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El desastre monetario en Venezuela, billetes de Bs. 100, inflación y una alternativa

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*Manuel Sutherland

Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO)

La situación económica del país se muestra como el ciclo recesivo más violento que ha sufrido en su historia. Por cuarto año consecutivo Venezuela presentará la inflación (aún no publicada) más alta del mundo (que en 2015 fue de 181 %), un déficit fiscal de dos dígitos (por quinto año consecutivo), el riesgo país a la inversión internacional más alto del globo (JP EMBI+ 2050 puntos[i]), la cantidad de reservas internacionales más baja del decenio y una tremebunda escasez de toda clase de bienes y servicios.

A enero de 2017 aún no se tiene ninguna cifra concreta de la inflación acaecida en el año 2016, ni siquiera la de los primeros meses. Aunque todas las estimaciones concluyen que el año 2016 fue más negativo que el 2015, aún no se sabe cuánto más decreció la economía. Como boom noticioso se ha propagado una supuesta filtración de cifras preliminares del Banco Central de Venezuela. Reuters comenta que tuvo acceso a documentos donde se cuelan cifras que indican que el PIB cayó en 18,6 %, la inflación fue de 799 % y las importaciones se desplomaron en un 52 %.

En la epidermis de tan tremebundo panorama se observa un desastre monetario nunca antes visto, impulsado por una serie de medidas monetarias peculiares. De ello hablaremos de manera sucinta en este escrito.

La repentina prohibición del billete de Bs. 100 que tomó por sorpresa al BCV

“Que se queden con su estafa en el exterior, compadre, te quedarás con tu almacén lleno de billetes de 100 en Cúcuta y en Alemania, queda sin efecto el billete de 100 bolívares”

Nicolás Maduro

La controvertida historia reciente del billete de Bs. 100, hasta hace días el miembro de mayor denominación del cono monetario, merece ser abreviada en viñetas que muestren de forma sintética un andar, por decir lo menos, errático.

  1. El 11 de diciembre Nicolás Maduro ordenó dejar sin efecto el billete de 100 bolívares en apenas 72 horas. Luego de ese plazo serían ilegales y sólo el BCV los recibiría en sus dos sedes a nivel nacional, por apenas 10 días.
  2. El 12 de diciembre Nicolás Maduro afirma: “He dado la orden de cerrar todas las posibilidades terrestres, aéreas y marítimas para que no regresen esos billetes que sacaron y ellos se queden con ellos en el exterior, estafadores y mafiosos, ¡hay que quemarle las manos a las mafias¡”. Dicho ordenó el cierre inmediato de las fronteras con Colombia y Brasil.
  3. El 14 de diciembre se prorroga el uso del billete de Bs. 100 por 5 días más.
  4. El 17 de diciembre Maduro decreta que se le ha dado un golpe mortal a las mafias que se habían robado los billetes de Bs. 100, porque se ha recuperado el 77 % de dichos billetes. Dicho esto, prorroga el uso de los billetes hasta el 2 de enero.
  5. El 29 de diciembre Maduro anuncia que pospone hasta el 20 de enero el uso del billete de Bs. 100.
  6. El 15 de enero Maduro difiere el uso de Billetes de Bs. 100 hasta el 20 de febrero.
  7. El 17 de enero Maduro afirma que la operación financiera fue un éxito: “En tres días pasamos de tener apenas 5% de disponibilidad a tener más de 70% (…) Dimos el contragolpe y se le quedaron secos, sequitos. (…) los agarramos (aplausos)”.
  8. El 22 de enero Maduro se destituye al Presidente del BCV y nombra a un diputado del PSUV (Ricardo Sanguino) como sustituto.
  9. El 19 de febrero Maduro prorroga el uso del billete de Bs. 100 hasta el 20 de marzo.

La salida forzosa de circulación de los billetes de Bs. 100 tomó por sorpresas a todos, incluso al mismo presidente del BCV que se enteró de la medida por televisión. Luego de este anuncio empezó una avalancha de personas a correr a cambiar las reservas de ese billete que tenían en la mano. Como era de esperar los bancos colapsaron, las colas se hicieron interminables y la desesperación llego a los extremos de generar una inusitada violencia que emprendió la vía de los saqueos, quema de agencias bancarias y destrucción de locales[ii].

Es de hacer notar que muchas personas viven exclusivamente del manejo del efectivo, solo alrededor del 50 % de la población adulta está bancarizada. Muchos de ellos vieron que al no poder usar sus billetes de Bs. 100 y resultar escasos los demás miembros del cuño monetario, no tenían ninguna forma de poder adquirir alimentos, ni pagar transportes. El pánico se apoderó con mayor ahínco en el interior del país donde el efectivo es la única forma de realizar pagos esenciales para vivir.

Fue asombroso ver que quien viajaba a las dos únicas ciudades con sede del BCV, en la que se realizaban los canjes de billetes de Bs. 100, recibía un cheque o una transferencia a la cuenta bancaria por el importe de los billetes entregados. Nunca he visto un retiro de billetes sin sustitos sucedáneos. Peor aún es que se necesitan cerca de un millón de puntos de venta para el pago con tarjetas de débito y crédito, pero según la Asociación Nacional de Usuarios y Consumidores, sólo hay 431.536 puntos de venta electrónicos en el país[iii].

La fuerza de las protestas que dejó a más de 400 personas detenidas y 350 comercios saqueados[iv], impulsó al gobierno a profundizar en una flor de contradicciones extáticas que ilustran una feroz negativa a explicar la realidad económica tal y como es. Aunque el gobierno fue escueto en sus explicaciones del por qué retiraba de circulación los billetes de máxima denominación (sin haber introducido billetes sustitutos), sus  ideólogos fueron prolijos en ofrecer explicaciones para justificar la anarquía monetaria.

Las teorías conspirativas que “explican” la génesis de las medidas monetarias

Vamos a ver los rudimentos oficiales que fungen como justificación de las “innovadoras” medidas monetarias:

  1. Ministro de Interior, Néstor Reverol: “La investigación que se ordenó acerca del billete de 100 bolívares determinó la fuga de dinero efectivo de nuestro territorio (…) a través de ONG contratadas por el Departamento del Tesoro norteamericano, con el fin de sacar el dinero de Venezuela y asfixiar el sistema financiero nacional y dejar sin dinero circulante (…) estas cuantiosas cantidades de dinero fueron depositadas en Suiza, Polonia, Ucrania, España, Alemania y la República Checa”[v]
  2. Nicolás Maduro: “Los aviones que fueron contratados y pagados para traer el nuevo cono monetario fueron desviados y retrasados. Estamos siendo víctimas de un sabotaje internacional

Parece atrayente la tesis del “secuestro del Bolívar”. Pero carece de la más elemental lógica, dado que si la intención es dañar al sistema monetario, lo ideal es inundarlo de billetes que causen inflación y depriman los salarios. Los nazis con la “operación Bernhard” planearon hacer exactamente lo opuesto a lo que dice Reverol, con una falsificación enorme de Libras esterlinas impresas en el abominable campo de Sachsenhausen, que entrarían a Inglaterra y generarían una inflación desbocada[vi]. Si la CIA planea destruir nuestra economía, haría exactamente lo inverso a lo que dice Reverol, es decir, si introduce dólares para sacar bolívares, agregaría divisas adicionales que respaldarían nuestra moneda, eso la haría más escasa y tendería a aumentar su valor (revaluarse). Si la CIA hubiera hecho eso, habría que darle las gracias.

Retirar semejante cantidad de bolívares del sistema de pagos es una operación extremadamente costosa e inútil. Con imprimir más bolívares (sin alterar la denominación) sería suficiente para solucionarlo.

Si hay un sabotaje mundial que impide el traslado de los nuevos billetes hacia el país, nos surgirían un par de interrogantes: 1. La acción correcta antes de sustituir la vieja familia monetaria empieza distribuyendo previamente los billetes que deben fungir de sustitutos? y 2. Si el Departamento del tesoro de EEUU está detrás de la conspiración planetaria, por qué mandar a imprimir el dinero a una empresa estadounidense llamada “Crane Currency” que imprime con exclusividad los dólares de EEUU?

El nuevo nivel del delirio: la culpa del caos monetario es de Colombia (compran todos los billetes de Bs. 100 y lo exportan a Ucrania, Alemania, Suiza etc.)

Entre el inefable Alfredo Serrano Mancilla y la Sra. Pascualina Curcio (PC) han elaborado la tesis más detallada en cuanto al enigma de la desaparición de los billetes de Bs. 100. La Sra. PC realizó un artículo realmente alucinante de la forma en que según ella se instrumentó el secuestro del billete de Bs. 100. Veamos que nos dice:

  • Pascualina Curcio (PC): “Hay una escasez programada del efectivo, los de 100 bolívares (…) solo está circulando la mitad. Es decir, alrededor de 3.000 millones de billetes no están circulando.”
  • PC: “El dueño de la casa de cambio, viaja hasta Bogotá para cambiar, en el Banco de la República de Colombia (BRC), el billete de 100 bolívares [que antes le vendió un venezolano]. El BRC le entrega 29.646 pesos (296,46 pesos/Bs.) por el mismo billete de 100 Bs. que éste compró en la frontera por 110 pesos (1,1 pesos por Bs.) (…) el dueño de la casa de cambio, obtiene una ganancia de 26.851,46 %.”
  • PC: “Después de tantas vueltas, ¿dónde quedó el billete de 100 bolívares? Está en el Banco de la República de Colombia.”
  • PC: “… los billetes de 100 siguen en el BRC, o por el volumen debieron llevarlos a otros depósitos, quizás suizos, o simplemente le dieron otro uso (…) por falta de espacio, dado el volumen, los han estado enviando a depósitos europeos”

La Sra. PC es la ideóloga económica predilecta del gobierno. Hace poco fue felicitada por Maduro por su libro sobre la inexistente “Guerra Económica”. Su texto fue descrito como una genialidad. Veamos que podemos decir de lo que ella escribió:

  1. Es evidente que casi el 98 % de los 6571 millones de piezas de Bs. 100 están circulando al interior de la economía. Nadie en su sano juicio va a atesorar billetes de a Bs. 100 ya que no se cambian en ninguna casa de cambios del mundo, salvo en Cúcuta, donde su precio viene desde 2008 en caída libre. Atesorar dicho billete sería arruinarse. Es obvio que los cambistas manejan cantidades pequeñas del mismo, y cuando lo compran lo venden rápidamente. La gente en las fronteras que lo compra (también en Brasil) lo usa inmediatamente para comprar gasolina u otras mercancías que detentan precios regulados, para luego contrabandearlas.
  2. El BRC no compra bolívares en efectivo y mucho menos ofrece 296 pesos por bolívar. Eso sería un acto de generosidad ridículo que lo arruinaría al instante y ni hablar que con una ganancia de 29 mil por ciento, las colas para cambiar los bolívares sería kilométricas. El BRC cambia bolívares como lo hacen todos los demás bancos del mundo, es decir, cuando un venezolano a través de CENCOEX usa su tarjeta de crédito o hace alguna importación, el BRC cobra directamente las divisas que el BCV le traslada, al tipo de cambio que BCV fija a través de CENCOEX a los usuarios que acceden a esas divisas. Si usted compra un 1 kilo de café en Bogotá y paga con tarjeta de crédito 10 dólares (29 mil pesos) el banco le debitará a tasa DICOM: Bs. 690 * 10 = Bs. 6900 y el BCV le transferirá 10 dólares al BRC.
  3. PC nos dice, sin presentar prueba alguna, que la mitad de todos los billetes de a Bs. 100, es decir, la mitad del 77 % del valor de todo el cash de la economía los “acapara” el BRC. Es decir, ella asevera que más de 3.200 millones de piezas de billetes de Bs. 100 fueron compradas por el BRC a razón de 297 pesos por Bolívar. Ello quiere decir que el BRC atesora 320 mil millones de bolívares en billetes de Bs. 100. Si un millón ocupa un gran maletín, PC asegura que el BRC posee un equivalente a 320 mil maletines de billetes por los cuales desembolsó la suma de 867.200.000.000,00 pesos colombianos, equivalentes a  32.712.827.586,21  dólares de EEUU. Según PC el BRC pagó más de 32 mil millones de dólares para llevarse la mitad de nuestros billetes de a Bs. 100. Eso quiere decir que Colombia licuó el 70 % de sus reservas internacionales en 8 años, sólo para atacar al chavismo. Eso sí que es rencor. Más insólito es que PC dice que es malo que nos compren los bolívares a un tipo de cambio cruzado de 10 Bs. por dólar de EEUU.
  4. PC nos cuenta que el BRC no vende a Venezuela esas cantidades de bolívares, más bien los acapara. Luego se preocupa por pensar donde se podría ocultar el equivalente a 3200 millones de kilos en billetes, sin que nadie sospeche. De nuevo, sin ninguna evidencia, PC afirma que los billetes fueron llevados a bóvedas en Suiza, Alemania y a otros países europeos. Suponemos que Europa se presta gustosa a la conspiración más cara (e inocua) en la historia de la humanidad.

Hace poco salió en televisión el asesor económico estrella del gobierno: Alfredo Serrano Mancilla, a explicar cómo funciona la “bicicleta cambiaria” con Colombia, que PC ideó y que acabamos de desmenuzar. Este personaje no sólo se explayó en este dislate grosero, sino que le agregó incongruencias aún más desternillantes. Hasta chavistas como Roland Denis ridiculizaron los “argumentos” del secuestro del billete de a Bs. 100, en un artículo que lleva por nombre: “El uso criminal de las mentiras tarifadas de asesores de gobierno y doctores en economía”[vii]. Profesores chavistas como Oly Millán y Wilmer Torrealba[viii] también realizaron una sólida refutación a los planteamientos de PC y (por extensión) a Serrano Mancilla.

Lo que realmente sucedió (sucede) con los billetes…

Es evidente que la teoría del secuestro de los billetes por la CIA, el BRC o los suizos, es un desbarro, un absurdo de borde a borde. La explicación formal del misterio de los billetes de Bs. 100 es bastante sencilla. Si vemos la tabla 1, nos podemos formar una idea del asunto monetario de una manera llana, al ver que la nueva familia de monedas y billetes que ingresó desde 2008 cubría como promedio anual (2008-2015) el 33,9 % de la Base Monetaria (BM) emitida por el BCV. A medida que la tasa de inflación fue subiendo, la cantidad de billetes no alcanzaba para cubrirla debido a la baja denominación de los mismos. Ante lo vertiginoso del aumento de los precios, la respuesta del BCV fue imprimir más billetes de la misma denominación, para evitar introducir un nuevo cuño monetario acrecentado que dejara en ridículo la promesa de solidez del llamado “Bolívar Fuerte” introducido hace menos de 10 años.

La explosión inflacionaria de 2015 y 2016 hizo que la denominación de la familia monetaria fuera excesivamente baja (ya en 2013 lo era) y que fuera imposible imprimir billetes al mismo ritmo de la expansión de la base monetaria que el mismo gobierno había impulsado, para poder sostener los gastos estatales y no caer en bancarrota. En la tabla 1, se ve que para el año 2016 sólo el 17,3 % de monedas y billetes cubría a la base monetaria, es decir, menos de la mitad de lo habitualmente requerido para asegurar una circulación regular de los medios de pago.

Tabla 1: Monedas y billetes como porcentaje de la Base Monetaria (2008-2017)

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Con los mismos guarismo ofrecidos por el BCV, se denota que hacía falta exactamente el doble de la totalidad de monedas y billetes puestos en circulación para el 2016. Ese faltante es el que ocasionó los gravísimos problemas de escasez de efectivo. Dicho problema se venía gestando desde al menos el 2013. Las manifestaciones más obvias se vieron en la proliferación de negocios que hacían “adelantos de efectivo” contra el uso de la tarjetas de débito, quitando comisiones que van desde el 10 % hasta el 25 %. La banca fue desde hace años reduciendo los montos en cheques y retiros que cancelaba en efectivo. Los cajeros automáticos empezaron a congelar los montos máximos de retiro, hasta llegar a los límites en que sólo se podía retirar en bolívares hasta un dólar (al paralelo) u 8 dólares (al oficial: DICOM) diariamente. Las filas para retirar en los cajeros se hacían (y son) inmensas y la velocidad que se requiere para “reponer” el dinero efectivo en el cajero se triplicó, aumentando de manera sideral los gastos.

En el gráfico 1, a continuación, vemos que desde hace años la impresión de billetes sufre una impresionante desproporción. En cualquier economía capitalista “normal”, el billete de mayor denominación es el que se imprime con menor frecuencia. Dichos billetes se usan en menor ocasión que los billetes de baja de baja denominación que circulan con mayor rapidez. Cuando se inició el nuevo cono monetario, en enero de 2008, sólo se imprimieron 19.5 millones de piezas de Bs. 100, sólo el 3 % del total de las piezas monetarias. Pero en 2016, el 55 % de las piezas impresas eran de Bs 100, es decir, de la máxima denominación, un completo desatino que daba a entender que el cono monetario ya se había quedado rezagado por la inflación y que era insuficiente para ser un correcto medio de pago. En el gráfico se denota la enorme desproporción en la impresión (importación) de billetes.

Gráfico 1, billetes nuevos en circulación (2008-2016)

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En diciembre, con el pago de aguinaldos y prestaciones, la escasez de efectivo era incuestionable y amenazaba con la imposición de una especie de “corralito” abierto. Así las cosas, al gobierno se le ocurrió inventar que la escasez de dinero se debía a que las mafias cambistas de Cúcuta estaban comprando los bolívares para atesorarlos (primera versión), o para venderlos al BRC con 26 mil por ciento de ganancia (segunda versión) o para “secuestrarlos” y causar problemas de liquidez a la economía (tercera versión). La historia conocida es que Maduro salió festejando el hecho que recuperasen el 80 % de los billetes de a Bs. 100, y luego ha extendido la circulación legal del billete en cuestión, hasta el 20 de marzo (por ahora). Lo que surge a la vista es que lo de las mafias era una charada insípida, propia de quien asume la ignorancia supina del receptor de la añagaza.

Más hilarante fue el aviso de que los billetes nuevos estarían a punto de circular (primera versión), para días después decir que los billetes nuevos ni siquiera habían llegado al país porque los aviones habían sido desviados por la CIA para causar zozobra en la población (segunda versión). Parece que los asesores de Maduro sólo ven películas al estilo: Misión Imposible, el Código Da Vinci y el Agente 86.

Aún cuando los escasos nuevos billetes han ingresado lentamente, aún el problema está lejos de resolverse. Si en diciembre sólo se tenía el 17,3 % de billetes y monedas sobre la base monetaria, a inicios de febrero sólo se posee el 18,1 %. En el gráfico a continuación, se puede ver con claridad lo que planteamos.

Gráfico 2, el peso de las monedas y billetes sobre la Base Monetaria

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El show del billete de a Bs. 100 luce peor al ver que en enero de 2017 no sólo no retiraron los billetes de a Bs. 100, sino que introdujeron 76,4 millones de piezas nuevas[i] de ese inmortal billete, por ello es que cuando se extrae dinero del cajero, aparecen esos sempiternos billetes, relucientes y límpidos. La guasada chocarrera del billete imperecedero y las varias prórrogas que extienden su circulación, es el hecho en política monetaria más vergonzoso que he visto en mi vida. Los oneroso de esta política monetaria irracional, se ve en lo increíblemente costoso que es la importación del papel moneda y su impresión. Es evidente que todos los billetes (a 2016) cuestan más imprimirlos que el valor nominal que de por sí acopian.

Por supuesto que no faltó quien desde la MUD llamara al gobierno “comunista expropiador”, y comparara el show del billete de a Bs. 100 con operaciones financieras cubanas, iraquíes y soviéticas. Otros derechistas rabiosos hablaron un plan para crear caos adrede y empobrecer a todos a propósito para llevarnos a la servidumbre voluntaria. Otra rama del anticomunismo furibundo, inventó la tesis de que la mojiganga monetaria fue una conspiración ruso-soviética para arruinador al “honesto” empresariado criollo. En fin, de ambos lados la mayoría de las teorías fueron delirantes.

La alocada y empobrecedora emisión de dinero inorgánico: el aumento de 125 mil por ciento, en la base monetaria (1999-2017)

Si vemos el gráfico 3, a continuación, notamos algo de por sí incuestionable. Si Venezuela sufre la fuga de capitales más alta del mundo[ii], esto hace que necesariamente su moneda pierda valor, ello impulsa a que los precios de las demás mercancías se eleven, aumentan los gastos estatales y el endeudamiento[iii]. Esto resulta en déficits de todo tipo, es decir, cuentas en rojo donde los egresos superan a los ingresos. La forma tradicional de cubrir dichos déficits es la emisión de dinero inorgánico por parte de un deplorable Banco Central de Venezuela, ha servido para sostener el gasto, aumentar nominalmente el salario y realizar políticas asistenciales y clientelistas. De no haber tantos bolívares sería imposible que la cotización del dólar paralelo pudiera ser 400 veces superior a la oficial (DIPRO) [iv].

Gráfico 3: el aumento de 125 mil por ciento en la Base Monetaria

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Este aumento de 125 mil por ciento, obviamente no se corresponde con las necesidades de medios de pago (dinero) de la economía, esta irrigación de dinero está muy por arriba de los requerimientos monetarios que deben acompañar al ritmo de la producción. El exceso de estos billetes suele encontrarse en el mercado con menos mercancías, ello ineludiblemente impulsa los precios hacia arriba. La multiplicación por 1250 de la BM, significa que la inmensa mayoría del dinero que circula no tiene respaldo en la producción de bienes y servicios. Esta política diluye el valor de cada billete y exige elevar las denominaciones del cono monetario para poder darle fluidez al mercado.

Luís Salas, Alfredo Serrano, Pascualina Curcio, Tony Boza y todos los que defienden la ideología conspirativa de la “guerra económica”, basan sus elucubraciones en el disparate de la inocuidad de la emisión monetaria excesiva. Según ellos, el gobierno puede mandar a ampliar la BM a fuerza de préstamos mil millonarios y echar toneladas de dinero adicional a la calle, ya que ese dinero no influirá en los niveles de precios, es neutro. Con la creación mágica de dinero, el gobierno podría imprimir billetes de 50, 100 y 200 mil bolívares, y entregárselos a los pobres, que al recibirlos ya dejarían de serlo. Si su tesis es cierta, el BCV imprime dinero muy lentamente y deja que la inflación devore los bolsillos del pueblo. Según su ideología, el BCV debería imprimir más billetes para seguir a la inflación.

Peor aún es que llegan a afirmar que mientras más caro venden los empresarios, más ganancias tienen, y que la fijación de precios es un resultado de la lucha de clases, es decir, si la burguesía le está “ganando” al proletariado, suben los precios. Si por el contrario, el proletariado se alza en una labor heroica de control de precios, la burguesía pierde y el proletariado compra a precio justo (¡). La deflación japonesa tiene que ser un triunfo en la lucha de clases del proletariado japonés que se impone sobre su burguesía. Parece que en Venezuela la culpa de la inflación es del proletariado que se “deja ganar” por la burguesía, que le sube los precios todos los días.

Todos los hechos nos confirman la necesidad de crear una alternativa política realmente revolucionaria, que parta de alejarse completamente del binomio: MUD-PSUV. Dicha alternativa debe discutir (entre otras cosas) el impago de la deuda externa, la unificación del salario con el bono de alimentación y la igualación de las jubilaciones al salario mínimo integral (habiendo este absorbido el Cesta Ticket).

La tarea es extraordinariamente cuesta arriba, pero es absolutamente indispensable.

Manuel Sutherland                    Caracas, 19/02/2017

Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO_ALEM)

Correo: alemcifo@gmail.com   Web: https://alemcifo.wordpress.com/

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