Pedro Albornoz
Socialismo Revolucionario, CIT en Chile.
1.- Los resultados de las recientes elecciones han sido un terremoto para la situación política en Chile, sin precedentes en los últimos 28 años de transición.
Expresan una nueva etapa en la profunda crisis de credibilidad y legitimidad de los partidos y coaliciones tradicionales; así como el fin de la lógica de la transición, con su política de los acuerdos y los cambios en la medida de lo posible. Un nuevo ciclo político y cultural se está abriendo ante nosotros, aunque lo viejo se resiste a morir.
El centro de gravedad, en el plano político, se ha desplazado hacia la izquierda; claramente, una amplia mayoría de la población votante expresó un apoyo a las reformas implementadas los últimos años e incluso a su profundización. En este contexto, observamos una creciente polarización en la sociedad, que reflejan las nuevas fuerzas en pugna.
La nueva situación se ha expresado en la re configuración de las fuerzas en todo el escenario político (por ejemplo: el ascenso del Frente Amplio por la izquierda, de Evópolis y José Antonio Kast por la derecha; la crisis de la DC y la caída de apoyo a la UDI); como también en un re ordenamiento de fuerzas al interior de cada conglomerado político (como la caída de los sectores más conservadores en la DC, por ejemplo).
2.- El ascenso del Frente Amplio (FA) ha expresado la rabia e indignación de amplios sectores de la población hacia los partidos tradicionales del duopolio; siendo el fenómeno más relevante de este giro a la izquierda en la sociedad. A pesar de todas las críticas que podamos tener sobre el FA; sectores importantes de la población lo han visto como la principal alternativa posible hacia la izquierda y la tomaron. Esta radicalización de importantes capas de la sociedad esta apenas en desarrollo, lo que explica que las posiciones menos radicales en el FA (RD, Revolución Democrática) se han consolidado, por ahora, en desmedro de posiciones más rupturistas con el sistema. El avance en el nivel de conciencia política de amplias capas de la sociedad, tiende a seguir las líneas de menor resistencia para su desarrollo.
La mayoría de quienes han votado por el FA, aún no logran comprender las diferentes posiciones políticas al interior de esta nueva coalición, aún son incapaces de comprender que representan las distintas posiciones de RD, o del Movimiento Democrático Popular (MDP) por otra parte; será necesario pasar por la experiencia de lucha concreta del próximo período para ganar la atención y apoyo a posiciones más combativas y de ruptura revolucionaria con el sistema dominante.
3.- Esta polarización social y radicalización creciente de importantes capas de la población, son indicadores de un enorme cambio cultural aún en desarrollo; reflejan avances en el nivel de conciencia, cambios en el sentido común acerca de lo que es posible y necesario de cambiar en educación, salud, previsión, trabajo, etc. Este notable fenómeno ha significado una enorme derrota cultural para la clase dominante y sus ideólogos; al punto que los dirigentes del duopolio (Nueva Mayoría y Chile Vamos) se han tenido que vestir con los ropajes de estos nuevos tiempos; hablando de derechos, gratuidad, pensiones dignas, etc.
Acertadamente, los voceros de Chile Vamos señalan que su verdadero adversario es el Frente Amplio, no la Nueva Mayoría; estas serán las principales fuerzas en pugna en el ciclo que se ha abierto, independiente de cual sea el próximo gobierno.
También, los líderes del FA han comprendido que su horizonte apunta a la consolidación de su fuerza, en términos políticos y sociales; si pretenden ser gobierno en el futuro, por lo que sería sido un suicidio entrar a un eventual gobierno de la Nueva Mayoría o ingresar al comando de Guillier, apoyándolo explícitamente en la campaña. Es tiempo de construir el FA, enraizándolo en la sociedad, creando organización y participación democrática en la base, al calor de las luchas cotidianas por nuestros derechos.
4.- En el contexto de la segunda vuelta, sin duda debemos tomar una difícil decisión. Bajo el contexto del actual ciclo económico y político que vivimos no da lo mismo si gobierna la Nueva Mayoría o Chile Vamos. Sería un error plantear una posición así ante los nuevos sectores que se han movilizado y buscan una alternativa; nos aislaría de ellos. Un gobierno de Piñera significaría un duro golpe para los derechos mínimos logrados; se impulsarán contrarreformas y ataques al nivel de vida de la población; a diferencia de lo ocurrido en su primer gobierno, donde se realizaron ciertas concesiones. También sería un error dar un apoyo explícito y acrítico a la Nueva Mayoría; es fundamental recalcar que no confiamos en el duopolio y que seremos una oposición desde la izquierda, independiente de quien gobierne.
Esta segunda vuelta entre 2 candidatos de coaliciones en crisis, se da en un contexto de creciente polarización social, planteado en términos de “progreso” versus “caos” por la prensa y medios dominantes; situación con muchas similitudes al ambiente de confrontación de la primera elección presidencial entre Aylwin y Buchi. Como hicimos en 1989, debemos ahora llamar a votar contra la derecha, Piñera y lo que representa; recalcando la responsabilidad fundamental que ha tenido la Nueva Mayoría para pavimentar el camino a la derecha; al legitimar la institucionalidad heredada de la dictadura, desoyendo las justas demandas de los movimientos sociales todos estos años.
Entendemos que votar contra Piñera, profundamente detestado por los sectores avanzados de la sociedad, se traducirá en estas elecciones en un voto por Guillier.
5.- El futuro gobierno, independiente de quien gane, será el más débil de la transición; dada la nueva configuración y fragmentación de fuerzas al interior del congreso. Paradójicamente, en este nuevo ciclo que se abre, el nuevo gobierno será expresión del pasado período; tendrá ilusiones de revivir los “acuerdos” y “consensos” para dar “gobernabilidad” y “progreso” al país. Ya sabemos lo que significan estas palabras, solo acuerdos y progresos para los poderosos de siempre y no para la mayoría de la población. De proponer reformas estas serán tibias y cosméticas al sistema injusto que vivimos; ya lo han dejado bastante claro los encargados de programas de las dos coaliciones, pues no plantean el fin de las AFPs, ni acabar con el negocio de la educación y la salud, o una nueva constitución vía Asamblea constituyente, solo discursos ambiguos sin alma.
Quiénes tendrán una voz y fuerza decisiva en los próximos años, serán nuevamente los trabajadores, la juventud y los movimientos sociales participando en las luchas que se avecinan.
6.- A partir de la experiencia, cada vez más sectores de la sociedad entenderán la urgencia de levantar una genuina alternativa para las profundas transformaciones que Chile necesita, una alternativa política que rompa con el duopolio que no ha hecho más que administrar este sistema y sus cuotas de poder por más de 28 años. Es en este contexto que el FA tendrá la oportunidad de construirse como una potente fuerza de oposición desde la izquierda. Nuestra tarea en el próximo período será construir y legalizar en este contexto, dentro del Frente Amplio al MDP, entendido como un paso hacia un partido de la clase trabajadora, como una alternativa rupturista y revolucionaria con un horizonte socialista, que se oriente de manera flexible a los trabajadores y jóvenes que se han sumado y sumarán a las luchas del nuevo ciclo que se ha abierto en Chile.