por Milcíades Ruiz
La humanidad está aterrada por el Coronavirus que ella misma ha creado. Más estrictamente, lo que sus dominadores, han ocasionado por afán de lucro. Pero no lo miramos así y los causantes quedan libres de toda acusación, esperando que pase la infección para volver a las mismas. Solo vemos la parte más álgida de la explosión, que es la salud, pero no, las otras partes del todo, con sus vinculaciones con otros aspectos del proceso que, desde hace tiempo viene desarrollándose y no nos damos cuenta.
El calentamiento planetario, es determinante para los trastornos de nuestro hábitat, como el que tenemos actualmente. Pero por lo general, a nadie se le ocurre pensar que la tecnología, que nos da tantos beneficios tiene su parte negativa, y tiene que ver con la acumulación electromagnética que modifica el estándar natural del planeta. Nos enteramos de las anormalidades en los polos magnéticos del planeta, pero no tomamos interés en analizar causas y consecuencias.
Sin embargo, el afán de lucro no repara en límites y hace de nosotros sujetos electrónicos adictos. Todo se orienta a la tecnología de última generación y el armamento nuclear va en aumento porque es un gran negocio el belicismo. Pero cada vez que activamos la computación en el trabajo, en los miles de millones de hogares, edificios públicos y privados, estamos generando un monstruoso vendaval electrónico. La tableta telefónica se ha convertido en un órgano de nuestro cuerpo y no podemos vivir sin ella, pero el lucro ofrece más y más.
Al final de esta nota encontrarán el enlace para acceder a la fracción de una conferencia que compara la aparición de las epidemias con cada rango en la electrificación del planeta. Aunque para muchos podría ser solo una coincidencia, la dialéctica del universo nos dice que nada sucede aisladamente y que todo tiene su pro y su contra. Quienes hayan dado una ojeada al libro “Razonando con la dialéctica”, se habrán dado cuenta cómo actúa la materia (atracción de polos opuestos) dentro de cada célula y la rapidez de la transmisión de sus efectos.
Apenas los dedos sienten que algo les quema, el cerebro ordena retirarlos y lo mismo sucede con las papilas del gusto, el olfato y otros órganos celulares que si no les llega el oxígeno perecen, perdiendo comunicación con nuestro cerebro. Esto es lo que interrumpe el coronavirus mediante reacciones químicas de los átomos que se enlazan a través de sus electrones y protones. Por eso, los síntomas son evidentes al perderse el sentido del gusto, del olfato y la falta de oxígeno para respirar, pues este, es tomado por otros átomos.
Pero volviendo al punto de no mirar el todo, traigo a colación lo que sucedió hace dos siglos en el virreinato del Perú, cuando los españoles sudamericanos clamaban por que hubiera igualdad, libertad, emancipación, independencia, etc. Lo hacían en su condición de oprimidos por los españoles peninsulares, sin considerar su condición de opresores de la población nativa, dueña del territorio arrebatado por la conquista. Miraban solo un aspecto, el de su conveniencia.
Se olvidaban de los abusos y crueldades a que sometían a los “indios”, “naturales” como acostumbraban llamarlos y de los tormentos que aplicaban a los humanos traídos de África, a los que tenían como esclavos, su propiedad privada. Este virus de la independencia se extendió inconteniblemente hasta acabar con la dominación española en América, pero sin acabar con la dominación de los “criollos” sobre sus oprimidos.
Pero hablando de virus, sin ir muy lejos, el mismo principio universal que rige para los virus naturales y artificiales, se aplica para los virus informáticos. Aunque no tiene relación directa con el coronavirus, nos da una idea de que la dialéctica es la misma y de lo peligroso del accionar humano. Si revisamos el procedimiento de creación y expansión de los virus electrónicos de manera automática podríamos comprender mejor lo que sucede con el coronavirus.
Los desarrolladores de programas le llamaban “Darwin” por la evolución y adaptabilidad de los virus informáticos, que una vez que entraban a la memoria de la computadora infectaban todo el sistema adquiriendo vida propia, dañando textos, archivos, etc. Pero no quedó allí y los virus informáticos se ha sofisticado, obligando a desarrollar los antivirus o vacunas. De este modo, desde el exterior se puede sabotear el alumbrado eléctrico en Venezuela dejando sin luz a millones de ciudadanos para crear condiciones políticas adversas al gobierno
Entonces, vemos que los virus de la maldad humana, el lucro desmedido, la hegemonía política y otros intereses de dominación, está interconectados, aunque muchos lo vean de otra manera. Los dominadores sacarán provecho de esta crisis sanitaria y ganarán mucho dinero. Pero el virus de la permisibilidad está en nuestra propia actitud. Pero para no caer pesado, no me extiendo más y les doy el siguiente enlace que por cortesía de Jaime Llosa, me ha llegado y comparto con ustedes.
Ojalá motive vuestra reflexión y las apreciaciones nos hagan mejorar conceptos. (No hay de que).
Abril, 2020