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Canadá: Centro del fuego forestal

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Mario Fernandez

En Canadá los más esperanzados dicen: en los últimos tiempos este territorio ha llegado a tener unos de los aires más limpios del mundo.
Esto es dudoso, se sabe que tenemos lugares altamente contaminados.

Por ejemplo, las explotaciones de hidrocarburos, las plantas de celulosa y papel, los complejos químicos y yacimientos mineros, entre otros. Pero se podría asumir que el en Canadá es mejor que hace tres décadas, no tanto porque tengamos mayor cuidado o por falta de consumo, sino porque resultado de políticas neoliberales y los tratados de (supuesto) “libre comercio” durante los 1980 terminaron con la mayor parte de la industria canadiense -que tampoco respetaba demasiado el medio ambiente ni la calidad del aire a respirar.

Durante mucho ya, los incendios forestales en Canadá y Estados Unidos se presenta como “naturales”. Hay incendios de ignición propia,
combustiones espontáneas, que pueden beneficiar la vegetación nativa y sus ecosistemas y son parte de un balance de la naturaleza. Pero hace
tiempo ya que el aumento de temperatura ambiental y las sequías, particularmente en verano, se unen a otros factores que han convertido a los incendios en desastres naturales de magnitud con consecuencias graves.

Este año, 2023, Canadá tuvo el peor récord de su historia respecto a incendios forestales; se reportaron más de 5800 incendios sumando más
de 16,5 millones de hectáreas -que equivalen a 165.000 kilómetros cuadrados de territorio destruido por las llamas. Se trata de una superficie mas grande que la de 140 países del mundo. Parecen números solamente, pero es una realidad aterradora. El año 2017 los incendios forestales en territorio canadiense cubrieron más de 100.000 kilómetros cuadrados, el tamaño completo de Corea del Sur. Para el año 2021 en el centro sur de la provincia de British Columbia (B.C.) las temperaturas llegaron a casi 50 grados Celsius durante cuatro días, lo que genero incendios responsables por la quema de casi todas las casas en la localidad de Lytton, la población de la zona fue evacuada a tiempo. Ese verano del 2021 en B.C. se contaminó el aire 40 veces más del límite y el calor mató a más de 600 personas, fue el peor récord de la historia de
Canadá.

En el mundo entero la polución del aire se prueba la primera causante de enfermedades y muerte. En Europa, según la “European Environment
Agency,” el año 2021 las partículas PM2,5 y el dióxido de nitrógeno (NO2) provocaron casi 400.000 muertes. Por lo que debemos entender que los incendios forestales en Canadá no han sido solo un siniestro de fuego y destrucción, sino que el humo emitido, capaz de recorrer largas
distancias, exponen no solo a la población canadiense. Sus efectos incluso ocurren cuando la concentración de partículas PM2,5 son bajas.
En bajas concentraciones el aire está contaminado y las partículas PM 2,5 se depositan profundamente en los pulmones, afecta la salud causando problemas respiratorios, cardiovasculares, diabetes, cáncer pulmonar y complicaciones al embarazo. No hay duda que el fuego forestal daña a los animales, plantas y aguas, un asunto poco publicado.

Los impactos en la salud por el humo de los incendios forestales, según los estudios de los profesores Ryan W. Allen y Stephanie Cleland
(ambos de la facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Simon Fraser en Canadá) afirman “que la mezcla y la composición química de
este humo es frecuentemente diferente de la polución que producen otras fuentes y esas diferencias influyen en la toxicidad. Esta toxicidad del
humo de incendios forestales también depende del tipo de vegetación y de las condiciones del incendio, que pueden ir cambiando en el tiempo
del humo en la atmosfera”.

Es irónico que los lugares que sufren incendios forestales cada año traten de presentarlos como algo “natural” porque los daños a la vida de seres humanos y animales, como con cualquier otra polución, son acumulativos. Tal como explican Allen y Cleland, hay significante evidencia que quienes están expuestos al humo de los incendios forestales sufren un aumento en el riesgo de enfermedades respiratorias y muerte, igualmente que en efectos cardiovasculares. Otros adultos afectados son quienes viven en áreas más pobres y quienes sufren problemas pulmonares como el asma y enfermedades cardiacas. Aunque el efecto de este humo va más allá, estudios actualizados muestran que la
exposición a este humo durante el embarazo puede incrementar el riesgo de nacimientos prematuros. Puede además reducir la capacidad cognitiva e incrementar el riesgo de demencia.

Canadá es un territorio vasto cubierto en un 60 por ciento por la Foresta Boreal (bosques que además son parte de Alaska, Escandinavia y Rusia). Se trata de 270 millones de hectáreas de bosques boreales de variados ecosistemas donde solo vive el 13 por ciento de la población canadiense.

Como los fuegos forestales afectan todo el país ya que los incendios se han hecho comunes en casi todas las provincias y territorios, y hay
además otros bosques, ramas de plantas secas, praderas y tundra que cada vez son más vulnerables al fuego, el problema se entiende como
serio. La polución del humo el 2023 ha afectado peligrosamente no solo todo Canadá sino también a otros, ciudades como New York City,
Chicago y el Distrito de Columbia. Aquí en Halifax en el Atlántico canadiense donde vivo, por ejemplo, los fuegos destruyeron 200 estructuras incluidas 151casas y pude observar desde mi lugar humo por varios días; aunque en algunas áreas la situación obligó a evacuar residentes, no se informaba al público acerca del número de casas que se quemaban. Otros fuegos en otras áreas de la provincia quemaron más de 150 edificaciones y viviendas.

Como en otros lugares, los desastres naturales en Canadá se han hecho comunes en las últimas décadas; aquí se han experimentado también grandes inundaciones, sequías, ondas de calor, estas últimas el 2018 en la provincia de Québec cobraron 86 vidas. Ya hay 3 zonas en Canadá
declaradas calientes, zonas donde cada año pueden ocurrir catástrofes de variados niveles. Cada año tormentas, huracanes y tornados destruyen edificaciones e infraestructura, y cobran vidas humanas además de desbastar las dañadas floras y fauna canadienses.

Eventualmente, en 10 años o más, los incendios forestales han de causar la falla de la agricultura en Canadá por las altas temperaturas, que establecen una nueva norma con consecuencias también en la gente, en el nivel de crimen, de agresividad, afectaran además la productividad y la energía física de las personas. Vivimos en un contexto mundial donde un millón de especies de plantas y animales sufren amenaza de
extinción, de acuerdo a datos de las Naciones Unidas.

Los habitat en el mundo han declinado en más de un 20 por ciento durante los últimos 100 años; casi el 40 por ciento de los mamíferos
están en peligro de extinción, que afecta también a los corales en el mar, a las abejas -especie bajo amenaza y con un índice de extinción de 100 a 1000 veces más alto que lo normal debido a la actividad humana.

Seria racional preguntarse ¿Como se vivirá en el futuro con lo que ya enfrentamos? La geografía de Canadá será transformada, por ejemplo,
el ártico se calienta el doble más rápido que el promedio global, una de las tantas víctimas son los osos polares que cada año se reducen en
número y cada verano deben nadar cientos de kilómetros para encontrar comida, sufren contaminación, desnutrición y enfermedades variadas. Y a pesar de lo trágico de su situación, groseramente se ofrecen recorridos turísticos para ver estos animales que apenas sobreviven en su frágil medio y cuya vista conmueve.

Al cambio climático y aumento de la temperatura del medio ambiente se le atribuyen todos los desastres naturales porque nos afecta directamente y es más tangible. Los medios oficiales, que representan a los poderosos capitalistas, tratan de ocultar otras amenazas a la vida, a la cadena alimenticia de seres humanos y animales como la agricultura intensiva y de monocultivos que destruye los ecosistemas naturales con pesticidas, herbicidas y más. Los seres humanos causamos daño directo a los bosques y a la naturaleza en general, explotando recursos de la tierra y del mar, creando polución de todo tipo y contaminando con el turismo y el consumo desmedido que se promueve desde todos los medios como si no fuera posible vivir de otra manera.

Muchos de estos tópicos son temas de publicaciones, activistas, políticos que quieren llamar la atención, académicos que enuncian los problemas en forma elocuente, e instituciones como Naciones Unidas. Pero que al tiempo de señalar responsables se focalizan en la gente común, en los pueblos que se niegan a tomar conciencia del problema del deterioro del mundo natural. Obvian el consumo de los ricos, sus corporaciones e instituciones. Principalmente en Occidente ellos son quienes sostienen sociedades sumisas, obedientes y gobiernos que aplican totalitarismo ideológico en favor del enriquecimiento de pocos. Políticos financiados para mantener este modelo fracasado como sea. Imágenes constantes de ricos “conscientes y generosos: poseedores de la solución para enfrentar la catástrofe del medio ambiente y el agotamiento de energía y recursos.”

Una realidad cuestiona el montaje propagandístico deshonesto y simplista ejemplificado en la conferencia y acuerdo de Paris del 2015. Montaje que se repite cada año en otros países: espectáculo fraudulento que se compromete a “eliminar dióxido de carbono y otros gases.” La
verdad es que las corporaciones se vuelven esquizofrénicas si se intenta siquiera poner límite y control a sus actividades depredadoras y/o a sus ganancias. Así como vamos, cuando se sienta el declive de la producción de petróleo y gas natural volveremos al carbón, incluso al lignito y la turba. Olvidada quedara la quimera de la energía alternativa y toda la propaganda de hoy: para el sistema que nos domina crecimiento y
consumo son oxígeno de vida.

Los incendios del pasado verano en Canadá fueron reportados pero significativamente se trató de ocultar la destrucción de viviendas y la contradicción que para las compañías de seguros implican. Sin duda los incendios dañan el negocio de la aseguradoras y la especulación
inmobiliaria que se ha hecho vital para la economía de este país.

Especuladores continúan construyendo, comprando y vendiendo y seguramente esperan que pasada la catástrofe se olvide, como aparentemente se han olvidado ya las muchas crisis. Pero la realidad nos trae incendios e inundaciones cada año por lo que se hace difícil olvidar.

En el hemisferio sur es verano y los primeros incendios azotan Brasil, Bolivia y Australia confirmando que seguramente el próximo verano tendremos de nuevo fuego por estas latitudes. Y al verlo arder tratara la “falsimedia” de convencernos con sus adulteradas explicaciones, es lo
habitual.

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