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Fake News en Antofagasta y la importancia del Periodismo

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Cristian Reyes Herrera

DIARIO DE ANTOFAGASTA http://www.diarioantofagasta.cl

Periodista, Licenciado en Ciencias de la Comunicación UCN.

Soy un #AntofaLover. Director y Fundador de DiarioAntofagasta.cl  

El reciente caso de la noticia falsa que difundió un portal político dirigido por el asesor de prensa contratado por un Senador vinculado a recientes casos de posible corrupción, replicadas también por la cuenta en redes sociales de un programa de corte político operado por un autoproclamado candidato a Alcalde de Antofagasta sin posesión del título profesional de Periodista, constituyen uno de los episodios más bochornosos para las comunicaciones en la región durante el último tiempo.

Solamente bastaba pasar por el lugar señalado para verificar que el mural en homenaje a una joven que murió atropellada por un conductor ebrio sigue intacto y no había sido borrado como aparecía en sendas fotografías difundidas por estas plataformas de propaganda política. Tal como revela un video difundido por este diario, la intervención estaba en una muralla ubicada a varios metros que poseía terminaciones y detalles marginales y no visibles del mural, que se encontraban en mal estado, abandonadas y repletas de grafitis que afeaban la imagen del lugar.

Esta flagrante falta a la verdad pone una vez más de manifiesto la importancia del Periodismo. Los medios de comunicación necesitan más Periodistas a cargo de la redacción, edición y publicación de las noticias, más científicos publicando columnas, más educadores formando opinión y menos charlatanes, menos videntes, menos lectores de horóscopo, menos candidatos buscando votos y menos operadores políticos con conflictos de intereses desinformando a la comunidad.

Un tema aparte es el debate sobre la pertinencia de la intervención en un espacio público para promover a un partido político, lo que es perfectamente cuestionable, venga de quien venga, pero otra cosa es utilizar la molestia de una familia para pretender engañar a la fe pública deformando la realidad y acomodándola según la conveniencia de los políticos a cargo de estas dos plataformas, que por este actuar no califican ni técnica ni éticamente para ser consideradas fuentes confiables de información, sino más bien sitios de difusión de propaganda y clientelismo político.

¿Confiaría usted en un noticiero cuyo director está contratado por un político para ser el encargado de gestionar su imagen ante la prensa, o que un rostro televisivo se autoproclame candidato y siga apareciendo en pantalla? El simple sentido común indica que deberían elegir entre lo uno o lo otro, pero no desempeñar ambas funciones a la vez por constituir un evidente conflicto, como lo señaló categóricamente en su oportunidad la Presidenta del Colegio de Periodistas de Chile en entrevista con este diario. “Yo no puedo ser un periodista creíble si además estoy asesorando a una persona para que aparezca bien en los medios” indicó en esa oportunidad Margarita Pastene.

Los involucrados en este grave atentado a la credibilidad y la fe pública, junto con recibir la condena del gremio periodístico, debieran dar un paso al costado de sus funciones en medios de comunicación o si pretenden colocarse a la altura de los medios que verdaderamente ejercen el Periodismo, debieran poner término a sus funciones políticas, asumir con humildad el error cometido, reconocer que publicitaron una mentira para favorecer sus intereses políticos personales y disculparse no solo con toda la ciudad a la que pretendieron engañar, sino también con todos los periodistas que si ejercen de manera profesional, honesta e independiente el Periodismo, por cuanto con sus conductas están manchando también el prestigio y la credibilidad de nuestra profesión, que es precisamente la llamada a ser la solución frente al fenómeno de las noticias falsas, los hoax o bulos en internet y la posverdad.

Empecinarse en sostener una versión que se cae con la simple constatación material de la realidad, o peor aún, no reconocer los hechos y dirigir ataques, calumnias, descalificaciones y presiones en contra los medios de comunicación que si se dieron el trabajo básico de contrastar los hechos y verificar fuentes para entregar una versión objetiva e imparcial con los diferentes puntos de vista (que positivamente fueron la inmensa mayoría tanto a nivel regional como nacional), revelan que no solo son malos comunicadores, sino que además son malos políticos, por carecer de la estatura ética para postular a los cargos que ambicionan conseguir.

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