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Cómo el exoficial nazi Reinhard Gehlen erigió un Estado dentro de un Estado en la Alemania de la posguerra

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por Wolfgang Weber  //

Más de 100 000 páginas de documentos relacionados con el antiguo director del Servicio Federal de Inteligencia de Alemania (BND; siglas en alemán), Reinhard Gehlen (1902-1979) han sido filtrados al diario Süddeutsche Zeitung(SZ). En su edición del primero de diciembre los reporteros del SZ, Uwe Ritzer y Willi Winkler, dedicaron cuatro páginas a una descripción general de los documentos.

El archivo incluye informes de espías, “informes de situación” políticos, expedientes sobre políticos, artistas y personalidades del mundo académico, correspondencia y registros personales. Todo este material era desconocido para los historiadores hasta ahora.

Gran parte de la documentación parece ser fragmentos históricamente inútiles, como recibos de gastos diarios, condolencias y tarjetas de felicitación, pero también hay información de gran importancia. En el transcurso de dos décadas, Gehlen recogió todo meticulosamente y lo guardó en secreto en un archivo privado cuando se retiró en 1968, lo que garantiza su secreto incluso después de su muerte.

El material confirma y embellece hechos bien conocidos con muchas fotos, filmaciones, documentos grabados en microfilm, nombres e información detallada. Según el SZ, también explica cómo es que Gehlen se preparó para “el período posterior” unas semanas antes de la capitulación del ejército alemán (la Wehrmacht) al final de la Segunda Guerra Mundial.

Durante la guerra, Gehlen era jefe de la División Este del Ejército Extranjero del Estado Mayor, estando a cargo de recopilar información sobre la vida social, económica y política del objetivo principal de la Alemania nazi en la guerra, la Unión Soviética. Su papel en la guerra fue crucial para su carrera posterior.

Los documentos del SZ revelan cómo Gehlen y sus colaboradores más cercanos escondieron los archivos en secreto en las montañas de la Alta Baviera para ser utilizados como una moneda de cambio para sus negociaciones personales con las victoriosas potencias aliadas. Poco después de la rendición de Alemania, Gehlen fue agasajado por el ejército estadounidense por su “conocimiento experto” y fue trasladado a Estados Unidos. Allí llegó a un acuerdo que le asignaba la tarea de dirigir un servicio secreto en Alemania a instancias de la CIA. De esta manera, escriben los periodistas del SZ, Gehlen se convirtió en “uno de los hombres más poderosos de la República Federal … sin interrupción alguna en su biografía”.

Una “compañía de paso” para exnazis y oficiales derechistas de la Wehrmacht

Ya se sabía que después de la guerra, Gehlen había trabajado con criminales nazis, generales y oficiales de la Wehrmacht, así como con antiguos oficiales de las escuadras SS y del Servicio Secreto Nazi. Los detalles de dicha colaboración fueron revelados por la comisión histórica creada hace algunos años para investigar la historia del BND. Lo nuevo es la documentación que expone el carácter sistemático y la magnitud de sus actividades, además de la medida en que eran apoyadas y protegidas por el primer Gobierno alemán de la posguerra bajo el líder democratacristiano, Konrad Adenauer.

Los autores de SZ escriben que la “Organización Gehlen”, como se le llamaba al BND antes de 1956, era “la mejor oficina concebible de creación de empleo para exoficiales y antiguos nazis” tras la caída de la dictadura nazi. Sería tan apropiada su designación como la “empresa de paso”.

Sin embargo, a diferencia dichas empresas hoy día, el aparato de Gehlen no sirvió para suavizar la transición de los trabajadores empleados al desempleo, sino que facilitó la transferencia sin mayores contratiempos del aparato represivo del Tercer Reich y sus dirigentes a la República Federal Alemana de la posguerra.

En consonancia con su continuidad con el aparato nazi, la Organización Gehlen trasladó sus operaciones en diciembre de 1947 (hace 70 años) al Reichssiedlung Rudolf Heß, un barrio residencial aislado en la comunidad de Pullach, en los bosques al sur de Munich que habían albergado a nazis de alto rango.

La fuerza impulsora detrás de este aparato era un profundo odio al comunismo. Para Gehlen, esto no se dirigía tanto hacia las autoridades estalinistas de la Unión Soviética y Europa del Este. Como muestran los documentos, en una etapa posterior, Gehlen ayudó a su íntimo confidente, Berthold Beitz, en representación del Grupo Krupp, a establecer contactos económicos con los países del Este frente a la oposición del Gobierno alemán. A cambio, Beitz operó como informante del BND, informando ampliamente después de cada una de sus visitas al exterior.

Para el aparato de Gehlen, el “comunismo” era todo lo relacionado con la clase trabajadora: sus organizaciones, líderes políticos y partidos, la Revolución de Octubre y la Unión Soviética, que continuaron existiendo a pesar de su degeneración estalinista. La concepción de Gehlen correspondía exactamente a lo que Adolf Hitler designó en Mein Kampf como marxismo o bolchevismo, y que Hitler declaró ser el principal enemigo de los nacionalsocialistas.

Por lo tanto, huelga decir que los políticos y personalidades de la esfera cultural y académica que se opusieron al nacionalsocialismo durante el Tercer Reich fueron algunos de primeros blancos de la persecución anticomunista por parte de la Organización Gehlen.

Los archivos incluyen un dosier minuciosamente elaborado sobre el abogado y politólogo, Wolfgang Abendroth, a quien se le prohibió trabajar como aprendiz legal en 1933 debido a sus inclinaciones socialistas. Unos años más tarde, Abendroth fue enviado a un batallón de castigo de la Wehrmacht activo en la guerra en Grecia. Él desertó del ejército y se unió al movimiento de resistencia griego.

Después de la guerra, comenzó a enseñar como profesor en la Universidad de Leipzig. Esto fue suficiente para ubicarlo en las primeras filas de la lista de “enemigos del Estado” de Gehlen. Abendroth estaba rodeado por los agentes de Gehlen, quienes le enviaban diligentemente sus observaciones y notas a Gehlen, todas las cuales se encuentran en los 100 000 archivos de su documento privado.

Una pregunta abierta es cuántos otros casos de persecución y hostigamiento del BND contra oponentes de los nazis, incluyendo a socialistas y trotskistas, se encuentran en la montaña de archivos.

“El cogobernante incontrolado de la República de Alemania”

Probablemente el descubrimiento más espectacular en esta revisión inicial de los archivos es la evidencia de que el BND plantó un informante y probablemente un provocador en la dirección del Partido Socialdemócrata (SPD; siglas en alemán) en una etapa muy temprana. A través del trabajo de su agente, Gehlen pudo observar durante muchos años a su objetivo más prominente, el líder del SPD, Willy Brandt, quien se convirtió en ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno de la gran coalición (SPD y Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana) en 1966 y canciller de la coalición entre el SPD y el Partido Democrático Libre (FDP; siglas en alemán). Como ministro de Asuntos Exteriores, Brandt era espiado por su propio servicio de inteligencia exterior.

El BND recolectó fotos y otro material sobre la vida privada de Brandt, que utilizó para chantajearlo y posteriormente forzar su renuncia como canciller en mayo de 1974. El titular de la Policía Federal (BKA; siglas en alemán), Horst Herold, compiló un dosier completo con base en este material. El desenmascaramiento del confidente del canciller Brandt, Günter Guillaume y la esposa de Guillaume como agentes del régimen estalinista de Alemania del Este fue transmitido a la dirección del FDP y del SPD y al propio Brandt para demostrar la susceptibilidad de este último al chantaje y hacer que su renuncia pareciera inevitable.

El BND sabía que Guillaume y su esposa eran agentes de Alemania del Este desde 1954, pero se había guardado este conocimiento para utilizarlo 20 años después y propiciar tanto la caída de Brandt como un giro decisivo en la política de Alemania del Oeste. El agente más importante de Gehlen en el liderazgo del SPD para esta operación, “detrás de las líneas enemigas”, era el Director de Información del SPD, Fried Wesemann. Como muestran las imágenes de archivo, Wesemann transmitió a Gehlen información sobre las discusiones internas, decisiones y detalles personales de los líderes del SPD y pudo ejercer cierta influencia sobre ellos en virtud de su posición dentro del partido.

Esta revelación no es solo una anécdota colorida de una historia pasada. Más bien, constituye una seria advertencia acerca de los peligros para la clase trabajadora y sus derechos democráticos, peligros que emanan hoy del BND. Los autores del SZ llegan acertadamente a la conclusión de que la Organización Gehlen se convirtió en un “cogobernante incontrolado de la República de Alemania”. Llegó a ser y sigue siendo un Estado dentro de un Estado, fundado y construido por antiguos funcionarios nazis y fascistas criminales que reclutaron y entrenaron a su personal y agentes sin un rastro de control democrático sobre sus operaciones reaccionarias, involucrando espionaje masivo, provocaciones, represión y manipulación de la vida política.

Hoy día, el BND ya no se encuentra en un aislado bosque bávaro. Recientemente se trasladó a un enorme complejo nuevo en el centro de la capital, Berlín, con un personal de más de 6500 “empleados de oficina”, una cifra que ni siquiera incluye a los miles de agentes de la agencia. El complejo de edificios es más grande que la Cancillería federal y el Parlamento alemán (Bundestag) combinados.

Todavía, el BND sigue estando fuera de cualquier control democrático. El 8 de diciembre, el SZ reportó sobre un informe secreto de 39 páginas de un “organismo independiente” establecido durante la primavera para controlar al BND, después de que se supo que, en colaboración con la Agencia de Seguridad Nacional de EUA (NSA, siglas en inglés), se infiltró, almacenó y evaluó ilegalmente miles de millones de elementos de datos de Internet. Los abogados que dirigían el cuerpo investigador —dos jueces federales y un fiscal federal— se quejaron en su informe de que no podían completar su trabajo porque se les denegó el acceso a información importante.

Las tradiciones del BND arraigadas en el Holocausto

Con base en los documentos del archivo, ahora es posible confirmar una sospecha de larga data de historiadores de alta reputación, pero una que los demócratas cristianos y la Cancillería alemana continúan negando: que el Gobierno de Adenauer estuvo involucrado en mantener vínculos y utilizar una relación con uno de los principales criminales del período nazi, Alois Brunner.

Brunner fue el asistente y la mano derecha de Adolf Eichmann en la organización del Holocausto. Supervisó personalmente las deportaciones masivas y las ejecuciones masivas y exhibió una crueldad sádica excepcional en la cacería, persecución, tortura y asesinato de judíos, especialmente mujeres y niños judíos, en Austria, Francia, Italia y Grecia. Después de la guerra, trabajó con un nombre falso para las fuerzas de ocupación estadounidenses, y más tarde en Essen en la mina Carl Funke.

Cuando su verdadera identidad se vio comprometida en 1954, Gehlen utilizó su aparato para ayudar a Brunner a huir a Siria, donde vivió bajo un nombre falso de nuevo, presumiblemente hasta el 2009 o el 2010.

En 1961, Brunner creyó haber detectado una oportunidad para hacerse útil al Gobierno alemán y así terminar su vida en un país extranjero con un nombre falso. En el transcurso del juicio contra Adolf Eichmann, que había sido secuestrado por el servicio de inteligencia israelí en Argentina en 1960, Hans Globke, jefe de la Cancillería de Adenauer, estaba en gran peligro de perder su reputación y posición.

Globke era responsable tanto del personal como de la política diaria del gabinete federal. Era el confidente más cercano del canciller. También fue el autor de las leyes raciales nazis de 1936 y un destacado comentarista de la “jurisprudencia” nazi.

Estos hechos eran bien conocidos y Globke había sido objeto de críticas públicas por su papel bajo los nazis, pero Adenauer insistió en que permaneciera en el cargo con el argumento de que “no se puede tirar el agua sucia mientras no se tenga agua limpia”. Pero ahora se le había pedido a Globke que compareciera como testigo en el juicio de Eichmann, lo que habría hecho que su papel de colaborador con el imputado fuera una cuestión de registro público.

Con el apoyo de Adenauer, Gehlen pudo persuadir al fiscal de Israel de que Globke no debería subir al estrado. El SZ cita una nota de Gehlen: “El Fiscal General Hausner ya me dijo en el tercer día del juicio que el Dr. Globke es un tabú para él”.

Sin embargo, varios periódicos diarios citaban el testimonio del exoficial de la Wehrmacht, Max Merten, quien había declarado que Globke ordenó personalmente la deportación de unos 20 000 judíos de Salónica en Grecia, confirmando así que estuvo directamente involucrado en el Holocausto.

Fue en este punto crítico que Alois Brunner ofreció sus servicios como un “testigo para la defensa” de Globke. Gehlen ayudó a establecer este contacto con la oficina de la Canciller alemana y discutió con Globke varias veces todos los pros y contras, junto con las cuestiones organizativas y legales involucradas en aceptar la oferta de Brunner.

Al final, decidieron utilizar otra arma en el arsenal del BND, que prometía más éxito y menos riesgos: una campaña mediática. Gehlen señaló en sus archivos: “El secretario de Estado (Globke) estuvo de acuerdo con la idea citada, de intentar, sin importar la verdad, presentar a Merten como un agente de la propaganda del Este, a partir de hallazgos existentes”.

Influencia en los medios

El método de denunciar en los medios de información a cualquier oponente serio que amenazara con develar la verdad sobre el papel de Globke en el Tercer Reich como “agente de Pankow” (Pankow en Berlín Este era en ese momento la sede del régimen estalinista en Alemania del Este) también se utilizó contra otros oponentes.

A partir de 1958, Reinhard Strecker organizó una exposición titulada “La justicia nazi sin expiación”, que recorrió toda Alemania del Oeste. La exposición documentó la manera en que innumerables jueces nazis habían sido retenidos o restaurados a sus posiciones exaltadas en la República Federal de la posguerra bajo Adenauer y Gehlen. Basándose en una intensa investigación archivística en Polonia y Checoslovaquia, Strecker publicó un libro en 1961 titulado Dr. Hans M. Globke-Declaraciones de los archivosDocumentos. Ahí, expuso a Globke como un organizador activo del Holocausto.

El BND puso en marcha una gran campaña mediática, utilizando lo que hoy equivaldría a cientos de miles de euros para difamar a Strecker y (con éxito) evitar la distribución de su libro. El BND continuó persiguiendo a Strecker durante décadas (según el propio Strecker, hasta 2014), pero a partir de este período, por supuesto, no podemos esperar nuevos hallazgos de estos archivos.

Sin embargo, lo que se puede estudiar a profundidad a partir de los archivos del mandato de Gehlen es cómo se estableció una red de calumniadores e informantes en las oficinas editoriales de los medios alemanes y probablemente también extranjeros y utilizada una y otra vez para influir directamente en los políticos y la política.

De esta manera, los reporteros del SZ describen la campaña puesta en marcha por el BND contra Willy Brandt cuando Brandt se presentó como candidato a canciller contra Adenauer a principios de la década de 1960 y planteó la noción por primera vez de una “política de distensión” en relación con la Unión Soviética y la República Democrática de Alemania (Alemania del Este): “Las notas en los documentos secretos de Gehlen plantean repetidamente la cuestión de si Brandt podría ser desacreditado de algún modo”.

Eventualmente encontraron un medio para difamar a Brandt ante los ojos de las capas católicas y conservadoras de la población y aquellos que aún estaban modelados por la ideología nazi: los orígenes de Brandt como un hijo ilegítimo —su nombre original era Herbert Frahm— fueron retratados como “sospechosos”, “pecaminosos” y deshonrosos. Su participación en su juventud como socialista contra el régimen de Franco en España y contra Hitler, así como su exilio en Noruega, donde adoptó el nombre político de Willy Brandt, fueron denunciados como evidencia de “traición”.

El autor de este artículo todavía puede recordar muy bien los infames discursos de la campaña electoral de Adenauer, que en repetidas ocasiones se refirió a “Brandt alias Frahm”. Hoy podemos leer en los archivos: Adenauer citaba el guion que le había proporcionado su hombre en las sombras, Gehlen

El BND tiene sus espías y portavoces en todos los principales diarios, a los que Gehlen llama “conexiones especiales”. Uno puede leer en los archivos que Marion Gräfin von Dönhoff, la editora del semanario Die Zeit, se vio abrumada por el encanto del general de Hitler, Gehlen, y sus “modales europeos de estilo antiguo”. La condesa respondió con varios homenajes particularmente obsequiosos a Gehlen y sus honorables servicios en el crítico año de 1963, cuando la reputación de Gehlen había sufrido mucho como resultado del asunto Globke.

En este contexto, el siguiente pasaje en el informe del SZ de Winkler y Ritzer es muy relevante: “Los documentos que dejó Gehlen muestran el alcance de la colaboración con los periodistas alemanes, que voluntariamente hicieron su contribución a la hermandad Pullach. La conexión más importante se estableció pronto con la revista de noticias Der Spiegel, y esto también está confirmado por los documentos. Una y otra vez, el servicio de Gehlen se enorgullece de la cantidad de historias en Spiegel que se filtraron deliberadamente al consejo editorial, que fueron modificadas o que detuvieron su publicación”.

Se puede afirmar justificadamente que Der Spiegel era el órgano más importante del Servicio Federal de Inteligencia. Hans Detlev Becker, editor de la revista y luego director de publicaciones, mostró una devoción servil al BND. El fundador, propietario y editor en jefe, Rudolf Augstein, también solicitó que el BND leyera de antemano los artículos importantes, incluido su famoso informe de 1962 sobre la condición de las Fuerzas Armadas Federales titulado “Parcialmente operativas”, que desencadenó el llamado “Escándalo Spiegel” del mismo año. Otros tres agentes del consejo editorial de Spiegel son referenciados en las notas de Gehlen de los años cincuenta y principios de los sesenta.

Si se supone que el número de personal de campo del BND y sus colaboradores no oficiales en las juntas editoriales de los medios ha crecido proporcionalmente con su ejército de “oficinistas”, uno tiene una idea del alcance de la infiltración del BND en los medios y su influencia en la formulación de políticas.

En este sentido, es revelador que la filtración publicada en el Süddeutsche Zeitung haya sido ignorada por los otros periódicos principales de Alemania. Solo un informe apareció cinco días después en Die Welt, escrito por Felix Kellerhoff, quien encuentra a menudo palabras de agradecimiento para Globke. En su comentario, Kellerhoff afirmó que el último lote de archivos no produjo nada nuevo.

El hecho que Willy Brandt fue espiado como ministro de Asuntos Exteriores y canciller y tratado como un enemigo público no es sorprendente, según Kellerhoff. En una etapa muy temprana, Adenauer había solicitado información al BND sobre la carrera del entonces alcalde de Berlín.

Según la línea de argumentación de Kellerhoff, los servicios de inteligencia se vieron obligados a intervenir. Su procedimiento podría describirse solo como “lógico” y “consistente”, escribe.

¿Y el hecho de que Gehlen protegió y defendió a Globke? Kellerhoff responde: “Incluso la CIA consideró proteger a Globke de los ataques constantes de Berlín Este, algo que todos han podido leer en el Internet desde el 2006, pero estos ataques no condujeron a nada”. En otras palabras, la aprobación de la CIA es suficiente para justificar la creación de un Estado dentro de otro Estado y todas sus operaciones ilegales.

“Sin embargo”, continúa Kellerhoff, “que el BND o la CIA hubieran protegido a Eichmann, como ocasionalmente asumen los autores, no es respaldado por la evidencia citada”. De hecho, los reporteros del SZ nunca hacen esta afirmación ni intentan proporcionar evidencia para apoyarla. Sin embargo, sí revelan la fluida cooperación entre el BND y los periodistas dispuestos a funcionar como informantes y portavoces de un servicio de inteligencia fundado y dirigido por nazis. En este tema, Felix Kellerhoff no tiene nada que decir.

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