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Lo de que comprar una casa es la mejor inversión hay generaciones que ya no lo ven ni de lejos

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Esos Millenials, a los que socialmente se les considera tan disruptores, están poniendo en jaque a muchas empresas y sectores enteros de la antigua economía. Sus preferencias y patrones de consumo han mutado fuertemente respecto a los que presentaban sus generaciones predecesoras.

Ahora, al sector que parece que le toca el turno de pasar por el purgatorio Millenial de dejar de tener interés socioeconómico es, ni más ni menos, al omnipresente y tradicional sector inmobiliario. No, los Millenials ya no compran piso porque están convencidos de que no es una buena inversión, y están haciendo que literalmente tiemblen los cimientos del sector inmobiliario, que es clave en cualquier socioeconomía desarrollada.

Como los datos son los datos (objetivos), hay que empezar por ellos

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Como pueden leer en esta noticia de la CNBC, el pasado mes de Julio, la mediana del coste de una vivienda en Estados Unidos fue de 269.000 dólares. Un breve inciso para recordar que una media es una media aritmética que suma todas las cifras de la serie y las divide por el número de datos. Mientras tanto, especialmente indicada para complementar con mayor realismo las estadísticas de costes y salarios, tenemos la mediana, que simplemente calcula el punto para el cual hay tantos elementos de la serie estadística por encima como por debajo del valor de esa mediana.

La injusticia de las medias en temas de costes y salarios está en que, si hay un grupo muy reducido de personas que pagan unos precios por su vivienda extraordinariamente altos, suben mucho la media porque tiran mucho para arriba de la media aritmética, que pondera a todos por igual sumando un precio muy alto y otro muy bajo, y situando su media artificial en el punto medio entre ambos. Por el contrario, la mediana nos dice qué coste de vivienda está en la justa mitad salomónica, dejando tantos ciudadanos por encima como por debajo de la misma. Como ven, la mediana aporta un valor añadido esencial para poder interpretar en su justa medida las frecuentemente sesgadas medias.

Pues bien, medias y medianas aparte, esos 269.000 dólares de mediana del pasado Julio, vienen con un incremento del 4% sobre los precios de un año antes. Mientras tanto, los datos que aporta CNBC son que las ventas de vivienda nueva cayeron a mínimos de nueve meses, ya que a los potenciales compradores cada vez les cuesta más encontrar una vivienda que se adapte a sus necesidades por el precio que están dispuestos a (o pueden permitirse) pagar. El consenso del sector atribuye estas dificultades a los altos precios y a lo limitado de la oferta.

En la misma estadística, casi un tercio de los encuestados admitía que se verían forzados a mudarse de ciudad para poder permitirse un hogar, mientras que la misma proporción afirmaba que no creían que fuesen a poder seguir comiendo comida saludable (recuerden el contexto estadounidense: en EEUU es mucho más caro comer sano que comer comida «basura») si querían ahorrar para la entrada de una vivienda. El dato más dramático, tanto socialmente como de cara al futuro del sistema de pensiones, es que hasta un cuarto de los encuestados admitía que iba a tener que retrasar la decisión de tener hijos si querían plantearse con realismo adquirir una vivienda en las condiciones actuales del mercado.

La generación Millenial: del supuesto giro social paradigmático, al emprobrecimiento económico real de toda una generación

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Hay que empezar este apartado diciendo se había creído, durante mucho tiempo, que los Millenials eran una generación cuyos valores se suponía habían dado un brusco giro, frente a los de las generaciones precedentes como la Generación X y la de los Baby Boomers. En base a este giro, se justificaban muchos cambios de patrones de comportamiento tanto social como económico, aunándose ambos en una socioeconomía que prometía no volver ya nunca a ser la misma desde la llegada de nuestros disruptivos Millenials.

Éstos parecían poner en duda todo comportamiento de generaciones anteriores, y parecía que iban inculcar a la sociedad toda una serie de nuevos valores radicalmente diferentes. La realidad que les mostramos en el análisis «Los Millenials están firmando el certificado de defunción de muchas empresas, el tema es el porqué lo hacen» resultó en que el giro que demostraban estar dando en sus hábitos de consumo, llevando a la quiebra a numerosas empresas estandarte de otros tiempos, en verdad tenía otro origen.

Las encuestan demuestran cómo en realidad las necesidades, preferencias, ambiciones y aspiraciones de esta generación no han variado tan sustancialmente con respecto a sus predecesoras, y su giro de vida tiene más que ver con cómo se han visto forzados a priorizar una serie de gastos sobre otros, y a cambiar los patrones de consumo de sus anteriores, tan sólo porque no les llega el dinero para mantener el tren de vida que llevaban otras generaciones a su misma edad. Casi era mejor lo de que estaban cambiando de arriba a abajo nuestra socioeconomía, la verdad.

Y de los polvos de la pérdida intergeneracional de capacidad de compra, los lodos de giros como el que «comprar pisos no es un buen negocio»

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En primer lugar, hay que decir que los Millenials también son una generación cuya «consciencia» económica adulta mayormente ha empezado hace poco, tras su llegada al mundo laboral. Por ello están enormemente influenciados en su percepción del mercado inmobiliario por una opinión involuntariamente sesgada, tras haber vivido mayormente y en primera persona en la época post-Gran Recesión. Y realmente en este sentido razón no les acaba de faltar, porque los Millenials han vivido una serie de escenarios económicos a cual más desalentador para animarles a lanzarse a la compra de un piso al estilo «American Dream».

Primero vino la senda fuertemente bajista que experimentarion unos precios inmobiliarios que parecían no tener suelo. Luego vino la terrible merma salarial que trajo la terrible Gran Recesión (por no hablar del nivel de desempleo, claro está). Y finalmente ahora la situación ha acabado por desembocar en un panorama en el que los salarios no han mejorado sustancialmente en términos reales (y mucho menos para los sufridos Millenials), pero sin embargo los precios de los pisos vuelven empezar a cotizar a multiplicadores inalcanzables para ellos.

A la vista de los datos, la conclusión más evidente parece ser que los millenials piensan que la casa familiar no es una buena inversión simplemente porque no se la pueden permitir, al menos a los precios actuales. Y la percepción socioeconómica de esta generación, que desde estas líneas ya les transmitimos hace meses en el análisis monográfico del enlace anterior, se ve ahora refrendada por el hecho de que un 85% de esos Millenials admiten que su expectativa es que la entrada de su futura vivienda les suponga más de la mitad de su patrimonio personal total, lo cual deja a muchos de ellos automáticamente excluidos del mercado y posiblemente de la mayormente necesaria hipoteca.

Tras esta retahíla de sucesos socioeconómicos post-Gran-Recesión tan desfavorables para esta generación, supongo que entenderán perfectamente que, efectivamente, para ellos comprar una casa no sea visto como muy buen negocio que digamos. Aunque realmente este factor mercadotécnico no acaba de explicarlo todo, ya que, sin ir más lejos, hace tan sólo dos años la proporción de Millenials que sí que pensaban que comprar vivienda era una buena operación escalaba hasta un contundente 77%, y ahí la infuencia de la pasada Gran Recesión ya tenía que haberse hecho notar al igual que hoy por hoy. Queda como principal factor explicativo pues que los precios inmobiliarios definitivamente han pasado ahora un claro punto de inflexión Millenial, que sobrepasa su capacidad económica, e inclina la balanza al «yo ya no compro».

Como podrán observar, rara vez todo es achacable a un único factor, y el escenario más probable es que la realidad socioeconómica de esta generación sea una conjunción de los dos factores anteriores, en distintas fases temporales según sea el precio de los pisos y el momento económico. Por un lado, a precios inferiores a los actuales y en momentos con la Gran Recesión mas reciente, los Millenials se veían todavía muy influenciados por las auténticas pesadillas financieras familiares (por no citar directamente los temibles deshaucios o «foreclosures»), de las que todos hemos sabido de casos en los últimos años. Sin embargo, hoy por hoy y con la Gran Recesión más distante, se ven simplemente incapaces de afrontar económicamente la compra de unos pisos cuyos precios ya se escapan claramente a sus posibilidades.

Efectivamente los Millenials están más lejos del seductor «American Dream» de lo que lo estaban las generaciones precedentes

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Como apuntaba la noticia de CNBC, este informe del Urban Institute concluía que alrededor de un 45% de los Baby Boomers y de los Generación X tenían una casa en propiedad cuando estaban en la banda de edad que va de los 25 a los 34 años. En el caso de los Millenials, ese porcentaje baja claramente hasta el 37%, y en torno a la mitad directamente no puede permitirse poner sobre la mesa del vendedor inmobiliario la entrada requerida para la compra de una vivienda en las condiciones actuales del mercado.

Siguiendo la estela de peores condiciones salariales, debemos además añadir a ese sombrío asunto que ya no sólo es que los Millenials tengan menos ingresos, sino cómo además tienen muchas mayores cargas financieras, que literalmente les impiden ahorrar mínimamente, con una burbuja de deuda universitaria que ya es un problema intergeneracional por la que ya están sufriendo también sus padres y… hasta sus abuelos.

Pero las importantes derivadas socioeconómicas de todo este asunto no se quedan ahí (que no es poco), sino que son mucho más graves y ponen en jaque la sostenibilidad, no sólo del sistema de pensiones norteamericano(para qué hablar del europeo «de reparto» en un contexto de decrecimiento poblacional), sino de todo el sistema en su conjunto en los plazos más largos: hay académicos que por estas cosas incluso vaticinan que el imperio estadounidense va a caer de forma inminente.

Pero con los Millenials no es oro todo lo que reluce, ni tampoco progenitor todo el que quiere

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El hecho más sombrío que arrojan estas encuestas es que, hasta el momento, se pensaba que los Millenials estaban entrando en el mercado inmobiliario más tarde porque sus hábitos sociales habían cambiado, y porque ahora se casaban y empezaban a tener hijos también más tarde. Pues de nuevo, craso error para la econometría, o mejor dicho, para las conclusiones que el mercado había alcanzado de consenso para las estadísticas que aportaba la econometría.

El caso es que los nuevos (y nada halagüeños) datos aportados ahora apuntan exactamente al escenario opuesto: los Millenials se casan y tienen hijos más tarde porque antes no se pueden permitir adquirir una vivienda en la que convivir con su pareja y/o en la que criar a su prole. Esto es algo que ahora viene refrendado ya por datos objetivos y contrastables, pero que, como buen miembro del ecosistema socioeconómico de alerta temprana en el que deben englobar estas líneas, ya les adelantamos esta tendencia también en el análisis «Una encuesta descubre por qué los estadounidenses están dejando de tener hijos, y el resultado era de esperar«.

Ésta es sin duda una tendencia socioeconómica claramente extrapolable a otras economías como la española, donde la tasa de fertilidad lleva sufriendo lo suyo desde hace décadas con tendencias de mercado inmobiliario, laboral, y de la sociedad extrapolables casi al 100%. Y ya saben que hay que tener extremado cuidado con las tendencias demográficas, porque son tan a largo plazo que, cuando por fin sus consecuencias se están haciendo sentir con claridad en la macroeconomía, ya es demasiado tarde para corregir la situación sin que medien varias generaciones «perdidas» de por medio.

A los Millenial se les trata sociológica y socioeconómicamente ya como la generación del futuro que son, y se les considera llamados a tomar el relevo generacional para tirar del carro de la economía y del consumo. Si la situación económica de toda esta generación Millenial (demográficamente clave) es tan frágil, debemos tener en cuenta que una nueva crisis la puede hacer saltar literalmente por los aires. Y ya sabemos cómo se las gastan los votantes en EEUU cuando ven que se están cortando con los añicos de su «American Dream» roto… Igual no es que voten a Trump para presevar el sistema, sino para que lo ponga patas arriba por abanderar el enfoque más anti-sistema del panorama político norteamericano.

Estamos permitiendo que toda esta generación sufra socioeconómicamente, y que no tenga unos salarios que les permitan llegar a fin de mes, no pudiéndose permitir ni siquiera ningún «lujillo» que no debería ser tal. En realidad, lo que estamos hipotecando así es el futuro del sistema en su conjunto. Paradójicamente, la insoportable hipoteca de este futuro de todos viene precisamente de la mano de que los Millenials no pueden llegar ni a hipotecarse para comprar un piso.

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No me extraña que los Millenials piensen que los pisos no son una buena inversión, ya que para su salario es una inversión claramente ruinosa (o cómo mínimo financieramente muy muy arriesgada): con ese escalón de entrada al mercado,. se ven forzados a pasar recluirse en un modesto y reducido piso, muchas veces además antiguo, y en todo caso insuficiente para sus necesidades y sus planes de ampliar la familia. Es o eso, o alquilar.

Si así es como se pretende que esta generación vaya a poder tirar del carro de la economía, sacándonos a todos del atolladero que supone el enorme reto del decrecimiento poblacional, a mí que me expliquen cómo funciona el tema. Porque una cosa es hacer el doble salto mortal para llegar a fin de mes, y otra muy distinta que les hagamos saltar desde el trampolín inmobiliario a una piscina vacía: o les llenamos la piscina con un poco de agua socioeconómica, o el leñazo en seco está asegurado (para todos y sin anestesia).

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