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Elogio del insulto…

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POLITIKA

Reedición, corregida y aumentada, de un texto necesario…
Insultos
Elogio del insulto…

Escribe Luis Casado

Forges no fue solo un gran humorista gráfico. Por ahí escribió el prefacio de un libro que debiese ser de lectura obligada en la enseñanza primaria: 
El gran libro de los insultos, de Pancracio Celdrán Gomariz.

Forges, de su verdadero nombre Antonio Fraguas de Pablo, escribe:
“Siendo el (castellano), según afirman los expertos, el más extenso almacén ‘corteinglésico’ de insultos del planeta Tierra, es asombrosa la poca inventiva que empleamos los ibérico-hablantes en general y los españolo-parlantes en particular, para remozar esta ‘jergaofensiva’ modalidad léxica de las relaciones humanas a nuestros tiempos.”No puedo sino darle la razón. El decaimiento del uso de la lengua se extiende al uso ecolálico de media docena de palabrotas vulgares, groseras, cutres y cloacales que no le hacen justicia a la riqueza del idioma cuando se trata de cubrir de invectivas a quien se lo merece. De paso, tales muletillas no le dejan espacio a la creatividad ni a la innovación, y nos condenan a escuchar un rosario recurrente de CSMs y la versión cochambrosa de sodomizado. Hasta la saciedad.

Hace ya tiempo que un compatriota de sólida cultura y refinado gusto propuso que en vez de enviar a nadie a la CSM (es el sentido de este insulto), había que sugerirle con fuerza y convicción “hacernos la amabilidad de regresar a su claustro materno”. El significado es el mismo, pero la forma del significante adquiere envergadura y eufonía.

Del mismo modo pude escucharle a un amigo bonaerense una frase cuyo significado era de una encandilante claridad: “Y viste… ese boludo es uno que perdió el invicto”. Tal expresión cae lejos de la mención explícita del tramo final del sistema digestivo, así como de usos que contrarían la función fisiológica y el propósito catártico que le dio originalmente la Madre Naturaleza, sin perder no obstante sus cualidades agraviantes.

El ya mencionado Forges no se limitó a celebrar la publicación del libro: aportó neologismos de su propia cosecha, útiles a la hora de llamar –merecidamente– del nombre del puerco a sus destinatarios. Ejemplos:
Putiliendre
Jilipollescente
Enmerdecedor (del cual se adivinan las raíces galas)
Inflaescrotos
Programador de televisión
Neurorrea
Bocasobaco
Banquero
Cabronoide
Tontalgia (adjetivo: aquejado de…)
Tontolglande (versión de cúbito supino del más conocido Tontolculo, versión de cúbito prono)
Gorronáceo (al que convendría sumarle Gonorreáceo…)

y otros tan sabrosos como los que aquí reproduzco (las observaciones entre paréntesis son mías).El autor del Gran libro de los insultos afirma: “El adjetivo es producto de un examen personal del mundo a menudo doloroso, y la sentencia que da el hombre toma forma de elogio o vituperio”.

Los dicterios tomarían pues, frecuentemente, la forma de adjetivos calificativos, aun cuando no hay que descartar los sustantivos. Si pichafloja o cabronoide son adjetivos, banquero, a mi modo de ver, es un nombre propio que designa el oficio de estafador. ¿Te habías percatado de que en los Casinos, los croupiers son la Banca?

Ya puestos, y por diferentes razones, cualquiera puede sentir el impulso incontrolable que lleva a hacer escarnio o mofa del prójimo. Celdrán recuerda que “en los Evangelios canónicos, cuando látigo en mano expulsa a los mercaderes del templo, Jesús los llama ‘raza de víboras, generación malvada y adúltera, hipócritas, malditos’.

 No te sugiero buscar estos versículos de la Biblia en Casapiedra: dudo que hayan tenido la peregrina idea de exponerlos allí.

El mismo Jesús, confrontado a la hipocresía y la ruindad, pronunció voces como fariseo o sepulcro blanqueado, protolocuciones precursoras que hoy designan a los príncipes de la Iglesia.

George Clemenceau, médico, periodista y político francés que llegó a ser Primer Ministro y jefe de Gobierno en un momento crítico de la I Guerra Mundial, es conocido por haberla ganado. La guerra, digo. Hasta ese momento la calamitosa conducción de los generales –tanto franceses como alemanes– era tan lamentable como carnicera. Con mucha razón Clemenceau pudo decir entonces:
“La guerra es un asunto demasiado grave como para confiárselo a los militares.

Un siglo antes, el muy brillante Talleyrand, ministro de Relaciones Exteriores de Napoléon, pudo cachondearse del pinche Emperador con una réplica para el bronce. Napoléon presumía del poder de sus ejércitos cuando Talleyrand le observó:“Con las bayonetas, Sire, se puede hacer de todo, menos sentarse arriba”.

Más tarde, Jean Cocteau respondió a una incógnita milenaria:“¿Porqué los generales son tan imbéciles? Porque los escogen solo entre los coroneles”.

Se ve que Cocteau conocía bien el generalato: por ahí afirmó:“Un general no se rinde jamás, ni siquiera a la evidencia…”.Henri Jeanson, célebre dialoguista del cine francés, puso en boca de uno de sus personajes del film Fanfan la Tulipe el parlamento:“La guerra es la única diversión de los poderosos a la que invitan a los miserables”.

El mismo Jeanson pretendía que el verbo ‘desarmar’ se conjuga solo en los tiempos futuro o condicional.Sin ánimo de incordiar, de un general chusquero se decía:“Es como una bomba: hace daño solo ahí donde cae”.

En el ámbito político hay perlas que merecerían figurar en la antología de los insultos. De un diputado vernáculo al que le faltaba un brazo, se dijo:
“Es el único manco que roba a dos manos”.Un cantamañanas, senador antes de ser declarado “prescrito” en vez de proscrito, osó escribir un ensayo que en su supino hubris tituló Animales políticos. En casos como el suyo hubiese sido más acertado Políticos animales, si no fuera que los animales ni roban ni coimean.En política los insultos tienen solera. En sus Memorias de Ultratumba, Chateaubriand cuenta su visita a Louis XVIII, rey de la Restauración a la caída de Napoléon (1815):“Enseguida me dirigí donde Su Majestad; introducido en una de las cámaras que precedían el gabinete del rey, no vi a nadie; me senté en un rincón y esperé. De repente se abre una puerta: entra silenciosamente el vicio apoyado en el brazo del crimen. Monsieur de Talleyrand caminando del brazo de Monsieur Fouché».

Fouché estuvo entre los más sangrientos represores del período de la Revolución Francesa bautizado el Terror, y votó la ejecución de Louis XVI. Luego, como un Mapu cualquiera, sintiendo que el viento cambiaba de dirección, contribuyó a la caída de Robespierre. Su calidad de Mapu, perdón, de pirinola de corcho, lo llevó a ser el jefe de la policía del Imperio, y más tarde de la Restauración. En cuanto a Talleyrand, obispo de Autun, traicionó a la Monarquía, a la Iglesia, a la Revolución, al Directorio, al Consulado, al Imperio y a Napoléon.

Brillantes, inmorales, ladrones e inescrupulosos, su huella de ambos perdura hasta hoy. Chateaubriand hizo gala de una rara virtud de retratista al describirlos exhaustivamente en ocho palabras: “el vicio apoyado en el brazo del crimen”. Talleyrand murió ‘príncipe de Benevento’, y Fouché ‘duque de Otranto’. No te rías: la diplomacia y la policía de hoy les deben todo.

Talleyrand le devolvió la amabilidad a Chateaubriand cuando hizo un comentario mordaz:«Chateaubriand cree que está sordo porque ya no oye hablar de él…»Winston Churchill, tipo ocurrente, amaba el whisky y detestaba a los Laboristas, sobre todo a su jefe Clement Attlee: alguna vez contó en el británico parlamento:
“Un vacío taxi llegó a Downing Street. De él descendió Clement Attlee…

En otra ocasión, como le observaron que Attlee era una persona modesta, Churchill apuntó:“Tiene muchas razones para serlo”.

Charles de Gaulle, hablando de Valéry Giscard d’Estaing, opinó:
“Giscard es un traidor por naturaleza. Vayan a verle y convénzanle de traicionar en la buena dirección”.

Marie France Garaud, asesora de Pompidou, dijo a propósito de Chirac:

“Yo pensaba que Chirac era del mármol con que se hacen las estatuas, pero está hecho de la loza con que fabrican los bidets”.

Durante la presidencia de Nicolas Sarkozy, Laurent Fabius, inquieto por el clima social, declaró:“Hablarle del tema social a Sarkozy es como hablarle de cine a una cámara de vigilancia».

Hay quien increpa con humor, como Roselyne Bachelot, ministro de la Cultura, quien hace unos años dijo a propósito de la oposición francesa:“Como decía mi abuelo, mas vale tener gente en su tienda, y que mea afuera, que lo contrario”.

La frase de Lionel Stoléru sobre el conocido empresario Marcel Dassault hubiese servido para José Miguel Insulza:

“José Miguel será candidato al Senado hasta su muerte. Después se presentará a la Cámara”.En Washington no lo hacen mal. Lyndon Johnson dijo a propósito de su sucesor Gerald Ford:

“Es un buen tipo, pero jugó demasiado al fútbol (americano) sin casco”.

Del mismo Gerald Ford se comentaba: “No sabe caminar y mascar chicle al mismo tiempo”.

Ronald Reagan tomaba la delantera: cuando un periodista le preguntó porqué llegaba a la Casa Blanca al mediodía, RR le respondió:“Yo sé que el trabajo nunca mató a nadie, pero… ¿para qué correr riesgos inútiles?”

Los avezados periodistas yanquis, admirados del dogmático laissez-faire de Lawrence Summers, Secretario del Tesoro de Clinton, lo apodaron Larry ‘haz-lo-que-te-salga-de-la-punta-del nabo’ Summers.Ken Livingstone, líder Laborista inglés, confesó:

“He frecuentado asesinos en serie y criminales, pero ninguno me asustó tanto como Margaret Thatcher”.

Cuando Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, le anunciaba a Las Cortes su decisión de reducir las indemnizaciones del seguro de desempleo, Andrea Fabra, diputada de su partido (PP), dirigiéndose a quienes no tenían trabajo gritó: “¡Que se jodan!

El catedrático Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid a quien tuve la suerte de conocer y del cual conservo un bello regalo: un libro, fue interrogado en los años de la transición a propósito de un joven dirigente socialista promovido por el dinero alemán: «¿Qué piensa de Felipe González?» 
La respuesta de Tierno Galván: “Un guitarrista guapito”.

En el ámbito de la diplomacia, la sonrisa maliciosa de Vladimir Putin mostró a qué punto se divirtió al comentar las malas relaciones con los líderes yanquis:“No se puede dialogar ni negociar con gente que confunde Austria con Australia”.

Como puede verse, el insulto, improperio o escarnio puede ser elegante y eufónico. En forma sintagmática, directa o elíptica, no excluye la gracia, la chispa, la erudición, la creatividad ni la innovación, y conviene calibrarlo con justeza a la persona, al entuerto, y a sus propios fines.Celdrán escribe:
“Como expresión del descontento y de la contrariedad, el insulto es un instrumento al alcance de todos y nos permite alzarnos contra el estado de cosas en el que nos sentimos atrapados, y actúa a modo de tubo de escape o de descarga adecuada al caso, de manera que podemos dirigirlo incluso contra nosotros mismos cuando nos apercibimos de que hemos obrado a la ligera, que nos perjudicamos…”

Es el caso cuando te das un martillazo en un dedo, u olvidaste borrar un mensaje de la tóxica en tu móvil, y lo descubrió tu mujer. O bien cuando necesitas desahogarte de la última putada de tu jefe, sin poder darle la hostia que se merece por mamón y camandulero. En EEUU –pragmáticos como son– suelen apretar el gatillo, lo que es menos gracioso pero más definitivo.

La literatura hispana conoce capítulos de tremendas disputas entre prodigios del uso de la lengua. No por ello las injurias fueron menos sentidas ni violentas. En su ensayo Palabras como Dardos. Marcas de la Agresión Verbal en el Texto Literario, Dolores Anunciación Igualada Belchí, de la Universidad de Murcia (quien hubiese podido considerar una agresión el haber sido bautizada de ese modo), describe una gradación en el conflicto que termina en injurias:

Elevación del volumen y el tono de voz
Empleo de la sufijación apreciativa, muy frecuentemente peyorativa
Creación metafórica
Aparición del léxico tabú
Frases u oraciones (atributivas o predicativas) de contenido ofensivo.Pos iguás. Lo cierto es que por quítame allá estas pajas el personal suele desembalar un arsenal de improperios que en los poetas alcanzan cumbres borrascosas.Neruda, que por ahí sintió que los escritores cubanos le tocaban el género, le cantó loas al poeta Guillén, precisando: “Guillén, el bueno… el español”.Una nadería si leemos los sentidos versos que Francisco de Quevedo le dedicó a Luis de Góngora y Argote:

éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.El encono de Quevedo fue tenaz al punto de dedicarle a Góngora algunos ríspidos sonetos:Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;Peor aun, a la muerte de Góngora, Quevedo le ofreció un responso:Este que, en negra tumba, rodeado
de luces, yace muerto y condenado,
vendió el alma y el cuerpo por dinero,
y aun muerto es garitero;
y allí donde le veis, está sin muelas,
pidiendo que le saquen de las velas.Quevedo tenía el odio panorámico: también detestaba a otros autores, como Juan Ruiz de Alarcón, escritor baldado de dos jorobas, una en la espalda, otra en el pecho, a quien irrespetuosamente llamaba ‘Corcovilla’. Para él fueron estos versos…¿Quién parece con sotana
empanada de ternera?
¿Quién, si dos dedos creciera,
pudiera llegar a rana?
¿Quién puede ser almorrana
de la peor rabadilla?
Corcovilla

Juan Ruiz de Alarcón no se arredró, ni amedrentó, ni amilanó, ni echó el culo pa’ las moras. Quevedo, que no paraba mientes en atacar los defectos físicos de sus oponentes, había nacido miope y con sus dos pies deformes. Ruiz de Alarcón le devolvió la moneda de su pieza:

¡Oh Musa!
Dime quién es
la infamia de cuanto vive,
quién contra todos escribe
escribiendo con los pies?
Y aquel que ofende, ¿cuál es
a todo viviente, en suma,
con infame lengua y pluma,
a quien nunca el agua moja?
Patacoja

Celdrán abunda:“Julio Casares adivinó en su Discurso de recepción ante la Real Academia Española (1921) que los insultos viven en familia: basta tirar de uno para que salgan en tropel todos: quien dice cabrón no se resiste a la tentación de añadirle hijo de puta. Casares describe esta retahíla de insultos y los reparte en campos semánticos:

‘En seguida se ofrecerán a nuestra mente, los adjetivos lujurioso, lascivo, libidinoso, voluptuoso y alguno más, con lo cual se habrá agotado nuestro caudal de léxico activo; pero si luego nos presentan una lista con las voces lúbrico, salaz, liviano, torpe, carnal, mocero, mujeriego, licencioso, braguetero, sátiro, fauno, mico…’

Como puede advertirse, existen insultos salidos del magín de gentes con cacumen, para holgorio y goce nuestro. Celdrán destaca este, que hace buen uso del término berzas = analfabeto:

“Caso simpático de insulto inventado es el del viceberzas; existe el berzas y el berzotas, pero ¿y el viceberzas? Llamaban así a quien es secretario de un tonto, o sirve a un idiota. Es voz de creación caprichosa que juega con viceversa = al revés. En puntos de Andalucía y Murcia llamaban así al politiquillo local puesto por el cacique de turno que se da muchas ínfulas desde su poltrona pueblerina, siendo un pobre, un mierda. El insulto se inspira en viceversa, referido a quien no sabe en qué partido militar; criatura que ignora si sube o baja, si va o viene; tonto que está hecho un lío.”Visto así, hay países poblados de viceberzas. ¿Conoces alguno?

Concluyo declarando que la detenida y atenta lectura del libro de Celdrán me hizo pasar un buen momento, y pude retener, entre los improperios que me encantaron, un par que merece el viaje. Helos aquí: Abambao, Ablandabrevas, Abrazafarolas, Campanero, Candongo, Carcunda, Cenutrio y Chafalote, para no ir más lejos con el riesgo de aburrir al lector.

No podría sin embargo terminar esta parida sin traer a cuento, una vez más, un texto de Cervantes, extraído de su tragedia Numancia, también llamada El Cerco de Numancia.Porque trata del intento de hombres libres para seguir siendo libres.
Y de la actitud del Imperio que los ataca.

Cuando Escipión rechaza la proposición de Numancia de terminar la luenga y cruenta guerra por medio de un duelo entre dos soldados, un numantino contra un romano, Caravino se sale de sus casillas y le suelta lo que traía dentro (Ex abundantia enim cordis os loquitur… Lucas 6:45):

¿No escuchas más, cobarde? ¿Ya te escondes?
¿Enfádate la igual, justa batalla?
Mal con tu nombradía correspondes;
mal podrás de este modo sustentalla.
En fin, como cobarde me respondes.
Cobardes sois, romanos, vil canalla,
en vuestra muchedumbre confiados,
y no en los diestros brazos levantados.
¡Pérfidos, desleales, fementidos,
crueles, revoltosos y tiranos;
cobardes, codiciosos, malnacidos,
pertinaces, feroces y villanos;
adúlteros, infames, conocidos
por de industriosas mas cobardes manos!¿Qué gloria alcanzaréis en darnos muerte,
teniéndonos atados de esta suerte?
En formado escuadrón o manga suelta,
en la campaña rasa, do no pueda
estorbar la mortal fiera revuelta
el ancho foso y muro que la veda,
será bien que, sin dar el pie la vuelta,
y sin tener jamás la espada queda,
ese ejército mucho bravo vuestro
se viera con el poco flaco nuestro;
mas como siempre estáis acostumbrados
a vencer con ventajas y con mañas,
estos conciertos, en valor fundados,
no los admiten bien vuestras marañas;
liebres en pieles fieras disfrazados,
load y engrandeced vuestras hazañas,
que espero en el gran Júpiter de veros
sujetos a Numancia y a sus fueros.Escipión ya había respondido… Del mismo modo que responde el Imperio de hoy:

y si en esto os parece que yo muestro
un poco mi valor acobardado,
el viento lleve agora esta vergüenza,
y vuélvala la fama cuando venza.Lamentablemente para el Imperio que se rajó en su día de Afganistán sin prevenir siquiera a sus aliados, y para sus serviles sicarios planetarios, quedarán para la eternidad como lo que son: unos cafres.Hijos de la chingada…

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