Por Adán Salgado Andrade
El calentamiento global está ocasionando que muchas bacterias y virus, se transmitan más fácilmente y, además, muten también muy rápido. Nos estamos quedando sin antibióticos o tratamientos efectivos para combatir las múltiples enfermedades que provocan (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/12/la-fortalecedora-evolucion-de-bacterias.html).
Lo estamos viendo con el Covid, enfermedad viral que no ha dejado de mutar y que puede volver inútiles a las vacunas creadas para combatirla (ver: https://apnews.com/article/covid-science-health-pandemics-flu-c92b8653683afbac3d81eebff8f5d29d).
Y lo mismo sucede con los hongos microscópicos que ocasionan múltiples infecciones, muchas de las cuales, son muy difíciles de curar. Y el calentamiento global, los está haciendo más aptos para infectar al cuerpo humano, pues, hasta ahora, por nuestra temperatura corporal de 36º C, en promedio, muchos, no la soportan. Pero al irse adaptando a más altas temperaturas, podrán infectarnos con mayor frecuencia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/11/las-infecciones-con-hongos-se.html).
Uno de tales hongos, es el que ocasiona la enfermedad llamada fiebre del valle (valley fever). Esta enfermedad, que va al alza en la parte occidental de Estados Unidos, en estados como California, “también llamada coccidioidomycosis o ‘cocci’, es un mal ocasionado por un hongo que crece en el suelo y en el polvo, en algunas áreas de California y en el suroeste de Estados Unidos. Gente y animales enferman cuando respiran polvo, que contiene el hongo que ocasiona la enfermedad. Este hongo, infecta los pulmones y puede ocasionar síntomas respiratorios, incluyendo tos, dolor en el pecho y cansancio” (ver: https://www.cdph.ca.gov/Programs/CID/DCDC/Pages/Coccidioidomycosis.aspx).
Y puede provocar enfermedades muy graves, como el caso que expone el artículo de The Guardian, titulado “Acaba con todo: el mal que puede contraerse sólo por respirar el aire californiano”, firmado por Dani Anguiano, quien agrega que “la fiebre del valle, se deriva de un hongo que vive en los suelos del suroeste de Estados Unidos y se expande, debido al calentamiento global, el que ha ido secando al medio ambiente” (ver: https://www.theguardian.com/us-news/2022/aug/29/california-valley-fever-disease-climate-crisis).
Una foto inicial, muestra tierras californianas tan secas, que parecen desiertos. Una amarillenta palmera, por la falta de agua, luce en medio de tanto polvo y matorrales marchitos, premonitoria imagen de lo que les espera a muchas regiones del mundo, incluyendo buena parte de México.
El artículo se centra en Rob Purdie, quien contrajo la enfermedad en el año nuevo del 2012, la que comenzó con un dolor de cabeza, tan “terrible, que se mantuvo por meses. Fue después de muchos viajes a hospitales, clínicas, varios doctores, diagnósticos equivocados – desde sinusitis a jaquecas –, que supo lo que lo afectaba. El residente de Bakersfield, California, tenía una meningitis, ocasionada por la fiebre del valle, un mal ocasionado por el Coccidioides, un hongo endémico del suelo del suroeste de los Estados Unidos. Años de una enfermedad que lo debilitó, esfuerzos para hallar el tratamiento más efectivo y otros problemas, siguieron”, dice Anguiano. En palabras de Purdie, dice que “me robó todo, mi salud. Fue un gran impacto para mi familia, perdimos todo, toda nuestra seguridad financiera, todos mis ahorros para el retiro. ¡Ha sido una pesadilla!”.
Dice Anguiano que “el padre de dos, está entre el pequeño porcentaje de personas que desarrollan serias formas de la fiebre del valle, pues muchas, no la contraen. Pero para las que se enferman gravemente, puede ser devastador”.
Y expone lo dicho, que por el calentamiento global, la enfermedad se expande y que condados como Kern, han reportado un gran incremento de la enfermedad. En donde vive Purdie, Bakersfield, se documentaron unos mil casos en el 2014, y para el 2021, se reportaron más de 3,000 enfermos.
El doctor Royce Johnson, director médico del Instituto de la Fiebre del Valle, en Bakersfield, dice que aunque hay más atención y pruebas para detectar la enfermedad, “hay más fiebre del valle ahora, puedo decirlo por mi trabajo. Y creo que tiene que ver con el cambio climático”.
Pues sí que les debe de estar inquietando la enfermedad, que hasta hayan fundado un instituto dedicado exclusivamente para tratarla.
Morgan Gorris, científica ambiental, del Los Alamos National Laboratory, dice que ese hongo necesita condiciones secas o muy secas “y gran parte de Estados Unidos, ya está seca, pero otros lados, se seguirán secando, así que serán más óptimas las condiciones para que esa enfermedad vaya incrementándose”.
El hongo crece como un filamento, que se segmenta y es conducido por el viento a grandes distancias, de más de 120 kilómetros en muchos casos. Incluso, se ha hallado en focas marinas, de tan lejos que puede viajar aéreamente.
“La gente puede exponerse al hongo, al escarbar tierra o simplemente por respirar aire que lleve sus esporas”.
Viene una foto de explotados trabajadoras agrícolas – seguramente mexicanos o latinos –, quienes se “rajan el lomo” sembrando cosas como jitomate, quienes son de las personas que más se exponen, por su actividad, al hongo y a que los más sensibles, contraigan la fiebre del valle. “Un 40% de la gente, puede desarrollar una enfermedad respiratoria leve, en tanto que en el 1%, se vuelve grave. Desgraciadamente, cuando la gente se enferma, en muchos casos, no se les diagnostica. Y por eso, se agravan”.
Menciona que hasta bomberos que combaten incendios, se han enfermado. “En Arizona y California, en el 2019, se reportaron alrededor de 20,000 casos de fiebre del valle y unos 200 fallecimientos por su causa, cada año, entre 1999 y el 2019, de acuerdo con los datos más recientes”.
De seguir el calentamiento global en los niveles actuales, Gorris predice que para el año 2100, la enfermedad ya se habrá propagado hasta la frontera con Canadá. Y como el clima está cursando con lluvias y largas sequías, eso favorece al hongo. Purdie, se enfermó luego de un periodo así.
Para aquéllos en los que la enfermedad se manifiesta gravemente, como a Purdie, les afecta la existencia en su totalidad. El señor era corredor de finanzas cuando contrajo el mal. Vivía a las afueras de Bakersfield, en unos acres de tierra que poseía. Tuvo que vender su propiedad, cosas antiguas que tenía de la familia, disponer de los ahorros familiares, de los fondos de estudios para sus hijos, autos… ¡todo!, con tal de tratarse la enfermedad y seguir sosteniendo a su familia.
El tratamiento es severo y costoso. Toma cuatro píldoras diarias y medicamentos administrados directamente a su cerebro – en donde se aloja también el hongo –, pues sólo así puede tratar, no curar, a esa terrible, costosa enfermedad. “Esos tratamientos, me hacen vomitar y casi me desmayo cuando los tomo. Y me cuesta trabajo interactuar con las personas, pues me siento embotado, no puedo ni conversar muchas veces”, dice el afligido hombre.
Pero se ha avocado a ayudar a otras personas. Trabaja actualmente para el mencionado Instituto de la Fiebre del Valle, como paciente y coordinador de programas para los enfermos.
“Tengo una severa forma de fiebre del valle. Es una enfermedad que puede ser muy debilitadora y terrible, pero no quiero que la gente tenga miedo de ella, quiero que se ocupe, no que sólo se preocupe”.
Por lo pronto, son preocupantes tantos tipos de enfermedades que irán creciendo y propagándose con el calentamiento global.
Y quizá nos maten, antes de que podamos preocuparnos.
Contacto: studillac@hotmail.com