La proscripción de Lula sigue siendo un tema tabú para el grupo Globo, de hecho, para la clase dominante.
Valerio Arcary *
A terra é redonda, 14-7-201
Traducción de Carlos Abel Suarez – Sin Permiso
1.-El artículo publicado por el ex director de la redacción de O Globo, Ascânio Seleme, el sábado (11/07) “Es hora de perdonar al PT”, ha sido interpretado como una expresión de la opinión de la empresa. El grupo Globo señala a la clase dominante que es necesario reconocer al PT y a la izquierda, porque tienen fuerza social y capacidad político-electoral, influyen a un tercio de la sociedad, deben ser aceptados como sujetos políticos necesarios, o incluso indispensables, de la oposición al gobierno de Bolsonaro.
Aunque la referencia directa del artículo sea sobre el PT, porque el partido mantiene una posición mayoritaria en la izquierda, parece evidente, en función a las razones invocadas, que se trata de un cambio de orientación que afecta a toda la izquierda brasileña, por lo tanto, también al PSOL (Partido Socialismo y Libertad). Esto no es una sorpresa completa, porque desde hace dos meses, el diario nacional ha invitado, una vez más, a los líderes del PT e incluso hasta a la dirigente del PSOL en la Cámara de Diputados, Fernanda Melchionna.
Se trata de una transformación importante. Es imposible comprender la historia de los últimos cinco años sin estudiar el papel del grupo Globo durante la construcción del apoyo a la operación Lava Jato y en apoyo de la destitución de Dilma Rousseff. Aunque se haya distanciado del gobierno de Temer después del escándalo de JBS, el grupo Globo participó en la campaña de denuncias que culminaron con la condena y el encarcelamiento de Lula y, por lo tanto, facilitó el camino para el ascenso de Bolsonaro hasta las elecciones de 2018, como portavoz de la extrema derecha, apoyando a Paulo Guedes y sus propuestas durante la campaña. Este cambio confirma una división dentro de la burguesía brasileña.
2.-El grupo Globo reafirma que el gobierno de Bolsonaro es una amenaza para el régimen de la Nueva República. El artículo confirma una reevaluación de la posición ante el gobierno de Bolsonaro, después del impacto de la pandemia, pero va más allá. Afirma que el PT y la izquierda no son, en este momento, ni siquiera un peligro simétrico para el bolsonarismo, la “teoría” de los dos extremismos, de las dos amenazas, de los dos riesgos. Este reposicionamiento merece ser analizado seriamente.
No se trata solamente de una actitud de autodefensa frente a las amenazas directas a su lugar como el principal grupo económico en el ámbito de la comunicación social. Por supuesto, esto también es una reubicación en defensa propia. No ignoran que su destino en tanto corporación está en peligro. El gobierno de Bolsonaro ya amenazó con la no renovación de la concesión, redistribuyó los fondos de publicidad oficial, favoreció a los grupos de comunicación competidores y, recientemente, amenaza el monopolio de las transmisiones del campeonato brasileño, una fuente de financiación importante para la “joya más preciosa”, la red de televisión.
Pero sería miope no considerar que el grupo Globo ocupa un papel importante en la formación de la posición política de la clase dominante y de las capas medias. Desde mediados de marzo viene asumiendo una posición crítica hacia el gobierno de Bolsonaro: a) condenó el negacionismo anticientífico contra la pandemia; b) señaló el peligro de las acciones fascistas; c) denunció los discursos en defensa del auto-golpe del ala bolsonarista; d) apoyó las iniciativas del Supremo Tribunal Federal (STF) para investigar la red de noticias falsas financiadas desde el Palacio de Planalto; e) apoyó a Maia en la presidencia del Congreso cuando la ampliación de la ayuda de emergencia; f) acusó a Bolsonaro de abuso de poder durante la maniobra de intervención en la Policía Federal; g) y apoyó a Sergio Moro y los gobernadores de la oposición, como Dória.
3.-El grupo Globo revela que es consciente de que subestimar el peso social y político de la izquierda brasileña sería un error irreparable. La magnitud de la crisis nacional generada por la pandemia y la recesión económica abren la posibilidad de movilizaciones masivas en unos pocos meses. La realización de elecciones municipales puede no ser suficiente para canalizar el malestar social. El reposicionamiento del grupo Globo es, también, una advertencia a la clase dominante de que el protagonismo de la izquierda en las calles será inevitable. Más importante aún, que el malestar social está creciendo y puede desbordarse cuando las condiciones de confinamiento social obligadas por el auge de la pandemia fueran superadas. Hay mucha incertidumbre en el horizonte. Las acciones de contención parcial de los impulsos fascistas del bolsonarismo, después del arresto de Queiroz, trajeron un alivio relativo, pero sus efectos son transitorios.
4.-Globo continúa apostando a la permanencia de Bolsonaro hasta el final de su mandato, siempre que la presión del STF y del Congreso sea suficiente para contener el ala neofascista. Esta es la posición que prevalece mayoritariamente en la burguesía brasileña. Un segundo impeachment, en un intervalo tan corto, todavía es considerado un mal mayor a la permanencia de Bolsonaro. En particular, porque existe una inmensa unidad en torno a los proyectos de Paulo Guedes, incluidas las privatizaciones.
Pero el grupo Globo marca posicionamiento en un campo de oposición electoral para 2022 y, sobre todo, advierte que una candidatura de centro sólo podrá ganar en la segunda vuelta si consigue arrastrar los votos de la izquierda, lo que impone una nueva actitud hacia parcelas de los partidos de izquierda que aceptaran la concertación a través de un embrión de Frente Amplio articulado por el movimiento Juntos, en defensa de la ley, del orden y del mercado, y por Derechos Ya, en defensa de la democracia, pero sin denunciar las provocaciones golpistas y, mucho menos exigir el fin del gobierno de Bolsonaro.
5.- No menos importante, la prohibición de Lula sigue siendo un tema tabú para el grupo Globo, de hecho, para la clase dominante. Lula tiene que permanecer maldito, condenado, execrado. El PT y una izquierda de concertación, que acepte un lugar auxiliar en la oposición, debe ser aceptado. No es, por supuesto, porque Lula sea un radical, porque hasta las piedras del Jardín Botánico saben que nunca lo fue. Pero por todo aquello que Lula simboliza en la conciencia de millones, y que todavía puede incendiarse durante la lucha frontal contra Bolsonaro.
Parece inevitable que el próximo juicio de Lula en el STF, cuando estará puesto en causa la anulación de las condenas construidas en el contexto de la operación Lava Jato por el juez Sergio Moro, se va a convertir en una disputa política central y decisiva.
* Valerio Arcary, miembro de la coordinación nacional de Resistencia/PSOL