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Colesterol en las venas de América Latina

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Caudillejos locales, políticos corruptos, mega empresarios predadores  y ciudadanos traidores a su suelo, constituyen la grasa necesaria para el bloqueo de venas y arterias de las naciones que conforman nuestro subcontinente 

Arturo Alejandro Muñoz

Allá por el año 1970, mi inolvidable profesor en la Universidad de Chile, Osvaldo Sunkel, con su trabajo “Marco histórico del proceso de desarrollo y subdesarrollo”, mostró varias de las causas históricas que dieron origen al proceso de subdesarrollo y al nivel de profunda dependencia en los países de nuestra región.

Para Sunkel, la revolución industrial acaecida en Inglaterra (las dos revoluciones, la de 1750 y la de 1850) explican el violento cambio en los niveles de vida y desarrollo ocurrido en las naciones del planeta, diferenciándolas de manera insanable como “desarrolladas” en el hemisferio norte, y “subdesarrolladas” en el hemisferio sur. Han transcurrido más de dos siglos sin que aquella primigenia situación haya experimentado cambios profundos en beneficio de los países ubicados al sur de la línea del Ecuador. Por el contrario, los antiguos lazos de dependencia colonial son ahora gruesas sogas fuertemente anudadas.

La frase “American for the americans” (América para los ‘americanos’) -lanzada con prepotencia y soberbia por el presidente estadounidense James Monroe el año 1823-, se convirtió en las décadas y siglos siguientes en una especie de guía conductora de la política internacional que la Casa Blanca aplicó a la mayoría de las naciones de nuestro continente. Garrote y zanahoria… préstamos atados o invasión… dependencia absoluta o invasión… entreguismo o invasión.

Esa fue la tónica, y sigue siéndolo hasta hoy. En esta posta imperialista, el testimonio  o bastón de la misma fue entregado por el imperio británico a su hijo predilecto, Estados Unidos de Norteamérica. Junto a ello, se hizo traspaso también de la gerencia del sistema económico que ambos imperios requieren para subsistir como potencias.

La razón asiste completamente a quienes aseguran que el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica ha sido siempre invasor, ladrón y genocida, características que definen el insaciable apetito de poder que consume al pueblo y a los dirigentes de ese país, así como explica también el elevado nivel de destrozo y deterioro del medio ambiente que el capitalismo híper industrializado estadounidense impetra para subsistir como ‘patrón del planeta’.

Un rápido y escueto recorrido por la Historia de los últimos doscientos años puede mostrarnos (y demostrarnos) el indesmentible espíritu corsario y predador que distingue a la nación del Tío Sam. Es una ruta manchada de sangre inocente, de tejidos humanos deshilachados a fuerza de masacres ordenadas desde Washington, y de gritos libertarios apagados por el ruido de la metralla y del cañón…todo ello administrado por los norteamericanos, ejecutado por los norteamericanos y en beneficio exclusivo de los norteamericanos.

En esta verdadera agenda del terror mencionamos sólo una parte del accionar de EEUU en América latina, además obviamos acciones criminales e invasoras de ese paàuis en el resto del planeta. .

Año 1846: el estado mexicano de Tejas (Texas) solicita el apoyo del gobierno y del ejército de EEUU para independizarse de México y, luego, anexarse al país norteño. Desde Washington se ordena el apoyo con dinero, soldados y armas a la solicitud delos tejanos que, en un porcentaje significativo, eran ‘gringos’ asentados en ese estado mexicano.

Año 1848: El Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado entre México y los Estados Unidos el 2 de febrero de 1848, al final de la Guerra de Intervención Estadounidense, estableció que México cedería casi la mitad de su territorio, que comprendía la totalidad de lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nevada y Utah y parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming.

En 1898: Estados Unidos declara la guerra a España e invade las dos últimas posesiones coloniales hispanas: Filipinas y Cuba. Independizadas ambas de la corona europea, pasan a ser verdaderos “estados cautivos” dirigidos por los gobernantes sitos en Washington.

Año 1934: El presidente cubano Ramón Grau San Martín fue derrocado por un golpe de estado urdido por el entonces coronel Fulgencio Batista y por el Embajador norteamericano en La Habana, Jefferson Caffery. Gracias a ese cuartelazo y al automático reconocimiento de la Casa Blanca, fue impuesto como Presidente de la República de Cuba el coronel Carlos Mendieta (1934-1937). A pesar de que durante su mandato formalmente se anuló la Enmienda Platt, Mendieta firmó el Tratado que le posibilitaba a Estados Unidos mantener de manera indefinida la ocupación militar estadounidense del territorio cubano donde aún está enclavada la mal llamada “Base Naval de Guantánamo”.

Año 1944: Unidades de la Marina de Guerra estadounidense bloquean el puerto de Buenos Aires con el propósito de obligar al gobierno surgido de la contradictoria Revolución militar de 1943 (en el que ocupaba prominentes posiciones el entonces coronel Juan Domingo Perón), a romper sus relaciones diplomáticas y a declararle la guerra a las potencias integrantes del Eje Berlín-Roma-Tokio. El bloqueo se levantó cuando el Jefe de la Junta Militar argentino, general Pedro Ramírez, decidió romper sus relaciones diplomáticas con Alemania, Italia y Japón.

1944-45, Nicaragua: Paralelamente, y en contubernio con el Embajador norteamericano en Managua, Arthur Bliss Lane, el general Anastasio Somoza García, entonces Jefe de la Guardia Nacional formada por Estados Unidos, ordenó el asesinato de Augusto César Sandino y la sanguinaria destrucción de la cooperativa sandinista de Wililí. Nicaragua era ya, sin lugar a duda ninguna, territorio ocupado y explotado por el capitalismo norteamericano a través de las armas y de la imposición de u dictador colocado allí por la gente de Washington.

1948: El presidente Truman envía la primera misión de entrenamiento militar a El Salvador.

1953-1954: El presidente Eisenhower aprueba y ejecuta la operación P.B. Success para derrocar el presidente Jacobo Arbenz de la República de Guatemala.

Abril 1961: el gobierno de J.F.Kennedy, junto a exiliados cubanos de extrema derecha y decenas de mercenarios (ingleses, norteamericanos y australianos), son derrotados completamente por las fuerzas armadas populares de Cuba en Bahía Cochinos, haciendo fracasar la invasión norteamericana a la isla.

En 1965: se efectúa la invasión de la República Dominicana por los Estados Unidos bajo el nombre de “Operación Power Pack”. La intervención yanqui terminó el año 1966 una vez que Washington comprobó que el gobierno títere impuesto por los intereses norteamericanos estaba firme.

1970-1973: documentos desclasificados de la CIA dan cuenta de la intromisión asesina de EEUU en la política chilena, cuestión que terminó con un cruel desabastecimiento provocado por las órdenes de Richard Nixon y Henry Kissinger, para finalmente concluir con el bombardeo aéreo y terrestre del palacio presidencial y la instauración de la dictadura más violenta y sanguinaria conocida en América.

En octubre de 1983: en Grenada, por órdenes de Ronald Reagan fueron masacrados decenas de granadinos. Aquella fue una de las más sangrientas invasiones realizadas por el Imperio norteamericano contra una nación virtualmente indefensa, como las lanzadas antes y después contra Nicaragua, República Dominicana, Panamá, Haití y otros países caribeños, al desplegar la fuerza de más de 6.000 “marines” con apoyo aéreo, naval y terrestre contra una de las más pobres y pequeñas naciones del mundo, utilizando la excusa de proteger las vidas de unos 400 estudiantes estadounidenses que se hallaban en la isla

El 20-12-1989 : los yanquis invaden Panamá con la excusa de atrapar a Noriega y ‘recomponen’ violentamente un cuadro político favorable a Washington antes de que se produjese la entrega del canal al pueblo panameño, tal como estaba acordado oficialmente desde hacía décadas.

Año 2010: los capitalistas, militares y políticos norteamericanos obtienen ‘pacíficamente’ el ingreso de sus tropas a territorio sudamericano, específicamente a Colombia, desde donde comenzarán a “crear conflictos internos” en las naciones vecinas para, finalmente, invadir y apoderarse del petróleo y gas natural existente en Venezuela y en la Amazonía brasileña.

En la retina de cualquier estudioso del tema, quedan adheridas las trágicas secuencias vividas por hermanos latinoamericanos en Puerto Rico, Guatemala, Honduras, República Dominicana, Cuba, México, Panamá, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile…, naciones en las que los mandantes estadounidenses, a sangre, fuego y hambrunas, impusieron gobernantes tiranos como Leonidas Trujillo, los Somoza, Batista, Muñoz Marín, Geisel, Garrastazú Medici, Bordaberry, Stroessner, Banzer, Videla, Pinochet, y un largo e interminable etcétera que aterra.

Poca duda cabe que ese país, específicamente sus gobiernos y fuerzas armadas, es quien administra e inocula un sistema económico predador que actúa como el colesterol que bloquea arterias y venas de América Latina. Para ello cuentan con el concurso de caudillejos locales, de políticos corruptos y ciudadanos traidores a su suelo, quienes constituyen la gruesa grasa necesaria para el bloqueo de marras.

Lo que en 1750 comenzó siendo un proceso local en Inglaterra, derivó en lo que hoy asfixia al 80% de la humanidad, pues el capitalismo salvaje en manos de un par de imperios que son primos hermanos necesita expoliar a las mayorías en beneficio de una minoría poderosa.

A niveles locales, en naciones que no son imperios pero están sometidas a ellos, el proceso comentado se replica sin ambages. Chile es un excelente ejemplo. En nuestro país el 1% de las personas con mayores ingresos concentra el 32,8% de los ingresos totales del país, según expuso el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chile. El mismo estudio concluye que la renta per cápita del 1% más rico de los chilenos es 40 veces mayor que el ingreso per cápita del 81% de la población.

¿Se requiere mayor abundamiento para entender la gravedad de la situación?

 

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