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Europa/Venezuela: El colonialismo europeo en tiempos de Neoliberalismo. Por: Elio Colmenarez

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ELIO COLMENAREZ

Ha sido noticia las nuevas sanciones de la UE contra ciudadanos venezolanos y la respuesta del gobierno de Maduro expulsando del país a la embajadora de la UE junto con notas de protesta contra los gobiernos de España, Francia, Holanda y Alemania, quienes auspician en el seno de la UE la campaña contra Venezuela. Notas que el canciller venezolano hizo acompañar de la Constitución Bolivariana y la Carta de Naciones Unidas, para que su lectura ayude a esos países a superar su obvia ignorancia en la materia.

Es histórica ya la arrogancia y absurda injerencia de quienes dirigen los destinos de los viejos imperios europeos, que como modernos corsarios quieren imponer, a las que aún creen sus “colonias de ultramar”, a fuerza de sanciones, una forma de pensar y de dirigir sus destinos de conformidad con las reglas europeas. Hubiese querido el pirata Morgan, que asoló el caribe hace tres siglos a nombre de los imperios europeos, haber tenido la capacidad de sancionar desde la comodidad de un escritorio en Europa, y no arriesgarse en batallas y saqueos, haciéndolo a distancia cual si fuera un teletrabajo.

Pero lo absurdo de las nuevas medidas de la UE, es que ya no se trata de sancionar a altos funcionarios del gobierno chavista, lo cual se ha convertido en una costumbre tal, que muchos altos funcionarios de gobierno, que no han sido sancionados, andan buscando que hacer para provocar que los sancionen para no quedar ante la población como maula o en un estado de sospecha. Ser sancionado por los EEUU y a UE se ha convertido en un motivo de orgullo. El problema ahora es que la UE sanciona a los dirigentes de la oposición que se atreven a hacer uso del derecho constitucional de participar en elecciones, independientemente de que lo hagan en contra el gobierno.

La UE castiga a los opositores que se han separado de Guaido, no porque este sea inepto, corrupto y pendejo, ya que en eso hay consenso incluso entre quienes lo apoyan y seguramente entre los miembros de la UE, sino porque ya no quieren seguir con la estrategia del gobierno paralelo y la abstención que los ha conducido de derrota en derrota colocándolos en el momento más bajo de apoyo en 22 años de gobierno chavista. Pero el disenso y la división entre la oposición es castigado por la UE porque según ellos no se puede ser opositor y estar contra Guaido.
Sucede que la señora Paula, la vieja adeca del barrio, descendiente de españoles, furibunda antichavista, que lo proclama a los cuatros vientos en lo que ella llama la “dictadura” aunque jamás la ha perseguido ni mandado a callar, pero ahora su “madre patria”, como la llama, la amenaza con prohibirle que visite a sus familiares en las Islas Canarias si se atreve a lanzar su candidatura a concejal como era su aspiración.

La pobre señora Paula debe hacer de tripas corazón para explicarle a sus vecinos que quien la amenaza y la manda a callar, no es la dictadura chavista sino la monárquica democracia española. Y será un problema, porque en Venezuela somos descendientes del mestizaje del que estamos muy orgullosos. En la década de los cincuenta, en la postguerra, la dictadura de Pérez Jiménez auspició la migración masiva desde Europa. Politica de impulso a la migración, no se trato de normas regulatoria.

Casi dos millones de europeos pobres y hambrientos, fueron traídos a Venezuela, con escasos siete millones de habitantes, principalmente desde Portugal, España, Italia, Alemania y Turquía, en barcos donde por semanas sólo comían mendrugos de pan. Nuestros abuelos acogieron a esos pobres hombres, mujeres y niños en nuestros barrios, dándole hospitalidad e intercambiando genes, en esa manía por el mestizaje que heredamos de la colonia, por lo que todo venezolano lleva en su sangre algo de europeo, de árabe, de negro africano, de aborigen caribeño y hoy, se anexan ciudadanos chinos. Somos otra gente, la del nuevo hombre sin razas ni prejuicios de color de piel, los europeos no tienen nada que enseñarnos, ni en política ni en cultura. ¿Sera que en Europa cortarán los lazos de miles de familias de ambos lados del océano?, porque aquí, oponerse a Guaido, en un país polarizado políticamente, es casi la única posición de consenso.

Sería larga la lista de razones para explicar por qué ninguno de los países de la UE tiene moral para sancionar a Venezuela ni a sus ciudadanos, no solo por su pasado asesino y colonialista, sino más bien por su presente igualmente asesino y colonialista.

¿Puede la España de los desahucios sancionar al país que otorga viviendas en forma altamente subsidiada?, ¿Puede la Francia que reprime las protestas de los chalecos amarillos señalar a Venezuela por derechos humanos? ¿Puede la Alemania que permite el surgimiento de los movimientos nazis criticar la democracia venezolana? ¿Puede Europa criticar las elecciones en Venezuela, por una alta abstención el mismo día que en Rumania, en elecciones equivalentes, la abstención fue superior sin estar sometida a bloqueo, sanciones ni campaña mediática? ¿De qué democracia hablan los gobiernos europeos que han desgranado insultos contra la relatora de la ONU, Alena Douhan, por atreverse a relatar lo que vió en Venezuela, que las sanciones han afectado directamente al pueblo, saliéndose del libreto dictado por los gobiernos europeos?

¿Por qué la «educada» Europa no sanciona a los funcionarios colombianos responsables del asesinato de más de seis mil civiles haciéndolos pasar como guerrilleros, los famosos falsos positivos; o a los funcionarios del gobierno de Bolsonaro responsables de la muerte de miles de brasileños por el burdo e inepto manejo de la pandemia, y acompañar las voces del pueblo que exige “Fora Bolsonaro”? ¿Por qué no ha habido una sola sanción a los demostradamente ilegítimos funcionarios del gobierno de Añez en Bolivia producto de un golpe de estado que huyen por el mundo con las alforjas llenas?

Al igual que la tercerización y el teletrabajo se han convertido en las nuevas formas de explotación capitalista, las guerras de los imperios también han sido tercerizadas y teledirigidas. Los ímpetus guerreristas se le dejan ahora a mercenarios y gobiernos títeres como Duque en Colombia y Bolsonaro en Brasil, mientras ellos justifican esos ánimos guerreristas con sanciones dictadas desde un cómodo escritorio europeo, teledirigidos desde Washington.

Es el nuevo escenario que han impuesto el neoliberalismo al derecho y la diplomacia internacional.

La gestión de Biden intenta limpiar la cara dejada por Trump, sin dejar de presiona, sancionar ni atacar pero pasándole la batuta del discurso agresivo a sus lamebotas europeos.

Sería cuestión de imaginarse si organismos de integración latinoamericanos como el ALBA, MERCOSUR, UNASUR o CELAC, no sumo la OEA porque en manos de Almagro ha profundizado su papel de ministerio de las colonias de EEUU, se dedicarán a sancionar, no a gobiernos europeos, sino a sus funcionarios. Sancionar a los jueces en España que declaran los desahucios o que meten en prisión a los que por las redes o en sus canciones hablen mal de un rey públicamente corrupto. Prohibirles cantar a los españoles Alejandro Sanz y Miguel Bosé que hace dos años gritaban en Cúcuta, Colombia, mentando la madre al presidente de Venezuela y pidiendo una “intervención humanitaria” pero ahora callan cobardemente ante la detención de un rapero español por cambiarle el apellido al rey de Borbón a Bobón.

Sancionar a los jefes policiales franceses que ordenan la represión de las protestas de los chalecos amarillos. Prohibir las demostraciones públicas en Europa de las organizaciones fascistas, en particular las que piden se retiren las estatuas de Bolívar porque, según ellos, traicionó al imperio español hace dos siglos.

Sancionar a los funcionarios de cultura belga que aún mantienen erigidas estatuas en honor al rey Leopoldo, el gran asesino y desmembrados de manos a esclavos congoleños y de poblaciones africanas. Exigir el cierre de la televisora alemana Deutsche Welle (DW) centro de trasmisión de calumnias contra Venezuela. Sancionar a los funcionarios que reciban a Leopoldo López, el dirigente fascista venezolano, responsable de asesinatos y violencia.

Sancionar a las clínicas europeas que se negaron a operar a niños venezolanos que esperaban trasplantes de médula ósea por que no pudieron acceder a fondos bloqueados. Sancionar a los funcionarios de bancos y de gobiernos europeos que han hechos negocios y fortunas con los fondos en dinero y en oro del Estado venezolano congelados en Europa.

Lamentablemente, a los pueblos latinoamericanos se nos impuso la división a fuerza de gobiernos títeres y lacayos de los EEUU, y los ánimos de integración regional de la década pasada han sucumbido por el dominio imperial neoliberal sobre los gobiernos de la región, pero nuestros pueblos, que han derrotado dictaduras e intervenciones apoyadas por EEUU y Europa, seríamos capaces, unidos como Bolívar soñó, de darle muchas lecciones de derechos humanos, democracia e igualdad a los gobiernos europeos donde cada gramo de su riqueza y cultura se lo deben al saqueo de otros pueblos.

Obviamente las sanciones contra Venezuela, sobre todo el congelamiento de fondos, ya más que política, se han convertido en un negocio de banqueros, de dónde sacan pingues ganancias opositores venezolanos y funcionarios de gobiernos extranjeros diligentes en el ataque a Venezuela. Esa es la realidad material de las sanciones contra Venezuela y recuerdo aquella frase de Bolívar, cuando en plena guerra contra el imperio español, fue amenazado por el representante de los EEUU, por haber detenido y confiscado dos goletas de aquel país que llevaban armas a los españoles,

Escribió El Libertador:

“…Quisiera terminar esta nota desentendiéndome del penúltimo párrafo de la de V. S. porque siendo en extremo chocante e injurioso al gobierno de Venezuela sería preciso para contestarlo usar del mismo lenguaje de V. S. tan contrario a la modestia y decoro con que por mi parte he conducido la cuestión. El pertinaz empeño y acaloramiento de V. S. en sostener lo que no es defendible sino atacando nuestros derechos, me hace extender la vista más allá del objeto a que ceñía nuestra conferencia. Parece que el intento de V. S. es forzarme a que reciproque los insultos: no lo haré; pero sí protesto a V. S. que no permitiré se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España, que, contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”

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