En la foto Manifestación en Argentina contra la violencia machista el pasado 19 de octubre EFE
La llama prendió el 3 de octubre, cuando las mujeres polacas llenaron las calles de Varsovia y otras tantas ciudades contra el proyecto que preparaba el Gobierno y que endurecía ya la restrictiva ley del aborto en Polonia. Lo bautizaron «lunes negro» porque las mujeres se vistieron de este color para abandonar sus puestos de trabajo –y las tareas del hogar– y manifestarse por sus derechos.
Poco después, el día 19 del mismo mes, el brutal asesinato de una joven de 16 años en Argentina lanzó a las calles a miles de personas siguiendo la estela de las manifestaciones convocadas por el colectivo Ni Una Menos en 2015 y 2016. Las mujeres, vestidas de negro, protagonizaron un paro de una hora contra la violencia machista, que en Argentina asesina a una mujer aproximadamente cada 30 horas.
La coincidencia de las movilizaciones en el mismo mes preparó el caldo de cultivo de un llamamiento internacional convocado para el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Decenas de colectivos de más de 30 países, entre ellos España, están organizando una huelga internacional de mujeres, tanto en el ámbito productivo como en el de cuidados.
Consiste en abandonar sus puestos de trabajo de manera voluntaria y dejar de encargarse de las tareas del hogar para protestar contra la violencia machista, las agresiones sexuales, el acoso o la brecha salarial. Las reivindicaciones son múltiples, «todas aquellas que atraviesan la vida de las mujeres por el hecho de serlo», señala Laura Salomé, activista de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito en Argentina.
Así echó a andar el Paro Internacional de Mujeres
A las manifestaciones y paros en Polonia y Argentina se unió la Women’s March estadounidense del 21 de enero contra la investidura de Trump, que agitó el panorama mediático y situó como sujeto político de las movilizaciones a miles de mujeres reivindicando sus derechos. «Fueron movimientos enormes y multitudinarios, pero ante todos nos preguntábamos ‘¿y ahora qué’, ‘¿qué más’?», resume la feminista Klementyna Suchanow desde Varsovia.
Antes de la masiva marcha contra el presidente de Estados Unidos, que tuvo réplicas en todo el mundo y contó con el doble de asistentes de lo previsto, el ambiente de creciente movilización ya había llevado a las convocantes del «lunes negro» polaco a contactar con el movimiento feminista Ni Una Menos, que lanzó la propuesta a otros países latinoamericanos de organizar una acción conjunta. A finales de octubre del año pasado ya la habían denominado «Paro Internacional de Mujeres».
A Argentina y Polonia se han sumado decenas de países como Alemania, Bolivia, Islandia, Portugal, Turquía, Ecuador, Reino Unido, Costa Rica, Honduras o Italia, y el número de adhesiones crece cada día. Cada uno está definiendo las líneas de actuación, las demandas principales, los lemas y el modelo de paro que se llevará a cabo: en unos se abandonarán los puestos de trabajo durante unas horas determinadas, en otros durante todo el día.
El carácter internacional del feminismo
En unos lugares la huelga estará enfocada al empleo remunerado, al ámbito productivo, y en otros se extenderá además al de cuidados. Es decir, las mujeres, que realizan mayoritariamente las tareas del hogar, dejarán de encargarse por un día con el objetivo de abrir la puerta de atrás de la economía y visibilizar que los cuidados constituyen una parte fundamental del sostenimiento de las sociedades. «Si nuestro trabajo no vale, produzcan sin nosotras», resumen las activistas argentinas.
En España –de momento se está organizando en Madrid y Barcelona– el paro se realizará de 12.00 a 12.30 del mediodía y será de carácter total: productivo y de cuidados. Las asambleas que se están celebrando siguen definiendo las reivindicaciones concretas que se harán en cada país. En Argentina, por ejemplo, se centrarán en los feminicidios, la inseguridad del aborto, y la desigualdad en el acceso al empleo.
Pero «más allá de la coyuntura individual de cada territorio hay un sistema político, económico y sociocultural que nos oprime en todo el mundo y al que aspiramos a subvertir», apunta Salomé. Para Noa, activista española que está participando en las asambleas que se celebran en Madrid, la novedad es «el intento de unificar la lucha a nivel mundial», que confiere un carácter internacional al feminismo.
Asegura que la articulación del paro, al que califica de «éxito», se está haciendo vía Facebook, donde ya hay varios grupos y convocatorias de la acción y sostiene aunque cada país defina sus reivindicaciones, hay un hilo conductor común. «Ya no son las mujeres polacas, ‘que están locas’, como nos dijeron, tampoco solo las argentinas. Somos todas», resume Suchanow.