¿Es Chile una Plutocracia? Desigualdad e Impuestos a los Súper-ricos.
Andrés Solimano*
Abril 17, 2021
El espectáculo de una minoría de billonarios en Chile y el mundo (personas con activos netos superiores a los mil millones de dólares) aumentando en forma espectacular su riqueza a pesar de la pandemia del COVID y de la contracción económica generalizada con aumentos del desempleo y la pobreza es causa de justa indignación. Esta situación muestra la disfuncionalidad del modelo económico que se conoce como neoliberalismo que ha concentrado la riqueza en un grupo pequeño grupo de personas y familias y ha agravado las grandes desigualdades estructurales de ingresos y riquezas existentes históricamente en nuestro país. Estos billonarios en Chile incluyen a personas como Julio Ponce Lerou, la familia Lucksic y el Presidente de la Republica, Sebastián Piñera por mencionar algunos. El grupo de billonarios en Chile controlan una riqueza equivalente a cerca del 30 por ciento del ingreso nacional de un año. Hasta ahora, este pequeño grupo no quiere compartir, con el resto de la población que no es tan afortunada como ellos, aunque sea una proporción muy reducida, sus recientes aumentos de riqueza que se elevaron en mas de 10 mil millones de dólares en el caso de la familia Lucksic y en 300 millones de dólares en el caso de Piñera. Una causa de este aumento de riqueza en un período de crisis es la revaluación de las acciones de empresas y activos financieros que ha tenido lugar en Chile y en muchos países, después que se desato la pandemia en gran medida debido a las políticas de relajamiento monetario adoptadas por los Bancos Centrales.
Mientras estos activos financieros suben en valor, los sueldos y salarios de la gran masa trabajadora se reducen y la pobreza aumenta. Claramente no vivimos en un sistema económico justo o racional. Por otra parte, en el parlamento se presento un proyecto de ley de impuestos a personas de alto patrimonio el llamado “impuesto a los súper-ricos” que gravaría a personas con activos financieros por sobre 22 millones de dólares los que serian afectados, por una vez, a una tasa impositiva de 2.5 por ciento. Este impuesto , se calcula, podría recaudar para las arcas publicas entre 5 mil y seis mil millones de dólares.
El gobierno actual y las grandes centrales empresariales se oponen férreamente a este impuesto a pesar de que internacionalmente es recomendado por el Secretario General de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y la OCDE. Se visualiza que con un impuesto al alto patrimonio permitiría que los gobiernos recauden recursos frescos que se pueden gastar en vacunas contra el COVID, equipamiento médicos y hospitalarios, financiar ayudas a los hogares mas golpeados por la crisis y reactivar las economías nacionales.
Chile aparece a nivel global, sin embargo, como un país muy recalcitrante que se opone a lo que internacionalmente es aceptado en estas materias tributarias.
Una pregunta mas de fondo es que tipo de sistema político tenemos que permite que un pequeño grupo de súper-ricos tenga la capacidad de bloquear iniciativas en favor de las grandes mayorías de la población. ¿No estaremos en presencia de una plutocracia mas que de una democracia? La plutocracia se define como un gobierno de los ricos (una forma especial de oligarquía) que toma decisiones en favor de los ricos, en forma regular y sistemática. Es lo contrario de una democracia que es el gobierno del pueblo (mayoría), por el pueblo y para el pueblo. En una democracia, se supone que los representantes en el parlamento y el ejecutivo toman acciones en favor del bien común de la nación, al ser elegidos por la mayoría de la población. Por supuesto, y para los que vivimos en Chile lo sabemos bien, estos representantes pueden ser capturados por poder económico y legislar en favor de estos intereses mas que los de las mayorías que los eligieron. Un antídoto a esto es la democracia directa en que el poder de los representantes indirectos se reduce y la gente decide directamente en los temas nacionales, regionales o locales que le afectan a través de plebiscitos, referéndums, iniciativas populares de ley y revocación de mandatos de representantes que toman un camino diferente a de los que los eligieron. Una instancia de ejercicio democracia directa fue el plebiscito del 25 de Octubre de 2020 en que el 80 por ciento de la población se pronuncio por una nueva constitución y que esta fuera elegida por una Asamblea (Convención mas bien) y no por desprestigiados representantes en el parlamento y partidos políticos. Ha sido la única consulta nacional en casi 30 años de restablecimiento de la “democracia” lo que muestra lo débil que son los mecanismos de democracia directa en nuestro país.
Hay una oportunidad ahora con la Convención Constituyente de reformar el sistema político chileno introduciendo mecanismos de democracia directa, alejándose de un presidencialismo y centralización agobiantes y de un sistema de democracia representativa muy sensible a los dictados del poder económico. Por otra parte, si no hay cambios fundamentales en el modelo económico imperante, en especial disminuyendo la enorme concentración de ingresos y riquezas en que la elite económica captura el sistema político, las reformas políticas que se puedan aprobar no tendrán grandes efectos y Chile seguirá estando mas cerca de una plutocracia que de una democracia.
*Economista. Doctor en economía del MIT. Presidente del Centro Internacional de Globalización y Desarrollo (CIGLOB)