Luego de tres décadas en retirada, el movimiento feminista retornó a fines de los años setenta, gatillado por el contexto político dictatorial que imperaba desde 1973. La recuperación de la democracia fue el propósito de la acción mancomunada de organizaciones femeninas. Nuevamente, el fenómeno respondía a una demanda política y a la iniciativa de mujeres de izquierda.
Los inicios del movimiento datan del comienzo del régimen militar, con la formación de grupos dedicados a defender los derechos humanos o a palear la crisis de subsistencia que aguzaban las reformas neoliberales del gobierno. Hacia 1980 las colectividades se multiplicaron y diversificaron. A través de coordinadoras, como el MEMCH 83, se organizaron para articular lamovilización femenina que se desplegaba en jornadas, actos masivos, elaboración de manifiestos y petitorios al gobierno y a la alianza opositora, así como en protestas, en las que se integraron como una fuerza autónoma dentro de la movilización social contra la dictadura.
El feminismo permeó las organizaciones, aunque muchas de ellas no contemplaran esta posición en su origen. El carácter feminista fue asentándose al incorporar en las discusiones lareflexión sobre la identidad femenina, el cuestionamiento a los roles de género tradicionales y la crítica a la condición desigual de las mujeres en la sociedad chilena. El proceso, que es reconocido como una toma de conciencia, fue estimulado por la influencia del movimiento internacional de mujeres y por organizaciones que analizaban la subordinación femenina desde las ciencias sociales y la perspectiva de género. La virtud de estas instituciones, entre las cuales destacó el Círculo de Estudios de la Mujer, fue reforzar la legitimidad del movimiento mediante la de conocimiento. Por ejemplo, hasta entonces no existían investigaciones que construyeran la historia de las mujeres en el país, que rescataran su contribución a la economía o las luchas emprendidas para alcanzar el derecho a votar. El trabajo intelectual y el activismo generaron que el Movimiento Feminista, como se denominó la movilización, asumiera una postura propiaen la lucha por el regreso a la democracia. Ésta abordaba demandas específicas de las mujeres, dirigidas a acabar con las discriminaciones de género. Asimismo, denunciaba el autoritarismo en el mundo privado, realidad que se tradujo en la consigna “Democracia en el país y en la casa”, un ícono del movimiento.
La segunda ola feminista mantuvo su unidad durante la dictadura a pesar de los conflictos internos, usualmente referidos a las estrategias a seguir. Las discrepancias entre “feministas” y “políticas” fue el más controversial y se acrecentó en la última etapa del régimen militar. Esta división acentuaría el declive que sufrió el movimiento al restaurarse la democracia.
Fuente: Memoria Chilena
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