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Homenaje a un héroe ignorado en Chile

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HOMENAJE A UN HÉROE DEL PUEBLO

Escribe Máximo Kinast

 

En la esquina de las calles Corola y Polen, en la Colonia El Reloj, Delegación de Coyoacán, México, se ha hecho un homenaje y dado el nombre de Héctor Ricardo Pincheira Núñez, luchador social y revolucionario chileno, que combatió con la chapa de “Máximo” junto al Presidente Allende en el palacio presidencial, La Moneda, el 11 de septiembre de 1973, al parque que allí se encuentra.

¿Quién fue Máximo?

El año 69 terminó su carrera de médico (sólo le faltaba hacer la práctica para recibir el título de médico) y cursaba 4° o 5° año de Filosofía cuando se unió a un grupo ultra secreto de asesores directos del futuro presidente de Chile, Salvador Allende. Este grupo, el GAP[1] Intelectual, como lo llama la periodista chilena Mónica Guzmán en su libro “La Conjura” o Centro Nacional de Opinión Pública (por su nombre oficial) estaba dirigido desde su lecho de inválido por Félix Huerta, profesor, cuadripléjico por causa de un accidente mientras recibía instrucción militar en Cuba.

Entre los pocos miembros de ese grupo estaba Beatriz “Tati” Allende, hija de Salvador y estudiante del último año de medicina; Jorge Klein Pipeer, chileno francés, también médico; Claudio Jimeno, sociólogo, y otros héroes olvidados. Varios de ellos detenidos en La Moneda, torturados en el Regimiento Tacna y luego asesinados en Peldehue. El trabajo de ellos consistía en asesorar directamente al Presidente sobre la opinión pública. En el grupo, Máximo tenía la misión de investigar a las Fuerzas Armadas, por lo que usaba la chapa y nadie en La Moneda (ni siquiera Pinochet) sabía su nombre, con excepción del Presidente y sus compañeros.

La payita lo menciona en su carta a Beatriz Allende. Dice textualmente: “Yo volví al pasillo donde había quedado tu padre y sentí disparos de metralleta que venían desde el living, hacia donde corrí. Allí estaba Máximo, quien me hizo salir y me llevó escaleras abajo hacia la salida. Yo creo que él volvió a pesar de que ya todo había terminado…”

¿Qué hizo Máximo?

Poco sabemos de su actividad secreta, investigar a las Fuerzas Armadas e informar al Presidente. No puede haber sido una tarea fácil y estoy seguro de que ni él mismo sabía cuántas veces se jugó la vida.

Hay un hecho que me contó Adonis Sepúlveda junto a su hija Livia (abuelo y madre de Máximo, su hijo póstumo) que lo retrata de cuerpo entero. El viernes 8 de septiembre de 1973 entró a La Moneda y se dirigió a la oficina de Salvador Allende, a la que tenía acceso. El Presidente lo recibió de inmediato y Máximo le entregó una lista con todos los generales del Ejército de Chile puestos en dos columnas. Una para los leales a la doctrina Schneider (constitucionalistas y leales al Gobierno). En la otra, un poco más larga, estaban los golpistas. Allende le preguntó por qué no estaba el nombre de Pinochet entre los leales. Máximo le contestó que tenía dudas sobre su lealtad. El compañero Presidente se enojó por primera y única vez con Máximo. Le dio la orden de añadirlo a los leales y llevarle la lista para que tomara las medidas del caso. Pinochet era el hombre de confianza del General Prats y había estado junto a él durante el Tanquetazo. Máximo obedeció e informó a Pinochet, que no pudo dormir esa noche.

Augusto Pinochet Ugarte, el militar más cobarde del Ejército más cobarde del mundo[2] no pudo tomar una decisión esa noche. El miedo debe haberlo paralizado, porque en sus manos estaba el destino de Chile. Si se oponía al Golpe, como Comandante en Jefe tenía grandes posibilidades de abortarlo, pero si se unía, el premio era tan grande como su codicia. El sábado 9 fue al cumpleaños de su hija, donde lo encontraron los marinos que enviaba el almirante Merino y lo conminaron a unirse o atenerse a las consecuencias.

El miedo a sus compañeros de armas (tan traidores como él) y la ambición lo decidieron, con los trágicos resultados que conocemos. Pinochet rompió con facilidad sus juramentos de lealtad a la Constitución y al Presidente constitucional y se dedicó a asesinar y robar por mano de otros, como buen delincuente con pasaportes falsos y unos 10 alias para no dejar huellas. Es posible que haya pensado “si París bien vale una misa apoderarse de Chile bien vale ser perjuro, traidor y deshonrar el uniforme”.

¡Qué diferencia con la dignidad de Allende y de sus compañeros! Máximo combatió junto con el Presidente y estuvo a su lado, aunque no le correspondía estar en La Moneda. Su deber era cuidar a la directiva del Partido Socialista en una casa de seguridad en calle Portugal, donde decidieron enviar un mensajero a La Moneda. Altamirano dio excusas para no ir y se fue a refugiar a la embajada de la RDA. Entonces designaron a Hernán del Canto, que pidió un acompañante del GAP. Máximo era el jefe del GAP, pero delegó su autoridad en un compañero para ir a La Moneda junto con Del Canto y se quedó allí a combatir, donde estuvo al lado del Presidente y hay versiones –sin confirmar- que estuvieron disparando juntos con el único bazuka.

¿Por qué es un héroe desconocido?

Como todos los defensores de La Moneda, Máximo es desconocido en Chile. El sistema neoliberal planificado por el nefasto Jaime Guzmán Errázuriz, que tiene una plaza y un monumento en el barrio más caro de Santiago de Chile, ha servido para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres. Pero no sólo ha fomentado la desigualdad económica, sino que ha invisivilizado a millares de chilenos que viven en extrema pobreza, privándolos de todos los derechos más elementales, borrando las conquistas sociales e ignorándolos como seres prescindibles. Si esta noche murieran, por alguna extraña epidemia, todos los pobres de Chile, mañana la noticia en todos los medios de comunicación sería que en el país ha mejorado la renta per cápita y que ha disminuido la pobreza.

Este sistema injusto ha desaparecido de la Historia a los héroes que defendieron La Moneda y la dignidad de Chile durante horas, contra los tanques del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, que bombardeó innecesaria y cobardemente el palacio presidencial, y Carabineros de Chile, la abyecta institución policial, cuyo lema era “La Guardia muere, pero no se rinde”, en alusión a su juramento de lealtad al Presidente constitucional de Chile. En la práctica huyeron para no rendirse. Allende los dejó irse, pero les obligó a dejar sus armas y con ellas su honor, si alguna vez lo tuvieron.

Ricardo “Máximo” Pincheira, es desconocido en Chile, igual que sus heroicos compañeros que dieron su vida en la defensa indefendible de una vieja casona, convertida por ellos de palacio presidencial en símbolo de la dignidad humana.

Quiero agradecer al hermano pueblo de México, dignamente representado por la Colonia el Reloj, Delegación de Coyoacán, por este homenaje tan merecido. Agradecer a Valentín Maldonado, Jefe Delegacional en Coyoacán y a Mauricio Toledo, Diputado Local por Coyoacán, hermanos mexicanos, por esta noble iniciativa.

Ruego la difusión de este texto para escarnio de las Fuerzas Armadas de Chile, que aún no confiesan sus delitos, aún respetan la mafiosa ley de la omertá, y no muestran señales de arrepentimiento por su felonía. Que sepan que aún hay chilenos que les desprecian, que no olvidan y que no les perdonan.

 

[1] GAP= Grupo de Amigos Personales, como llamó Allende a su guardia personal.

[2] Dirigió el Golpe de Estado al mando de todas las Fuerzas Armadas de Chile desde un bunker y con un avión listo para huir. Su enemigo era un médico de 64 años. que contaba con menos de cien civiles con metralletas y un solo bazuca. La cobardía e infamia de las Fuerzas Armadas de Chile está suficientemente documentada en los informes anuales de Amnistía Internacional y en los hechos registrados por la Historia.

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