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El papel de la mujer trabajadora en la industria de la maquila

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Izquierda Revolucionaria, México
El reconocimiento del Día Internacional de la Mujer Trabajadora constituye un gran logro para las mujeres del mundo y un importante avance en la lucha obrera contra el sistema laboral de la época.Sin embargo, conmemorar un día del año para rendir homenaje a las mujeres que dieron la vida en la lucha por el reconocimiento de sus derechos fundamentales, no ha sido suficiente para mejorar las condiciones laborales en las que se encuentran millones de ellas en todo el mundo. Hoy, a cien años de haberse celebrado por vez primera el Día Internacional de la Mujer, muchas de las demandas laborales que dieron origen a esa lucha, continúan vigentes.El caso de la industria maquiladoraEn la industria de la maquila, por ejemplo, la mujer desempeña una función determinante. Ello se debe a que dicho sector considera que la fuerza de trabajo de la mujer es barata, razón por la cual se les prefiere por sus habilidades y paciencia, ya que las mujeres realizan su trabajo con mayor precisión que los hombres y porque son capaces de durar más tiempo en un mismo lugar haciendo la misma tarea durante la jornada laboral.

En México, la presencia de la mujer en el sector maquilador se hizo más notable durante los años 70’s en la zona fronteriza con EEUU, particularmente en Ciudad Juárez, Chihuahua, debido a la demanda laboral y las exigencias del mercado textil que condujeron a la contratación de miles de mujeres bajo condiciones de trabajo verdaderamente insostenibles, que incluían jornadas laborales de más de 12 horas diarias, con salarios mínimos, sin derecho a prestaciones básicas como salud, vivienda o el reconocimiento de la antigüedad laboral para tener derecho a jubilarse. No obstante, la lucha por adquirir mejores condiciones de trabajo se tornaba casi imposible al no existir organizaciones sindicales que lucharan por la defensa de sus derechos.

¿Por qué eligen mujeres en maquiladoras?

Los empresarios de las maquilas, señalan  que, dada la delicadeza que requieren ciertos trabajos en las maquiladoras, nadie hay mejor que las mujeres para efectuarlos; preferentemente mujeres jóvenes entre 15 y 25 años, sin hijos, sin experiencia laboral y no embarazadas, de hecho en muchas maquiladoras exigen certificados de no gravidez para poder trabajar y en caso de embarazarse el despido es inmediato. Según un estudio de la Confederación Mundial del Trabajo en “El fenómeno maquilador en México y Honduras”, para los empresarios, la mano femenina debe ser dócil, disciplinada y paciente, con destrezas para realizar determinado tipo de tareas que son extensión de las tareas domésticas y otras que se les ha inculcado a través de los procesos de socialización. Sin embargo, la realidad revela que las mujeres son contratadas porque soportan con mayor facilidad la carga de trabajo y porque se les imponen grandes tareas de producción y ciertas condiciones que el hombre regularmente no aceptaría. Dicho de otro modo, el empresario de la industria ha aprovechado las condiciones físicas, psicológicas y sociales de las mujeres para sacar el máximo provecho al menor costo de producción. De hecho, la propia Ley Federal del Trabajo no reconoce condición favorable alguna para las mujeres en dichos sectores de producción, aún cuando históricamente se sabe que ellas constituyen un gran potencial en el desarrollo de dichas industrias.

Pese a lo anterior, aun cuando la presencia de la mujer en el sector industrial es mayoritaria (54%), raramente ocupan puestos de dirección: 11% ha logrado ocupar un cargo directivo en las manufactureras exportadoras; 14% en las de distribución local y 21.8% en la maquila. Sin embargo, los salarios que reciben en dichos cargos son menores al que recibe un hombre por las mismas funciones. Las empresas exportadoras pagan el 64%; las no exportadoras, 61% y las maquiladoras, 86%. Es decir, pese a demostrar mayor capacidad para ciertos trabajos industriales, por una condición de género, recibe menos ingresos que un hombre que desarrolla el mismo puesto. (El Universal, 6/03/09)

Efecto de la crisis económica

En el último informe del INEGI, durante los primeros diez meses de 2009, las exportaciones manufactureras mexicanas cayeron un 22.68%, el personal ocupado cayó 14.5% y las horas trabajadas fueron menores en 16.8% respecto al mismo periodo de 2008.

Asimismo, el personal ocupado en el mismo ramo se distribuyó de la siguiente manera: Chihuahua, 14.3%; Baja California, 12.7%; Nuevo León, 11.4%; Tamaulipas, 8.7%; Coahuila, 8.4%; Estado de México, 6.3% y Jalisco, 5.8%, que en total constituyeron el 67.6% del personal ocupado total, equivalente a 1 millón 637 mil 325 trabajadores, distribuidos en 5 mil 235 establecimientos.

Por otra parte, entre octubre de 2008 y octubre de 2009, 22 empresas cerraron definitivamente a causa de la crisis económica. Ello se tradujo en más de 70 mil empleos perdidos en las maquiladoras. Por entidad federativa, Baja California mostró la mayor pérdida de establecimientos: 41, de los cuales 29 se localizaban en Tijuana, seguido de Tamaulipas con 15 establecimientos menos.

Efectos en la salud y medio ambiente

Las industrias maquiladoras no solamente dejan mujeres enfermas o exhaustas sino también una gran cantidad de desechos tóxicos que impactan en la salud de toda la población y en el medio ambiente. Por ello no es de extrañarse que en el norte de la República se encuentren los índices más altos en cuanto a niños con malformaciones congénitas o discapacidades.

Para mejorar su mala imagen, las transnacionales han adoptado códigos de conducta elaborados por ellas mismas y a veces con el asesoramiento de ONGs. Muchos de estos códigos, sin embargo, no hacen referencia a los convenios y declaraciones sobre derechos laborales de la OIT y otros instrumentos de derechos humanos. Por otra parte, muy pocos reconocen la libertad sindical.

Falta de organización sindical

Para las plantas maquiladoras, el enemigo irreconciliable es el sindicalismo. Su ausencia les permite maximizar las ganancias a costa de la precariedad de la fuerza laboral. Por ello, reprimen las actividades sindicales y elaboran listas de no recomendables en las que incluyen a los activistas. Cuando se forman sindicatos que piden mejores condiciones de trabajo, los inversionistas amenazan con cerrar la fábrica y marcharse a otro país.

Los derechos laborales, reconocidos en numerosas declaraciones y convenciones internacionales, son letra muerta para muchos gobiernos, transnacionales y empresarios de las plantas maquiladoras, para quienes el fin supremo de la rentabilidad justifica todos los medios.

La alternativa

Como podemos ver las condiciones laborales de las mujeres en la industria maquiladora han sido deplorables, no obstante que constituyen un sector fundamental para la industria que ve en ellas la oportunidad de explotar al menor costo a la clase trabajadora. De ahí la importancia de organizarnos para cambiar las condiciones de la mujer trabajadora, luchando por la transformación de la sociedad, en una sociedad socialista, en la que el sector industrial se encuentre bajo control obrero. Es necesario entonces, defender un programa para la mejora de las condiciones de la mujer trabajadora, expropiando a los capitalistas y luchando por:

  • La no discriminación laboral
  • Seguridad social, salud, vivienda y derecho a jubilación
  • Reducción de jornada laboral a 6 horas
  • Apoyo a mujeres en materia de acceso a la educación
  • Guarderías gratuitas para hijos de mujeres trabajadoras
  • Reconocimiento de Contratos Colectivos de Trabajo y derecho a sindicalización

Sin duda alguna, la transformación de nuestra sociedad en una sociedad más justa y equitativa, exige tomar conciencia de que solo unidos podemos combatir a la burguesía, la que desde sus orígenes se ha valido del poder para corresponder a sus propios intereses. A ella no le importa las condiciones de pobreza por la que atraviesan millones de trabajadores y, lo que es peor, su ambición por el poder y sus deseos inquebrantables de vivir en la opulencia a costa de los demás, los hace parecer invencibles, porque se saben protegidos por el aparato del Estado. Lo que han ignorado es que en el contexto de las contradicciones, es la propia fórmula capitalista la que los llevará a la derrota. A nosotros nos toca hacer conciencia de que no podemos bajar la guardia ni dar paso atrás en la lucha por los derechos de los que menos tienen y que son, a fin de cuentas, quienes constituyen las fuerzas de producción de todas las naciones.

¡Por la emancipación de la mujer trabajadora!

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