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La coyuntura chilena

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  1. El Cambio en el Orden Mundial
    La principal variable que influye en la situación político-estratégica nacional es el cambio en el orden de dominación mundial, caracterizado por el debilitarse la hegemonía del capital financiero y de su proyecto de “gobernanza global”, lo que ha generado la
    emergencia de diferentes articulaciones que resistieron dicha estrategia, en la que sobresale:
    a) La irrupción al interior del propio Imperio con la aparición de facciones ultranacionalistas e industrialistas, en las que destaca el “trumpismo”.
    b) La constitución de los BRICS se transforma en un polo de competencia y rivalidad a la supremacía del G7, y
    c) El surgimiento de potencias regionales como Irán, Turquía, Arabia Saudita, Japón y otros. El llamado Sur Global, una denominación sobre la cual no hay unanimidad en cuanto a su composición, pero que mantiene alta dependencia de las
    potencias mundiales y no tiene capacidad de autodefinir el carácter de su participación en el orden planetario y multilateral que emerge.
  2. Los factores estructurales de la situación política estratégica de Chile. La salida negociada a la crisis del orden político acordado en 1989 denominada “transición a la democracia” es producto de la incapacidad del modelo económico capitalista neoliberal para lograr la promesa del beneficio equitativo al conjunto de la población del país.
    Por el contrario, provocó la concentración creciente de la propiedad en pocas manos generando una alta desigualdad imposible de resolver en el marco de dicho orden económico. Por otra parte, el régimen de democracia representativa, de corte eurocéntrico, demostró sus limitaciones para asegurar una amplia participación y ejercicio efectivo de la soberanía popular, lo que significó el debilitamiento del control social y la amplia exclusión de los grupos y clases sociales que viven de un salario o desarrollan actividades por cuenta propia para sobrevivir.
  3. La lucha de clases en Chile
    La lucha de clases en Chile se desarrolla en un escenario complejo, en el que la concentración del poder político y económico se encuentra en el capital financiero especulativo y grupos afines, y su influencia en una red de sectores de la economía real y grupos medios propietarios y profesionales; teniendo solo como sector discrepante a facciones agroindustriales de la zona sur del país.
    Tal dominio se estrella con la debilidad del modelo para garantizar una expansión o lo que en lenguaje coloquial se ha denominado “el crecimiento”, un elemento crucial para que el modelo consiga viabilidad.
  4. El Movimiento de masas no fue aplastado
    A pesar de los efectos de la pandemia, del reflujo y de la dura represión, un rasgo central del periodo es que hasta ahora el movimiento de masas no fue aplastado por la violencia contrarrevolucionaria como ocurrió con el golpe de Estado cívico militar que derroto el proceso revolucionario encabezado por el presidente mártir.
    Los levantamientos inorgánicos de masas, como un elemento revolucionario y de enorme creatividad han revelado los límites de la espontaneidad.
  5. La Reestructuración de las Fuerzas Populares
    La situación política del periodo obliga a las fuerzas y expresiones populares a la construcción de un bloque amplio que recoja sus intereses y que proponga un nuevo modelo económico post extractivista y de amplia participación que supere el presente esquema democrático representativo eurocéntrico.
    En tal articulación la organización de una fuerza política socialista es condición clave para congregar el allendismo, el eje principal político ideológico de un futuro bloque de fuerzas populares. En tal perspectiva, la construcción de una fuerza socialista debe tener como objetivo estratégico revolucionario la transición a una sociedad socialista, lo que significa plantearse la dirección del poder político como condición básica para iniciar las transformaciones estructurales que el país requiere.
  6. La clase trabadora y su inserción en la contingencia.
    La clase trabajadora no se ha insertado en la lucha política debido a que no tiene un proyecto alternativo, lo que ha incidido en una predisposición a propuestas conciliadoras, contribuyendo a consolidar y expandir el modelo neoliberal y el régimen democrático protegido, debido a que su incapacidad y decisión política para generar una opción diferente los relega a hundirse en el continuismo.
    En las últimas tres décadas, y los últimos años en particular han visto una renovada capitulación política por parte de la izquierda a una escala que no se había visto en todo un período histórico. Tanto el PS oficial como el PC, así como el FA no han conseguido
    adoptar una posición de clase trabajadora y un programa independiente antiimperialista, renunciando definitivamente a la cuestión de una alternativa socialista al capitalismo neoliberal. Como consecuencia, actualmente existe un fuerte ambiente antipartidista y autoorganización de la lucha, sin estructuras ni dirección, y de la preminencia de lo social sobre lo político, bajo la consigna de “el pueblo unido avanza sin partido” y la articulación a partir de los propios intereses particulares que dan la espalda a los grandes problemas sociales nacionales (feminismo, LGBT, ecologista, animalista, etc.) con lo cual no se establece una política coherente interrelacionada. Si alguna conclusión cierta puede sacarse de la rica experiencia del levantamiento popular de 2019 y en adelante es la necesidad de lo político, en su interacción con las demandas sociales y la lucha contra la ideología dominante.
  7. La necesidad de un Partido Político de la Clase Trabajadora
    Un cuestionamiento global, coherente, sistemático y sostenido en el tiempo, sólo puede ser realizado por un partido político con sello clasista, el que puede esclarecer ante la sociedad organizada las razones que explican la descomposición del Estado y sus efectos en la sociedad.
    Un partido con capacidad para denunciar los anhelos autoritarios que impulsan a los representantes políticos de la burguesía y el peligro que eminente para los sectores subordinados. Un partido no entreguista que promueva, construya, se inserte y
    conduzca organizaciones de participación en defensa de los intereses populares y de la democracia participativa.
    Una de las tareas más importantes es tener y mantener claridad política y programática.
    Esto no significa repetir las ideas o las reivindicaciones en una rutina de fórmulas sin amarre con los problemas más sentidos de la población. Un partido arraigado en la teoría y la práctica del socialismo para resistir los vendavales de desorden político y teórico que barren el mundo hoy y que responda con rapidez y flexibilidad a los acontecimientos. Una de las tareas cruciales es difundir la claridad programática las políticas conciliadora de nuestros oponentes de la distintas «izquierdas». El estudio y la discusión teórica fraternal deben combinarse con la acción y la participación activa en la lucha de clases.
  8. Las Tareas Inmediatas
    En una primera fase, la trabajo política probablemente girará en torno al Estado, sus
    características y función para representar efectivamente los intereses de las mayorías y su capacidad de garantizar la ampliación de la participación democrática.
    Los trabajadores de las empresas privadas han visto debilitada sus organizaciones y un sector relevante de los asalariados chilenos se desempeñan en el sector público hoy representan casi el 50% de los trabajadores chilenos organizados, y han desarrollado y
    acrecentado su capacidad de movilización y negociación, siendo organizaciones altamente politizadas.
    El movimiento de las mujeres y sus demandas de igualdad de derechos han encontrado eco en la mayoría de los sectores sociales en Chile; como asimismo ha estado ocurriendo con los sectores de la diversidad sexual (LGTB) que se reconocen en la defensa de la
    ampliación de los derechos democráticos.
    También es importante el rol que tiene la juventud que se ha movilizado en defensa de la naturaleza y el medio ambiente, denunciando el extractivismo, así como a los gobiernos de continuidad que, en más de treinta años, no han sido capaces de romper el cerco institucional que han levantado los grupos de poder dominantes.

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