Patricio Guzmán
Socialismo Revolucionario.
Comité por una Internacional de Trabajadores, CIT en Chile.
Durante años se ha presentado el modelo capitalista chileno, como un ejemplo exitoso de crecimiento económico. En la clase dominante norteamericana incluso, sobretodo los dos años que antecedieron a la crisis financiera, se discutió la posibilidad de introducir un sistema de pensiones privado por capitalización individual similar al sistema chileno de AFP en los Estados Unidos. Pero ahora son muchos los economistas capitalistas que se congratulan porque no se llegara a implantar un sistema de pensiones. Krugman afirmó que si esto hubiera ocurrido ahora estaríamos en una nueva Gran Depresión.
Crecimiento económico y desarrollo no son necesariamente lo mismo. En realidad la lógica de la acumulación capitalista puede producir crecimiento económico al mismo tiempo que catástrofes medioambientales y distribución regresiva de los ingresos. Ambas cosas ocurren efectivamente en Chile, apuntando en el sentido contrario al desarrollo, un concepto más holístico y cualitativo, que el puro crecimiento medido según los índices cuantitativos del Producto Interno Bruto (PIB).
La distribución del ingreso chileno entre las peores de América Latina.
El modelo de acumulación del capitalismo en Chile, se caracteriza por una creciente concentración de la riqueza. La distribución del ingreso en Chile desde hace años está entre las peores de América Latina, el continente más desigual del planeta.
El análisis de las cifras de distribución de la riqueza en el tiempo muestra que Chile tiene una de las economías más desiguales en el mundo. La gente que con su trabajo manual e intelectual crea la riqueza, y sus familias, no percibe con equidad el resultado de su trabajo.
En 1968, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el decil – es decir el 10% – más rico de la población chilena percibía el 34.8% de participación en el ingreso, y el decil más pobre el 15%. El ingreso medio de los hogares más ricos era 2.3 veces el que recibían los hogares más pobres.
Desde entonces la distribución de la riqueza en Chile ha empeorado.
Según datos del Banco Central, en agosto de 2008, el decil de los hogares más ricos recibía el 44.7% del ingreso nacional, mientras el decil más pobre recibía alrededor del 1% del ingreso.
De acuerdo con el estudio de distribución del ingreso del INE en 2008, el 20% – el quintil – de mayor poder adquisitivo concentraba el 51.03% del ingreso total del país, mientras el más pobre recibe solo 5.38%. Según los datos entregados en este estudio el ingreso promedio mensual por hogar del quintil de mayores ingresos era de $1.681.182, en cambio los hogares del quintil más pobre en promedio recibían solamente $177.041. Estos datos de una encuesta del INE mostrarían que en Chile el promedio de ingresos del 20% de los hogares más ricos es 9,5 veces más alto que el del quintil de hogares más pobre.(1)
Los responsables del estudio se congratularon porque estos datos señalarían una mejora respecto a la situación de desigualdad entre 1990 y 1996. En 1990 el 20% más pobre de la población percibía el 3.59 del total de los ingresos, mientras el 20% más rico recibía alrededor de un 60%. No obstante, aún no tenemos datos que reflejen plenamente el impacto regresivo de la recesión en la distribución del ingreso y en la pobreza.
El investigador Dante Contreras (2) junto con insistir en que Chile es una de las economías con mayor desigualdad en el mundo, también señala que la desigualdad en la distribución de los ingresos ha sido inestable en el tiempo, “con periodos de significativos aumentos y caídas. Adicionalmente, esta evolución de la desigualdad no parece estar relacionada con el ciclo económico. En la segunda mitad de la década de los ochenta la economía experimentó un sostenido crecimiento junto con un aumento de la desigualdad. Por contraste, durante los noventa se observa crecimiento y reducción de la desigualdad respecto a los niveles previos”. La desigualdad que había disminuido en el período del gobierno de Salvador Allende, llegó a su máximo histórico en 1987. Contreras afirma que es un mito que la desigualdad de la distribución se ha mantenido estable por cuarenta años.
Esto es muy importante porque apunta a la capacidad de presión y poder de las diferentes clases sociales, que se traducen en la distribución del excedente económico, y demuestra que no existe una relación de causa efecto entre desigualdad y crecimiento económico. No es cierto que con mayor crecimiento disminuya la brecha de desigualdad social, ni tampoco que exista un ‘chorreo’ automático de la riqueza producida. Más bien, la lógica del sistema económico apunta a la reproducción y consolidación de las desigualdades. Para muestra basta ver las consecuencias de la privatización y municipalización de la educacón.
Otro dato relevante es que la gran desigualdad se explica por la concentración extrema en el quintil más rico porque las diferencias de ingreso entre los otros cuatro quintiles no son tan importantes.
El estudio del INE, de 2008, que hemos mencionado antes, señala que todos los quintiles gastaban más que lo que percibían como ingresos, excepto el 20% de mayores ingresos. En otras palabras, el 80% de la población se endeudaba cada vez más. Esta información necesita ser contrastada con las consecuencias de la recesión, el aumento del desempleo, y las mayores dificultades para acceder al crédito.
(1) La Tercera.cl “Distribución del ingreso en Chile (2008) mantiene gran desigualdad en últimos 10 años, según INE”.
(2) Contreras, Dante. “Distribución del ingreso en Chile. Nueve hechos y algunos mitos”