(360Noticias) En un giro que ha generado incomodidad incluso entre sus propias filas, la candidata presidencial Jeannette Jara —militante del Partido Comunista (PC)— ha insinuado que podría abandonar su colectividad si eso le permite fortalecer su candidatura dentro de una alianza de centroizquierda. La declaración ha sido interpretada por diversos sectores como una señal más del progresivo desdibujamiento ideológico que atraviesa parte de la dirigencia del PC, en especial aquella vinculada a la llamada “generación Boric”, que han liderado las propuestas neoliberales en el gobierno.
“Vamos a evaluarlo en su momento, yo no tengo ninguna decisión previa tomada”, declaró Jara al ser consultada sobre la posibilidad de renunciar al partido que la ha cobijado durante años, en favor de una estrategia electoral que le permita acercarse al centro político y tejer puentes con el llamado Socialismo Democrático.
Este tipo de declaraciones no son aisladas. Reflejan un patrón de pragmatismo extremo que ha marcado el derrotero político de Jara, gestora de fortalecer las AFP, más preocupada de sumar votos que de defender con convicción una agenda transformadora. La candidata ha sostenido que “la política debe estar en constante evaluación y adaptación a las circunstancias del momento”, una frase que, en boca de una militante comunista, suena más a consigna tecnocrática-liberal que a compromiso popular.
El impacto de sus palabras no tardó en manifestarse dentro del propio PC. La diputada comunista Lorena Pizarro declaró: “Lo expresado por nuestra candidata me hace reflexionar lo que el partido representa. Reivindicamos el derecho a la militancia… somos un partido defendiendo valores de la democracia, la vida de tantos y tantas que la ofrendaron para construir esta democracia, y reivindicar la existencia del Partido Comunista sigue estando hoy más vigente que nunca”.
Por su parte, la diputada también comunista Carmen Hertz fue aún más categórica: “El oportunismo no es parte de la cultura comunista”. Sus palabras, más que una crítica aislada, es una línea divisoria entre los valores históricos del partido y el camino que Jara estaría dispuesta a tomar.
Estas palabras no solo revelan un oportunismo evidente, sino también una profundización liberal que despoja al PC de la poca radicalidad política que aún tiene, en nombre de una gobernabilidad vacía de contenido social. Jara, en su afán por “abrir” su candidatura a todos los sectores neoliberales de centroizquierda, parece dispuesta a sacrificar principios históricos, incluso si eso implica abandonar el partido que la postuló.
Este movimiento recuerda los peores momentos del “realismo sin renuncia”, donde la adaptación permanente al clima político reemplazó el proyecto de transformación social. La pregunta que muchos se hacen ahora es si Jara representa una alternativa de izquierda o si, más bien, encarna una nueva versión del liberalismo progresista que ya gobierna en La Moneda.
En tiempos donde se hace urgente una izquierda coherente, capaz de ofrecer una salida al neoliberalismo, la ambigüedad y el cálculo electoral no parecen ser el camino. La candidatura de Jeannette Jara, más que un proyecto de transformación, comienza a perfilarse como una apuesta más por la administración del modelo neoliberal.