por Javier Tolcachier
En una suerte de ciclotrón fenomenológico, la irrupción del Covid-19 ha expuesto y acelerado un sinnúmero de cuestiones estructurales, muchas de ellas opacadas por el virus de deformación mediático (ViDeM[1]), propio de las corporaciones de difusión defensoras del capital.
Emisoras estas que compiten en espectacularidad y morbo a través de titulares exaltados y un ránking competitivo —¡cuándo no!— de cifras ominosas sobre infectados y muertos, en un intento de ocultar la tragedia base del momento histórico: un sistema en decadencia.
Entre los asuntos más importantes que han quedado de manifiesto con esta pandemia están:
– el rol insustituible de los sistemas de sanidad pública y la función coordinadora del Estado como salvaguarda de equidad, como así también la apropiación indebida e ilegítima por parte de corporaciones privadas de derechos humanos esenciales como los servicios sanitarios, el alimento, la educación, la comunicación, el agua, entre muchos otros;
– la interdependencia de los seres humanos;
– la importancia de lo público frente a lo privado y de lo común antes que lo particular;
– la impudicia de la acumulación feroz de recursos frente a las carencias de gran parte de la humanidad para cubrir necesidades elementales;
La centralidad del espacio digital y la necesidad de su democratización
Enviado por Sergio Medina