Las tiendas partidistas que llevarán postulantes a los cargos edilicios –especialmente en comunas pequeñas alejadas de las grandes metrópolis- deben encender sus alertas y analizar a fondo el curriculum de todos y cada uno de sus candidatos.
Arturo Alejandro Muñoz
Este artículo será más bien una nota breve, y tan directa como inyección a la vena. Si usted, amable lector, desea comprobar lo que aquí leerá, me permito recomendarle poner ojo avizor en su propia comuna, en su municipio, y especialmente en quienes muy pronto le pedirán su sufragio para ungirse como alcaldes o como concejales.
Antes de comprometer su voto, converse con sus vecinos, con los amigos y conocidos que tiene en su comuna, nútrase de información respecto de la vida y obra de todos y cada uno de los candidatos a cualquier cargo. Escuche la voz del pueblo, aunque ella sea sólo un susurro debido al miedo existente en cuanto a caer en desgracia con los vivarachos que se apropian de la historia y del quehacer de la comuna, transformándose en caudillejos que pretenden agenciarse el esfuerzo y las conciencias de sus vecinos.
¿Qué ello ha sido siempre un problema latente? Claro que sí, pero ahora el problema ha cambiado de color pasando de castaño a oscuro, muy oscuro, casi negro. ¿Y de qué se trata? En más de algunas de las 346 comunas existentes en el país, si se pone especial atención y se indaga adecuadamente, se podrá observar el avance del poder de la droga en cuestiones atingentes a la política vestida de municipio. Más claramente aún, se requiere de manera urgente que las tiendas partidistas que llevarán postulantes a los cargos edilicios –especialmente en comunas pequeñas alejadas de las grandes metrópolis- enciendan sus alertas y analicen el curriculum de todos y cada uno de sus candidatos.
No es posible –pero está ocurriendo- que determinados parlamentarios (reitero, en distritos que agrupan comunas pequeñas, algunas rurales y campesinas) decidan, por sí y ante sí, acoger a un postulante y presentarlo a sus bases como candidato de su partido, sin siquiera escuchar ni atender las informaciones que, desde su propia base electoral, señalan que ese postulante tiene negra y conocida historia en la comuna, historia que en algunos casos se emparenta con el consumo y/o el tráfico de droga, muy particularmente, marihuana, crack y pasta base.
Quizá inocentemente, o tal vez producto de la tozuda soberbia, esos parlamentarios prestan oídos sordos al fuerte murmullo de sus bases comunales, e incluso de la misma dirigencia partidista regional, pues insisten en cobijar y apoyar a quienes, de una u otra forma, representan con mayor propiedad a un cartel de la droga más que a la tienda misma…y ni hablar de representar a la comuna, pues a ella la requieren como lavandería…o peor aún, como punto de almacenamiento y distribución.
Si la droga ingresa a nuestro país por más de 20 puntos fronterizos sin control, es un hecho cierto que también podría ingresar y negociar en algunas de las 346 comunas existentes en el país. Hace unos meses, la televisión (T13) exhibió un documentado reportaje respecto del ingreso de la droga a Chile por la frontera norte, y vaticinó que podría incrementarse mediante el uso de ‘narcoavionetas’ peruanas, bolivianas y paraguayas.
Junto con ello, el reportaje abordó también otro problema de consideración: en Paraguay, nada menos que el gobernador de una provincia, formaba parte de los equipos directivos del principal cartel de ese país. El narcotráfico que se apropió de instituciones en naciones como México, Colombia y Paraguay, ha puesto sus ojos en Chile. De seguro, debe tener camino andado al respecto, y para ello ha de contar ya con alguna nómina de actuales y, muy particularmente, futuras ‘autoridades’ para desarrollar su deleznable negocio en nuestro territorio donde la corrupción ha comenzado a formar una asquerosa nata.
Sin embargo, no es labor de las autoridades comunales, ni de las organizaciones comunitarias, indagar a fondo en este asunto para sacar a la luz nombres de parlamentarios que, reitero, ingenuamente (ojalá así sea) cobijan postulantes a cargos alcaldicios sin escuchar la voz del pueblo, o la voz de sus propias bases, ya que algunos candidatos tienen recorrido y experticia en el mundo del narcotráfico.
Los llamados a evitar estos graves desaguisados son las mismas tiendas políticas, quienes deben analizar con lupa, y en profundidad, el curriculum y la vida de tales postulantes…pero, deben hacerlo pronto, antes que las autoridades policiales –y la prensa- decidan comenzar sus investigaciones, con las consecuencias fáciles de prever.
Junto con el mentado análisis, sería sano y oportuno que todos los candidatos se sometieran al análisis de pelo, y aquellos que obtuviesen un resultado comprometedor sean inhabilitados para ocupar (y postular) a cargos públicos. Ello incluye, por cierto, a las actuales autoridades que desean repostularse al cargo. Es sólo un primer paso, necesario y tranquilizador.
La pelota, entonces, todavía está en el terreno de los partidos políticos. Veamos cómo la juegan.