Evidentemente esta CC que termina ya sus funciones nunca fue una asamblea revolucionaria ni socialista. Fu el resultado del estado de fuerzas en su momento. El pueblo no logró derrotar a la burguesía, pero tampoco la burguesía logró mandar para la casa al pueblo.
No se derrotó a la burguesía porque el campo popular y revolucionario, las fuerzas anticapitalistas, tenían y tienen un divorcio enorme con el pueblo, con la clase y con los sectores populares que salieron a la calle en la rebelión popular.
Es imposible pensar en una salida revolucionaria sin un partido de masas, de lucha, firmemente enraizado en la clase trabajadora y los sectores populares. Esa tarea está aún pendiente. Echarle la culpa al FA o los socialistas o a la izquierda reformista por no hacer una política revolucionaria, es como pedirle peras al olmo. Los reformistas y tibios son justamente eso, y por eso ellos hacen esa política reformista, tibia y de colaboración de clase. Hay que criticarlos por supuesto, pero enojarse con ellos por que no hacen una política revolucionaria, es un tanto ingenuo, por no decir un calificativo más duro. Lo claro es que los culpables de que en Chile no haya una fuerza política revolucionaria que sea una fuerza beligerante en el país, somos justamente los revolucionarios, que en el momento donde la historia más nos necesitaba, no estábamos. Ojala que esto nuna mas nos vuelva a pasar.
De esta forma, el contenido de la nueva constitución es resultado de esa correlación de fuerzas: se avanza en algunas materias, se estancan otras, decepcionan varias. Pero en cualquier caso, lo que sale de ahí es un avance respecto a la constitución de Pinochet/Lagos, que es la constitución del duopolio. Es tan claro que es un avance con respecto a lo que había, que toda las fuerzas reaccionarias se unifican con el rechazo, incluso sectores del “socialismo”.
En este escenario, para cualquier dirigencia revolucionaria, lo imprescindible es batallar para que las condiciones de lucha del ciclo político que se abre, sean lo más favorable para seguir avanzando en los derechos del pueblo (única forma de construir fuerza popular) y avanzar así en la tarea de la construcción de fuerza social revolucionaria. Esto requiere que el ciclo transformador siga abierto.
La derrota de la nueva constitución, significaría el cierre de una etapa de lucha con la consolidación del poder de la burguesía en todos los frentes: político, ideológico, militar, parlamentario, etc. Y significaría también la consolidación de una izquierda clasemediera/socialdemocráta/tibia, desde el gobierno. En otras palabras, significaría una derrota en toda la línea para el pueblo y las y los trabajadores. Para que siga abierto el proceso transformador, donde el pueblo pueda seguir “subiéndose por el chorro” por sus luchas, es imprescindible que gane el Apruebo.
Las políticas derrotista con respecto al Apruebo, a partir de principismos abstractos, que nada aportan ni tienen que ver con el desarrollo de una estrategia revolucionaria por el poder, lo único que hacen es desarmar al pueblo de una táctica y estrategia revolucionaria. Porque, bien miradas las cosas, una táctica y estrategia revolucionaria, se elabora y se piensa desde le realidad de la lucha de clases concreta, desde un plan concreto de desarrollo y uso de las fuerzas reales, en situaciones concretas.
La única política verdaderamente de clasista y revolucionaria en esta coyuntura, es trabajar y sacarse la cresta en la calle, gastar toda las suelas necesaria, para que gane el Apruebo. Cualquier otra cosa, es solo fútil izquierdismo intelectual pequeñoburgués.