El 17 de julio de 1973, hace ya 44 años, Víctor Jara grabó un extenso programa con Panamericana Televisión, en Lima, Perú, bajo la conducción del periodista Ernesto García Calderón -retransmitido a todo el continente- y que a la postre se transformaría en una de las últimas intervenciones públicas del dramaturgo y músico que representa a lo mejor de su generación, una generación que labró un proyecto revolucionario y que cayó en el combate por esa causa.
En él, Víctor Jara conversa y canta distendidamente, cuenta toda clase de anécdotas y detalles de sus composiciones, develando a su paso, su enorme compromiso humanista con el proceso de la Revolución Chilena en curso; precisamente, dos meses antes de que fuera cobarde y vilmente torturado y asesinado por los fascistas que derrocaron al gobierno constitucional del doctor Salvador Allende y la Unidad Popular (UP), aquel fatídico y lejano martes 11 de septiembre de 1973.
Días de horror y espanto que Víctor plasmó en un esbozó de última composición poética:
“Somos cinco mil
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frio, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltó al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo
¿Es este el mundo que creaste, dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas solo existe un número
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.
Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Que griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.
¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente
¡Canto que mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca ví,
lo que he sentido y que siento
hará brotar el momento…”
Reproducido de EL PORTEÑO
Tu muerte fue el inicio a la inmortalidad de tu musica