EL PORTEÑO
de Carlos Pinto, Francisco Martorell, Iván Badilla y Rodrigo de Castro
La siguiente entrevista fue hecha en 1993 y prácticamente pasó desapercibida en Chile. Ningún medio se atrevió a publicar a pesar de haber sido realizada por destacados periodistas de investigación chilenos como Francisco Martorell o Rodrigo de Castro. Sin embargo, hoy ha cobrado relevancia tras las acusaciones que pesan sobre el ex dictador chileno Augusto Pinochet y sus relaciones con el narcotráfico.
Es la historia del narcotraficante Frankell Iván Baramdyka. En 1993, estaba pronto a cumplir su condena por giro doloso de cheques que lo tuvo preso seis años en la capital chilena, Santiago. Desde 1987, sin embargo, había sido tramitada y aprobada su extradición a los EEUU, donde debía enfrentar a un tribunal de California por su responsabilidad en la “conspiración para importar cocaína”. Sabía, entonces, que su libertad significaba abandonar el país y que también ello implicaba dejar atrás los documentos de la embajada norteamericana que lo definían como uno de los más importantes narcotraficantes de la zona detenidos en Chile.
En marzo de 1993, luego de casi seis años encarcelado y listo para abordar un avión que lo llevaría esposado a EEUU, Baramdyka habló con los periodistas citados.
Todas las citas de este narcotraficante provienen de tres entrevistas que dio a destacados periodistas chilenos antes de partir a EEUU. Primero a Carlos Pinto y Francisco Martorell -material que está registrado en video- y luego, en dos ocasiones, al mismo Martorell y a los entonces periodistas de la revista Análisis, Iván Badilla y Rodrigo de Castro. La entrevista ha sido publicada en el El Periodista.
Nota de Felipe Valdés, 18 de julio 2006
¿Por qué llega a Chile?
Mi esposa es chilena y había adquirido ciertos contactos por su intermedio en el consulado en Los Ángeles. Un señor de apellido Alcalde, que tenía bastante dinero y necesitaba transportarlo, porque debía lavarlo, desde el puerto de Houston. No existía otra forma de moverlo sino era con una empresa de transporte y yo tenía una. Luego el consulado, cuando tuve problemas, me ayudó a venir a Chile.
¿De dónde provenía el dinero del señor Alcalde?
El dinero provenía de operaciones de narcotráfico que ellos habían financiado originalmente a gente de Colombia.
¿Usted realizó movimiento de drogas o sólo de dinero?
Yo tenía contactos en Haití, Panamá, Costa Rica y México. Mi tarea era pagar las coimas correspondientes, para que los aviones pudieran pasar por esos lugares sin problemas, en forma clandestina por aeropuertos… Se me acusa de haber lavado, entre 1981 y 1985, aproximadamente mil 500 millones.
¿De cuánto eran los embarques de cocaína?
En tres vuelos, uno de ellos que hice por mi propia cuenta, sumé mil kilos de cocaína. Por cada dos kilos que entregaba uno era para mí…
¿El consulado chileno tenía relación con sus “negocios” en EEUU?
No tengo la menor idea. El señor Alcalde tenía relación con ellos, pero yo no sé directamente si estaba involucrado el consulado… Había otros tres árabes y militares involucrados.
¿Con quién se relacionaba Alcalde?
Yo me imagino que, en parte, se relacionaba con Patricio y con otro par de mujeres que trabajaban ahí.
¿Recuerda sus nombres?
No, de las mujeres no; Patricio era el hombre número uno de ese consulado.
¿Cuánto dinero le transportó a Alcalde?
En total, tengo que considerar que le moví más de 100 millones de dólares. A mí se me acusa de haber lavado, entre 1981 y 1985, aproximadamente mil 500 millones.
¿Él tenía socios?
No sé si era su socio, pero trabajaba con el hijo de Pinochet.
¿Cuándo llegó a Chile, tenía intenciones de traficar?
No. No vine a Chile a hacerlo. Yo me había salido.
¿Con qué documento entró?
Con pasaporte americano, expedido por el edificio federal en la ciudad de Los Ángeles, con el nombre de Trinidad Moreno.
¿Lo compró?
No. Fui con una partida de bautismo de alguien que se llamaba así y me entregaron el pasaporte.
Una vez en Chile, ¿cuándo se lo contacta como asesor para estos mismos temas?
En 1986, cuando tenía mi compañía de pesca y estaba bien con mi familia, se me solicita por intermedio de ciertas personas que conocía, una ayuda, más bien una asesoría sobre mis conocimientos internacionales con respecto a estas operaciones, porque ellos estaban teniendo problemas…
¿Qué problemas?
De transporte y distribución, puesto que ellos no tenían conocimientos de cómo manejar las paradas técnicas o cómo hacer las descargas…
¿Quién lo contactó?
Personal de la CNI (Policía secreta de Pinochet).
¿Recuerda sus nombres o chapas?
Sí, la persona que me contactó se llamaba Carlitos y conversé con él, pero era el ayudante de Álvaro…
¿Corbalán? (uno de los represores más crueles de la dictadura de Pinochet)
Sí, pero él no era la persona que estaba directamente involucrada o envuelta en esta operación. Yo creo, más bien, que era como un jefe de seguridad. La cabeza principal de la operación, que requería un manejo internacional, era una base de operaciones en Estocolmo de la CNI. Hay dos inteligencias militares, una totalmente legal y que está por arriba de la mesa y otra que, operada por un X, lo hace por debajo de la mesa. Este grupo, con gente desconocida, eran los que operaban internacionalmente y estaban utilizando los transportes de armas y de otras cosas para traficar cocaína. Me refiero a Edgardo Bathich, cuyo nombre no creo que sea desconocido en este país. En lo que se refiere a esa parte yo tuve relación con él.
¿Armas y drogas?
Le voy a explicar. Usted carga un avión 727-200 en Santiago de Chile, con armas o partes de ellas y cuyo destino es Bagdad, por ejemplo. La nave, por la distancia, debe parar al menos dos veces para reabastecerse de combustible y una parada, por ejemplo, puede ser en las Islas Canarias donde, luego de pagarle a alguien, se bajan dos, tres, cuatro o cinco cajas, sin pasar por la aduana, porque el avión está de paso, con cocaína. Podría ser tráfico de armas que contiene cocaína o simplemente una venta de armas muy legal, aprovechada por otros para acoplar cocaína.
¿Cómo lo contactó Corbalán?
Él no lo hizo, sino gente que trabajaba para él. Luego conocí a unas ochenta personas, todas de Inteligencia, que estaban en esto.
¿De quién era el negocio de las armas?
Eran tres sociedades importantes, una de ellas Ferrimar, la otra era la de Cardoen y la tercera era Famae.
¿Eran fachadas para traficar cocaína?
No, porque ambos negocios son lucrativos. Cardoen se hizo rico con las armas.
¿Cuál fue su primer trabajo?
En octubre de 1985 me piden ayuda para conseguirle mercado a 75 kilos que hay en Las Bahamas y que no tienen a quién entregárselo. Yo se los vendo a un cubano que es dueño de una compañía de seguros en Miami. No recibí nada a cambio.
¿Lo extorsionaron?
No lo tomé así, sino como el costo por recibir la residencia… Dentro de este sistema nadie te amenaza así. Uno ya conoce la sutileza.
¿Participó alguien más que Corbalán?
Sí, un capitán que era jefe de seguridad de un Laboratorio Químico.
¿Estaban operando hace tiempo?
Me dio la impresión que sí, pero con pocos kilos. La segunda asesoría fue para Europa.
¿En qué otras actividades ilegales usted se involucró en Chile?
Tuve la oportunidad de conocer, ahí mismo, otro negocio: la venta de productos químicos a Perú y Bolivia, que eran usados para la elaboración de cocaína. Estos precursores, como los llaman, salían del laboratorio químico del Ejército en Talagante…
¿Transacciones del Ejército?
Claro, había intermediarios, personas que compraban químicos y, sin restricción alguna, los trasportaban al norte y de ahí a Bolivia. Con ello conseguían dinero, dinero fresco, para nuevas operaciones. Esta gente debía preocuparse de mantener y buscar nuevas formas de ingreso para todas las acciones en el exterior.
Y la cocaína, ¿cómo la traían a Chile?
Se importaban motores, llámelos de segunda clase o que requerían ser reconstruidos, desde Brasil. Se los traía por tierra y cuando pasaban por ciertos lugares, Bolivia o Paraguay, se desarmaban y se llenaban con coca. Esa mercancía, luego, era llevada a Europa o Estados Unidos… Eso era para traer poco. Si quieres más, lo haces en aviones, que salgan de Bolivia, ahí es más fácil, pero se descarga en vuelo en algún fundo en la ruta A1. En un fundo de 50 mil hectáreas no se da cuenta lo que cae. Las tierras de Bathich en San Vicente de Tagua Tagua eran el lugar perfecto para procesar, empacar o hacer cualquier cosa.
¿Quién estaba a cargo de esas operaciones?
La única persona que yo conozco, que estaba directamente involucrada con esas operaciones a través de Bathich Motores, era Edgardo Bathich…
¿Y Álvaro Corbalán?
Bathich era la mano derecha de Corbalán.
¿Cómo conoció todas estas operaciones?
Yo asesoré en ciertos puntos de transporte y distribución fuera de Chile. No estuve involucrado ni en la venta ni en la distribución. Tampoco recibí dinero por ello.
¿Dónde se realizaban las reuniones de coordinación?
En Famae (Fabricas y Maestranzas del Ejército chileno), en las canchas para jugar tenis…
¿Vio usted a alguna persona vinculada familiarmente a Pinochet?
Claro. Más tarde, un hijo del general Pinochet pasó a ser socio de Bathich en la empresa de motores…
¿Cómo y cuándo conoció a Bathich?
Yo a él lo conocí en diciembre de 1985, por primera vez, en un Rodizzio y después en el Olivers (restoranes ubicados en Santiago de Chile). Había otros tres árabes y algunos militares. Luego nos juntamos en enero del año siguiente. Hablamos específicamente de las operaciones, qué tanto conocimiento tengo yo y le dije que no me interesaba entrar. Él me dijo que necesitaba mis contactos.
¿Le dice que trabaja para la Inteligencia?
No, tan sólo que tiene relaciones excelentes, directas con La Moneda (sede de Gobierno chileno), que me puede ser de mucha ayuda para uniones y llegadas. Me asegura que tiene relaciones con ciertas personas del servicio de seguridad, no que es directamente miembro, que me puede ser bastante útil y que yo también le puedo servir a él…
¿Qué motivó una serie de viajes suyos desde Chile a Europa? ¿Placer?
Yo nunca hago viajes por placer. En 1987 salí con destino a Madrid e hice un periplo por Bombay, y de allí a Japón: Tokio y Yokohama. De ahí a Taiwán y Taipei, Hong Kong y Kay Lun. Fui a Singapur, regresé a Madrid y de ahí a Santiago.
¿Negocios de la pesquera?
Una parte. Otra era una infraestructura nueva que se quería abrir, con ciertos movimientos técnicos, para lograr una ruta de cocaína de Chile a Japón.
¿Era un objetivo suyo o se lo habían encargado?
Me lo encargaron en enero de 1987. Pero clandestinamente ya había hecho otros tres viajes en 1986.
¿Había ido a Panamá?
Sí, con un pasaporte que me dio el coronel Gutiérrez…
¿Trabajaba con Corbalán?
No, él pertenecía a una oficina más grande, que estaba en la esquina de Zenteno y la Alameda. Mis asociaciones fueron más con él que con otros. Él me contactó, citado por una patrulla. Éramos doce extranjeros los que prestábamos asesorías, pero yo sólo conocí a seis, cuatro israelíes y dos americanos.
Y el coronel Gutiérrez… ¿en qué estructura cree usted que trabajaba?
En algo sumamente alto, más que seguridad, en Inteligencia. Quizá directamente con Salas Wenzel y Humberto Gordon (altos oficiales del Ejército chileno durante la dictadura de Pinochet)
¿Quién le encargó el viaje a Japón?
Un general X. Emisario intermedio.
¿Ni Gordon ni Salas?
No. Gordon nunca estaba directamente. Él era el padrino de Álvaro, fue quien lo nombró como seguridad y lo trajo. Y Salas Wenzel era extremadamente inteligente para saber quién era Álvaro, entonces ellos no se mezclaban directamente.
¿Y los otros dos viajes clandestinos que hizo?
Uno a Haití y otro a España. En Haití hice arreglos para que aterrizara un 727-200 para hacer una descarga. Tomó un padrón de avión comercial, pero allá hizo una parada técnica y, para asegurarme de que no lo asaltaran, yo estaba allá. El avión pasó de ahí a Canarias y después no sé dónde fue. Eso fue en marzo de 1986. En junio hubo un segundo viaje Haití-Canarias y en octubre otro directo a Bagdad, pero con escala en Canarias. En marzo y junio del ’87, cuando ya estaba preso en el OS-7 (Carabineros de Chile, la policía uniformada de Chile), el coronel me llevó al aeropuerto.
¿Gutiérrez?
No el coronel del OS-7…
¿Con qué nombre viajó usted?
Como Hernán Fuenzalida, con pasaporte paraguayo.
¿A qué viajó a España?
Fui a crear una distribución apropiada. No tenían la experiencia nuestra, como llevar droga de México a EEUU, por lo que le enseñé a operar a la gente que estaba en Estocolmo. Era más fácil distribuir desde Suecia que en España. Yo tenía muchos contactos. Si hubiese tenido la posibilidad de utilizarlos en el plano comercial habría estado al nivel del presidente de la Coca Cola…
¿Nunca le pagaron una operación?
La única vez que recibí un cheque del Ejército por 8 millones 500 mil pesos fue a nombre de mi compañía. Lo único que quería era quedarme aquí, seguir tranquilo con mi negocio y con mis hijos. El mayor estaba en el Nido de Águilas (un exclusivo colegio chileno) y mi hija entraba al año siguiente. La pesquera estaba funcionando y en 1986 exporté 4 millones de dólares. Fue, entonces, trabajo voluntario. El cheque del Ejército a mi empresa, sin factura ni nada a cambio, fue el gran error de ellos.
¿Nunca le pidieron que usara su empresa para lavar dólares, por ejemplo?
No, para qué. Si son dueños de este país, es una finca para ellos… Van al Banco del Estado y el hombre del Banco del Estado operaba con ellos todos los días. Tan sólo con el leasing de los aviones de Lan Chile tenían suficiente para movilizar lo que quisieran, esa no es la parte importante ni la infraestructura que se busca. Ellos querían un comercio más grande, con una forma más inteligente de mover productos y con menos riesgos.
¿Hubo relación entre La Cutufa (financiera ilegal que operó en el Ejército chileno) con el tráfico de drogas?
No con las personas que administraban La Cutufa, pero esos dineros sirvieron para financiar operaciones de cocaína. Por otra parte, los colombianos estaban buscando formas para transportar sus productos y ellos encontraron en La Cutufa un aliado, que debía proteger un cargamento de 270 kilos que pasaba por Chile. Cuando esta operación falló y lo decomisaron, entonces, este hombre tenía un problema porque le adelantaron 500 mil dólares…
¿Qué hombre?
El que era el jefe de La Cutufa.
¿Sichel?
Aurelio. Correcto. Yo no lo conocí a él, pero sí a la persona que le pagó el dinero.
¿Quién?
Prefiero abstenerme, por favor, tengo un juicio pendiente en EEUU.
¿Por qué lo mataron?
Hay un embargo de dinero, el dinero está perdido y los colombianos piden su dinero. Yo creo que fueron los colombianos los que lo eliminaron y no los militares chilenos, porque ellos tenían más que perder y menos que ganar. En cambio, los colombianos sí tenían que sentar una lección, puesto que había otras operaciones de movimiento de cocaína en Chile.
¿Fue un asesinato por encargo?
Obvio. Fue celebrado por un hombre de Panamá, que cobró 50 mil dólares
Usted fue detenido durante el gobierno de Pinochet, con el que colaboró, ¿por qué no recibió ayuda?
La cocaína, señor, es el arma política más grande que tiene EEUU para Latinoamérica. Yo creo que el general Pinochet y lo que estaba haciendo en ese momento, no les permitía sacrificar todo ese desarrollo y lo que habían ganado por ayudar a un hombre. Un hombre es sacrificable aquí y en cualquier parte por él, por el beneficio de muchos. Yo respaldé todo lo que él estaba tratando de hacer y ayudé en lo que me fue pedido…
¿Por qué, siendo montos pequeños, usted no logró salir en libertad cuando fue acusado de giro doloso de cheques? ¿Quién piloteó su proceso? ¿Sus amigos?
No. Lo piloteó el Ejército de Chile. Era gente que no le interesaba que saliera del país, para que no dijera lo que se estaba haciendo.
¿Y por qué, entonces, no le dieron plata y lo ayudaron a escaparse?
Porque nadie se atreve a hacerle eso al Gobierno de los Estados Unidos.
Sin embargo, la Corte Suprema no ha concedido la extradición a algunos norteamericanos.
Porque nunca esos norteamericanos son tan abiertos como yo. Para salvaguardar la operación chilena, yo me declaré culpable de la operación americana cuando me interrogaron. Los agentes de la DEA me presionaron de muerte para que dijera las cosas en las que estaba metido en Chile…
¿Ellos querían sacarlo inmediatamente?
El chofer que yo tenía, cuando me detuvieron, llamó a la CNI y dijo que me habían secuestrado y que me llevaban en un Volvo con patente diplomática. Entonces la CNI presionó…
¿Era un secuestro para llevarlo a EEUU?
Claro, ellos sabían en qué estaba involucrado y querían que hablara.
(Fuente: El Periodista, 1993)