por Franco Machiavelo
La industrialización de la minería en Chile no solo es posible, sino urgente y necesaria. El país lleva más de un siglo exportando materias primas sin valor agregado, condenándose a ser una economía extractiva, dependiente y vulnerable a los vaivenes del mercado internacional. Mientras las grandes mineras —principalmente extranjeras— extraen cobre, litio y otros minerales estratégicos, el Estado chileno se conforma con migajas, y las comunidades afectadas enfrentan devastación ambiental, pobreza y abandono.
La industrialización significaría procesar nuestros recursos aquí, generar empleos calificados, fomentar innovación tecnológica y retener la riqueza que hoy se fuga al extranjero. ¿Por qué no producimos baterías de litio en vez de exportar el litio bruto? ¿Por qué seguimos vendiendo concentrado de cobre en lugar de refinarlo y manufacturar componentes electrónicos?
Lo impide un modelo neoliberal entreguista, que ha cedido soberanía y decisiones estratégicas a las transnacionales. Sin voluntad política y sin control estatal real sobre los recursos, seguiremos siendo colonia minera del siglo XXI. La industrialización es posible, pero requiere romper con los pactos de sumisión y construir un nuevo proyecto nacional que recupere para Chile lo que le pertenece. ¡El tiempo corre!