Sitio de Gilbert Achcar, 14-1-2025
Traducción de César Ayala
Correspondencia de Prensa, 17-1-2025
Los acontecimientos que tuvieron lugar en el Líbano entre la elección de un nuevo Presidente de la República, el jueves 9 de enero, y el nombramiento de un nuevo Primer Ministro, el lunes 13 de enero, constituyen un importante vuelco en la situación política del país. Estos acontecimientos son en sí mismos, principalmente, el resultado de una importante convulsión en el equilibrio real de poder que determina la situación política en el Líbano. En efecto, en las etapas clave de la historia del país desde su independencia en 1943, el gobierno del Líbano ha sido objeto de un acuerdo entre dos potencias exteriores rivales, y cada vez que este acuerdo y el equilibrio que lo acompañaba se han visto perturbados, la situación se ha tensado hasta el punto de estallar cuando la tensión alcanzaba su punto culminante.
Al principio de la trayectoria del Estado libanés, se estableció un equilibrio entre las influencias opuestas del colonialismo británico y francés. Esta situación se vio alterada por el debilitamiento de la influencia de estas dos antiguas potencias coloniales y el ascenso del imperialismo estadounidense a escala mundial y del movimiento nacionalista árabe liderado por el Egipto de Nasser a escala regional. La situación estalló entonces, hasta que se llegó a un acuerdo entre las dos influencias ascendentes bajo la presidencia del entonces comandante del ejército, el general Fouad Chéhab. Este equilibrio volvió a romperse después de que el Egipto nasserista recibiera un golpe decisivo de Israel en 1967, con el partido Baath de izquierdas en el poder en Siria y Jordania. Soleimane Frangié se convirtió en Presidente del Líbano en 1970, en un momento de dominio estadounidense. Esto coincidió con el golpe fatal a la resistencia palestina en Jordania, la muerte de Gamal Abdel Nasser y el golpe de Hafez el-Assad contra el ala izquierda del Baath sirio. Con el traslado del centro de gravedad de la resistencia palestina de Jordania al Líbano, las tensiones volvieron a intensificarse hasta que estalló la guerra del Líbano en 1975.
El régimen de Assad intervino en Líbano al año siguiente con la luz verde de Estados Unidos e Israel. Esto condujo a la elección de un presidente en la intersección de ambas influencias, Elias Sarkis. Sin embargo, el consenso se desmoronó rápidamente tras la llegada del Likud al poder en Israel y el inicio del proceso que desembocó en los Acuerdos de Camp David entre Anwar Sadat en Egipto y Menachem Begin en Israel. Las tensiones volvieron a estallar hasta que el Estado sionista invadió al Líbano en 1982. Intentó imponer como presidente a Bashir Gemayel, líder de la extrema derecha cristiana libanesa, pero el intento fracasó antes de que Gemayel jurara su cargo debido a su asesinato, atribuido a Damasco. Fue sustituido por su hermano, que intentó conducir al Líbano hacia la normalización con Israel, siguiendo los pasos de Egipto, pero una rebelión de las fuerzas libanesas respaldadas por Damasco frustró sus planes. Tras un periodo de caos armado, un nuevo consenso entre el régimen de Hafez el-Assad y el reino saudí condujo al final de la guerra civil libanesa, quince años después de su inicio. El consenso sirio-saudí fue bendecido por Estados Unidos tras la participación del régimen sirio en la coalición que iba a dirigir la guerra contra Irak en 1991 bajo mando estadounidense y saudí.
Líbano entraba entonces en una fase de «reconstrucción» bajo la tutela saudí-siria, encarnada por el primer ministro Rafik Hariri y el Alto Comisionado sirio para Líbano, Ghazi Kanaan. Este consenso duró hasta que las relaciones entre Damasco y Washington se deterioraron a raíz de la decisión estadounidense de invadir Irak y derrocar el régimen del partido Baath en Bagdad. La tensión volvió, y uno de sus signos más llamativos fueron los asesinatos orquestados por el régimen sirio, que culminaron con el de Rafik Hariri en 2005. Esto desencadenó un levantamiento popular que, combinado con la presión internacional, obligó a Damasco a retirar sus fuerzas del Líbano. Sin embargo, el equilibrio siguió siendo frágil, especialmente tras la completa transformación de Michel Aoun, que pasó de autoproclamarse campeón de la oposición al régimen sirio en Líbano a aliado de las fuerzas libanesas con influencia siria e iraní.
Líbano entró de nuevo en una fase de agitación derivada de la fragilidad del equilibrio político entre las dos coaliciones, máxime cuando el fracaso del asalto sionista a Hezbolá en 2006 había reforzado la influencia de esta última. La influencia de Irán en la región se amplió considerablemente, beneficiándose primero de la ocupación estadounidense de Irak, que allanó el camino para que Teherán impusiera su tutela sobre ese país, y después de la guerra civil siria, sobre todo después de que el régimen sirio recurriera a la ayuda iraní, encarnada principalmente por el propio Hezbolá, a partir de 2013. Así que el equilibrio volvió a cambiar, con la influencia de Irán convirtiéndose en abrumadora en la región y la influencia abrumadora de Hezbolá en Líbano. Hezbolá logró imponer a su aliado Michel Aoun como presidente de Líbano en 2016, tras una década de alianza entre ambos.
Descontento con la evolución de la situación en Líbano y la creciente influencia de Irán sobre el país, el reino saudí retiró su apoyo a Líbano, lo que provocó el colapso de su economía a partir de 2019. La situación en el país siguió siendo muy turbulenta debido a la falta de acuerdo entre sus componentes básicos, hasta la guerra de Gaza y la decisión de Irán de intervenir de forma limitada. El tiro le salió por la culata cuando Israel decidió lanzar su ataque contra Hezbolá y consiguió decapitarlo y destruir la mayor parte de su capacidad militar. Esta situación se agravó con el colapso del régimen de Assad hace poco más de un mes, y con él el colapso de la principal ruta de suministro entre Irán y sus partidarios libaneses.
En el contexto de este nuevo cambio en el equilibrio de poder, que inclinó la balanza a favor de Estados Unidos en Líbano, fue elegido el hombre al que Washington había apoyado para convertirse en presidente de Líbano desde el final del mandato de Michel Aoun, a saber, el comandante del ejército Joseph Aoun (que no es pariente del anterior). Durante años, Washington había apostado por reforzar el ejército libanés para poder acabar con la dualidad de poder en Líbano, representada por la existencia del Estado de Hezbolá dentro del Estado libanés y, sobre todo, por la coexistencia de las fuerzas armadas del partido con el ejército oficial del país. Con la balanza ahora inclinada a favor de la influencia estadounidense, el reino saudí ha renovado su interés por la situación libanesa, apoyando los esfuerzos de Washington.
Hezbolá participó en la votación a favor de Joseph Aoun en la segunda vuelta de las elecciones al Parlamento libanés, tras abstenerse de apoyarle en la primera, para dejar claro que el nuevo presidente tenía una deuda de gratitud con él. Aceptó este acuerdo presionado por su aliado confesional Nabih Berri, que antes dependía del régimen sirio de Assad. Sin embargo, los dos aliados se vieron sorprendidos por el nombramiento como primer ministro de Nawaf Salam, a cuyo acceso al cargo se habían opuesto anteriormente, Hezbolá en particular, del mismo modo que se habían opuesto al acceso de Joseph Aoun a la presidencia.
El resultado de todo esto es que no se ha renovado el consenso que presidió los años de estabilidad en el Líbano, que son casi iguales a los años de tensión, si no menos. Esto hace pensar que el país entrará en una nueva fase de tensión y conflicto, sobre todo si el nuevo gobierno intenta imponer el monopolio estatal de las armas en el Líbano, que Aoun prometió en su discurso de victoria, en lugar de tomar la vía consensuada que también prometió. El destino de la situación libanesa dependerá en gran medida de lo que ocurra entre Israel, apoyado por Donald Trump, ahora presidente de Estados Unidos, por un lado, e Irán, por otro. También se verá afectado por la evolución de los acontecimientos en Siria, donde no cabe duda de que Irán pretende extender de nuevo su influencia de una forma u otra, lo que, si Hay’at Tahrir al-Sham (HTC) sigue tratando de acaparar todas las riendas del poder, podría sumir de nuevo a Siria en una guerra civil.
El original en árabe fue publicado en Al-Quds al-Arabi, 14-1-2025. La versión en inglés se puede consultar en https://gilbert-achcar.net/where-is-lebanon-headed. Siéntase en libertad de republicar o publicar en otros idiomas con mención de la fuente.