESTO BENAVIDES/AFP vía Getty Images)

Jacobin

ALEJANDRA DINEGRO M.

100 días agitados que concluyen con el voto de confianza en el Congreso y, al mismo tiempo, con la fractura de la bancada oficialista.

Los primeros 100 días de un gobierno siempre generan mucha expectativa. Más aún en el caso de Perú y el presidente Pedro Castillo, por los acontecimientos que han acompañado de manera accidentada su gestión, en un contexto marcado por la crisis sanitaria del COVID-19, las demandas sociales, la necesaria reactivación económica, la continua crisis política con fuerzas opositoras y ahora con la propia bancada de gobierno.

La oposición de derechas: en búsqueda de la vacancia

El profesor Pedro Castillo asumió el gobierno en medio de una actitud extremadamente hostil por parte de la oposición de derecha, quienes, entre julio a octubre, han pasado de no aceptar los resultados electorales -dilatando el proceso de transferencia de gestión a través de diversas argucias legales, con el fin de impugnar actas, y amenazando con judicializar a cientos de ciudadanos en aquellos lugares donde la votación le fue adversa- a encabezar una tentativa vacancia presidencial de corto plazo.

Esta intención queda en evidencia a través de algunos hechos que han salido a la luz pública a través de informes periodísticos y programas dominicales, así como en las múltiples convocatorias a movilizaciones que exigen la vacancia del presidente, y donde participa activamente el grupo extremista vinculado al fujimorismo denominado “La Resistencia”.

Por ejemplo, el pasado 19 de octubre, el medio periodístico El Foco reveló cómo un grupo de empresarios peruanos, afiliados a la Sociedad Nacional de Industrias, coordinan una serie de acciones que van desde la presión por el cambio de ministros hasta el financiamiento de algunas protestas, con el fin de boicotear al gobierno de Pedro Castillo.  En el informe se menciona que pocos días después de que el presidente Castillo asumiera la presidencia se formaron chats de empresarios con el fin de elaborar estrategias para derrocar al gobierno. Uno de esos chats se denomina la «Cofradía del Pisco», cuyos integrantes, según El Foco, se reúnen una vez por semana en clubes y restaurantes.

A través de las capturas de pantalla de dicho chat se puede identicar a José Luis Silva Martinot, exministro de Turismo, y a Magali Simon Kassis y Bruno Alecchi Ciamarra, directivos de la Sociedad Nacional de Industrias, quienes a su vez mencionan al actual presidente del gremio empresarial, Ricardo Márquez, la misma persona que viajó a Estados Unidos junto al presidente y participó en las reuniones con la Cámara de Comercio norteamericana. Ese mismo día, a través de sus cuentas de redes sociales, dicho gremio se deslindó de las opiniones personales de sus asociados.

El 20 de octubre, el excandidato presidencial Rafael López Aliaga, quien fue denominado «el Bolsonaro peruano» por sus propuestas ultraconservadoras, publicaba a través de su cuenta de Twitter: ¡Vacancia ya!, luego de que el Poder Ejecutivo presentara una propuesta de reforma constitucional sobre la cuestión de confianza y la vacancia presidencial. Con ese mismo tono, volvió a sugerir lo mismo el último domingo de octubre en el programa dominical Sin Medias Tintas.

El 22 de octubre, el congresista Esdras Medina, integrante de la bancada opositora Renovación Popular, no titubeó al señalar como posibilidad la vacancia presidencial, si el gobierno no resuelve los errores que él considera que está cometiendo. Sobre todo, los vinculados a la designación de ministros con un pasado «cuestionable» o que supuestamente no están capacitados para ejercer dichos cargos públicos. Una semana después, el parlamentario Luis Aragón señaló que «la calle también pide la vacancia presidencial», luego de que el presidente declarara, en la ciudad de Tacna, que sería el pueblo quien decidiría el cierre del Congreso.

Bancada fracturada

El congresista por Cusco, Guido Bellido, juró al cargo de Presidente del Consejo de Ministros el 29 de julio de este año, un día después de la toma de mando de Pedro Castillo. El evento se llevó a cabo de manera simbólica en la Pampa de la Quinua, en la región Ayacucho. Ese mismo día, casi a la medianoche, juramentó el resto del gabinete, con la excepción de los titulares de los Ministerios de Economía y Justicia. Ambos se retiraron de la sede y trascendió la información de que no estarían de acuerdo con la designación del premier Bellido.

El congresista Bellido representaba en el Gabinete la postura política e ideológica del líder del partido Perú Libre, que llevó a la presidencia al profesor Castillo. La gota que habría derramado el vaso respecto a su permanencia en el gabinete habría sido una publicación donde se dirigió al Consorcio Camisea -que opera el mayor yacimiento de gas en el país- para advertirles de que si no aceptaban renegociar el porcentaje que pagan al Estado, el Gobierno nacionalizaría el gas.

Como consecuencia, diversos sectores políticos de oposición señalaron que eran declaraciones irresponsables que atentaban contra la confianza empresarial que días atrás había cosechado Castillo en una visita a Estados Unidos. En ese contexto, el precio del dólar llegó a su máximo histórico: 4.12 soles.

Luego de diversos debates entre los integrantes del Gabinete, y en un marco de fuerte la presión externa, Guido Bellido renuncia a su cargo el 6 de octubre tras permanecer 69 días como premier. Esta decisión no fue del todo aceptada por el sector más vinculado al Secretario General del partido, Vladimir Cerrón (quien fue calificado por el actual ministro de Justicia como una «mala influencia» para el presidente Castillo). Su hermano y vocero de la Bancada de Perú Libre, Waldemar Cerrón convocó inmediatamente a una reunión de emergencia y horas posteriores se movilizaron hasta Palacio de Gobierno para rechazar la designación de la nueva jefa de Gabinete, la abogada Mirtha Vásquez, y el cambio de siete ministros. Fue la señal de una fractura evidente y explícita entre los integrantes de la bancada oficialista. El sector vinculado a Vladimir Cerrón interpreta dichos cambios como una traición a las principales propuestas de campaña, como la Asamblea Constituyente y la reforma constitucional.

En este contexto, la bancada de Perú Libre emitió un comunicado señalando que no respalda a este nuevo gabinete. Pero no todos los parlamentarios estaban de acuerdo o fueron consultados. Vladimir Cerrón publicó en la página oficial de su partido, el 31 de octubre, una columna donde sugiere que sólo falta oficializar la ruptura porque «la bancada siempre fue expresión de dos nítidos componentes: de la militancia nata del Partido y los aliados del sindicato magisterial», en clara alusión al sector vinculado al Presidente de la República.

El voto de confianza

Los parlamentarios más moderados de la bancada oficialista se expresaron a favor del voto de confianza al nuevo gabinete. El pasado 4 de noviembre, el nuevo gabinete obtuvo 68 votos a favor, 56 en contra y una abstención.

En la misma semana se desarrolló un conflicto social en contra de la minera Antamina y un escándalo que afectó al Ministro del Interior, Luis Barranzuela, quien fue captado por un medio periodístico en una celebración en su casa, a pesar de estar prohibidas por el COVID. El episodio condujo a su renuncia. Es así que, llegado el momento de la votación por el pedido de confianza, se presenció un desenlace lamentable, donde un sector de la bancada de Perú Libre, constituido por 16 congresistas, decidieron votar en contra, mientras que otros 19 de ellos votaron a favor. Quedó así evidenciada una fractura interna entre el bloque «cerronista» y el bloque «magisterial».

Aún no queda claro si el gobierno de Pedro Castillo sentarás las bases para una salida democrática a la crisis de régimen o se permitirán los espacios para los sectores conservadores resuelvan la crisis en otra dirección. No es momento de celebrar. Es momento de sobrevivir en medio del asedio de la oposición de derechas y de la fractura de la bancada cuyo partido ganó las elecciones.

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