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EL PENSAMIENTO CRÍTICO REVOLUCIONARIO: INSTRUMENTO DE LA VERDADERA DEMOCRACIA Y EL CAMBIO SOCIAL

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por Franklin Machiavelo

En tiempos donde las democracias formales se reducen a espectáculos electorales y promesas vacías, donde la política se convierte en marketing y el debate público en una mercancía más, es urgente reivindicar el rol del pensamiento crítico revolucionario, dialéctico y marxista como arma fundamental para la transformación profunda de la sociedad.
 
El pensamiento crítico revolucionario no es un lujo académico ni un ejercicio intelectual aislado; es praxis, es acción consciente. Es la herramienta que permite a los pueblos desentrañar las estructuras del poder, desenmascarar las falsas promesas del reformismo burgués y comprender que el orden establecido —sustentado en la explotación, la desigualdad y el colonialismo económico— no puede ser reformado, sino superado.
 
La burguesía ha domesticado el lenguaje de la democracia para vaciarlo de contenido real. Hablan de “libertad”, pero es la libertad del mercado; hablan de “igualdad”, pero solo bajo las leyes del capital; hablan de “progreso”, pero ese progreso se construye sobre los huesos de los pueblos oprimidos y los territorios saqueados. En este contexto, el pensamiento marxista se convierte en un acto de rebeldía y dignidad, porque revela que las instituciones actuales no son neutrales, sino que son mecanismos al servicio de la oligarquía y del imperialismo transnacional.
 
A diferencia de los discursos electorales que reproducen la lógica del sistema, el pensamiento crítico revolucionario no busca administrar la crisis del capitalismo, sino superarla. No se contenta con pequeños parches a una estructura podrida, sino que lucha por su destrucción y reemplazo por una sociedad verdaderamente libre, igualitaria y socialista. En este sentido, es el pensamiento que más radicalmente defiende la democracia: no la democracia de las élites, sino la democracia del pueblo, de las asambleas, de los trabajadores, de los territorios, de los sin voz.
 
El marxismo no es dogma, sino método vivo. A través del análisis dialéctico, nos enseña a ver las contradicciones internas del sistema capitalista, sus puntos de ruptura, las oportunidades para organizar y construir poder popular. Por eso es temido, ridiculizado o tergiversado por quienes sostienen el orden burgués: porque representa una amenaza real, porque no se arrodilla ante los consensos impuestos ni se rinde ante las instituciones del capital.
 
En conclusión, el pensamiento crítico revolucionario no solo es válido: es necesario, urgente, vital. Es el único camino para desenmascarar la hipocresía de quienes se visten de demócratas mientras reprimen al pueblo, negocian con los poderosos y consolidan la injusticia. Frente al avance del fascismo, el neoliberalismo y la cooptación de la política por los intereses empresariales, levantar con fuerza y coherencia la bandera del marxismo es un acto de compromiso con la humanidad y con el futuro.
 
Porque sin pensamiento crítico revolucionario no hay democracia verdadera. Y sin revolución, no hay justicia duradera.

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