por Pepé Gutierrez Alvarez
En su corta trayectoria legal (1935-1937), el POUM fue un partido que importaba, situado en la franja que abogaba por la Alianza Obrera y que tomó la revolución asturiana de octubre de 1934 como referente…No hubo ningún otro partido ni sindicatos a su izquierda, y sí aceptó apoyar el Frente Popular o el gobierno catalán, fue para no quedarse en el terreno de nadie, algo que solamente se pueden permitir los grupos testimoniales, sin voluntad de asumir estar codo con codo con la mayoría obrera.
En muy poco tiempo consiguió una significada inserción en las masas trabajadoras en la realidad y un alto nivel de formación (muchos militantes suyos fueron destacados sindicalistas, concejales, alcaldes. Mantuvo amplias conexiones con la CNT, con la izquierda del PSOE, incluso los comunistas oficiales lucharon con ellos en Asturias y Cataluña en el 34; en Catalunya hasta se habló de una unificación más amplia, aunque a finales del 36 el PSUC fue reorientado desde el Komintern, por los enviados de Stalin. Sus dirigentes (Maurín, Nin, Andrade, Arquer, Mª Teresa García Banús, Wilebaldo Solano, Josep Rovira, Gorkin, etc.), fueron muy reconocidos por su producción como autores, traductores, “La Batalla” llegó a ser un diario moderno, muy abierto).
Su componente más conocido acabó siendo George Orwell por su obra “Homenaje a Cataluña”. Esta sigue estando considerada como una de las mejores jamás escritas sobre la guerra, desde luego la más famosa y controvertida. Ha resistido el tiempo y las críticas a pesar de que la primera edición casi pasó desapercibida, y fue mirada con hostilidad por la izquierda cultural británica. Aparte quizás del MIR chileno, el POUM sigue siendo el partido marxista antiestalinista más importante en la historia social. Un referente ineludible que, como no podía ser menos en una situación en la que medio país estaba ocupado por el partido militar-fascista, y bajo una República que no quería apartarse demasiado del Frente Popular francés y de las democracias que firmaron “la no intervención” más canallesca jamás conocida.
Su papel no era precisamente fácil. La situación era justamente la contraria que la del Octubre ruso; allí el ejército estaba atravesado por los soviets de soldados. Lo más parecido a la fracción bolchevique era la CNT que creía que la revolución se podía hacer solamente por abajo. En este contexto hay que situar la pasión de Trotsky por seguir ocupando el protagonismo de una Internacional que había sido invertida –el Komintern-, y que argumentaba en el sentido de llevar a cabo una oposición frontal a la política del Frente Popular avalado por la URSS, la única potencia que parecía apoyar a la República. La facción bolchevique-leninista no solamente era una fracción mínima, dividida, Carecía de arraigo en cualquier ciudad o movimiento.
Tratar al POUM de «traición» cuando este estaba siendo perseguido como “trotskista” –por tratar de encontrar asilo a Trotsky, por sus críticas al gobierno y a la izquierda-, acabó siendo uno de los mayores despropósitos de una corriente que acabaría siendo arrollada por una II Guerra Mundial que tampoco se parecía en nada a la anterior. Se podría decir que Trotsky vio el Frente Popular como una barrera contra la revolución, sacrificada por la política exterior estaliniana…
Sin dejar de ser esto absolutamente cierto, también lo era que para la inmensa mayoría del pueblo apareció como un baluarte contra el fascismo, sobre todo gracias al apoyo de la URSS.
A lo largo de los años treinta, Trotsky tuvo razón en la mayoría de debates que…se saldaron en derrotas. Derrotas que tuvieron como efecto el reforzamiento del “modelo soviético”. Un modelo que no entrará abiertamente en crisis hasta los años 60, pero cuyos efectos todavía se prolonga actualmente.

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