(360 Noticias) La reciente desclasificación de documentos vinculados al asesinato de John F. Kennedy ha sacado a la luz un entramado de operaciones clandestinas que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) mantenía en distintos rincones del mundo. Según la información expuesta, la CIA operaba al menos 89 bases secretas en 62 países, incluyendo Chile, lo que confirma el papel activo de Estados Unidos en la injerencia política y militar a nivel global durante la Guerra Fría y más allá.
Los documentos revelan que la CIA tenía presencia encubierta en todos los continentes, operando con total secretismo en países estratégicos para los intereses estadounidenses.
En Oceanía, se identificaron dos bases en Australia y Nueva Zelanda.
En Europa, la red clandestina se extendía a 16 países, incluyendo España, Bélgica, Dinamarca, Suiza, Países Bajos, Finlandia, Portugal, Reino Unido, Italia, Noruega, Francia, Suecia, Austria, Turquía y Grecia, con Alemania siendo el país con mayor número de instalaciones, albergando cinco en Berlín, Bonn, Hamburgo y dos en Múnich.
En África, se detectaron operaciones en Marruecos, Kenia, Nigeria y Sudáfrica.
En Asia, las bases se encontraban en 16 naciones, Líbano, India, Sri Lanka, Pakistán, Irán, Tailandia, Indonesia, Malasia, Filipinas, Japón, Corea del Sur, Singapur, Laos, Myanmar, Vietnam y en la isla china de Taiwán.
La presencia de la CIA era particularmente fuerte en América, con 22 bases repartidas en países como Chile, Canadá, Paraguay, Colombia, Brasil, Argentina, Venezuela, Guatemala, Guyana, Ecuador, Bolivia, Perú, México, Uruguay, Panamá, Haití, Jamaica, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana y Honduras.
Entre las revelaciones está la confirmación de una base secreta de la CIA en Chile, donde la injerencia estadounidense ha sido históricamente documentada, particularmente en el golpe de Estado de 1973 contra Salvador Allende. La existencia de esta base refuerza las denuncias sobre la manipulación extranjera en la política chilena y el papel de la inteligencia estadounidense en la consolidación de dictaduras militares en la región.
La CIA no solo operaba como un organismo de inteligencia, sino también como un actor activo en la desestabilización de gobiernos, el financiamiento de grupos paramilitares y la manipulación de procesos democráticos.
