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Argentina: La lucha que conquistó el derecho al aborto

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[Imagen: Manifestación en apoyo a la votación en el Senado de Argentina de una ley de aborto legal, libre y seguro, agosto de 2019 (Foto: ProtoplasmaKid/Wikimedia Commons)]

12 de marzo de 2021

Patricio Guzmán, Socialismo Revolucionario (CIT en Chile)


El 30 de diciembre de 2020, el Senado de Argentina votó a favor de la ley de legalización del aborto libre aprobada previamente en la Cámara de Diputados. La aprobación se resolvió con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención. Estuvieron ausentes dos políticos conservadores que se oponían a la ley: el ex presidente Carlos Menem, que fue hospitalizado gravemente y posteriormente falleció, y otro senador que se ausentó debido a una acusación de violación en su contra por la que estaba siendo investigado. Cientos de miles de mujeres ansiosas esperaron en las calles el resultado.

Durante meses el relato del gobierno en Argentina fue que la situación pandémica de Covid-19 no permitía la discusión de la ley en el Senado. Sin embargo, la renegociación del pago de la deuda con el FMI, las medidas de austeridad antipopulares asociadas, que amenazan con provocar una ruptura con el ala más progresista del peronismo, y el fantasma de una ola de protestas sociales masivas, similares a las ocurridas en Chile, fue el contexto en el que el gobierno de Alberto Fernández decidió rescatar el proyecto y presentarlo para su discusión en el Senado.

La legislación sobre el aborto en Argentina, anterior a la nueva ley, fue promulgada en 1921. Como en otros países, sólo se permitía por dos motivos: violación y riesgo para la salud de la mujer. Esta legislación fue derogada por la dictadura militar instalada en el poder en marzo de 1976, que en su lugar reinstauró una disposición de la anterior dictadura del general Onganía que penalizaba totalmente el aborto. La legislación de 1921 volvió a entrar en vigor por decisión del Congreso con el fin del régimen dictatorial.

América Latina es el continente con más restricciones a la interrupción voluntaria del embarazo. En un contexto internacional de movilizaciones sociales, el movimiento de mujeres trabajadoras ha sido decisivo en la victoria que representa la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo – aborto libre en Argentina. Sin duda, tendrá el efecto de acelerar la lucha en otros países. Argentina es el tercer país de la región.

Esta nueva ley es el resultado de 30 años de movilización y lucha de las organizaciones de mujeres combativas, con el apoyo de la izquierda, que se convirtió en un gigantesco movimiento social generalizado, especialmente entre los jóvenes y la clase trabajadora y los sectores pobres de la sociedad. La prensa bautizó este movimiento por la legalización del aborto como la «Marea Verde», porque el movimiento se identificaba con pañuelos verdes asociados a la salud. No ha sido fácil en un país donde la Iglesia católica, muy conservadora y contraria al derecho al aborto, tiene amplias redes de influencia, especialmente con los sectores oligárquicos y los aparatos políticos burgueses

La jerarquía de la Iglesia Católica

La jerarquía de la Iglesia católica argentina mostró su simpatía por la brutal dictadura militar. Antes de abandonar el poder en diciembre de 1983, los militares se aseguraron de criminalizar sin ambages el derecho al aborto. Posteriormente se revelaron violaciones masivas de los derechos humanos, como el secuestro de bebés de las familias de los detenidos desaparecidos que estaban embarazadas o tenían bebés pequeños. Las múltiples denuncias de abusos sexuales por parte del clero, así como la continua lucha de madres y abuelas por conocer el paradero de sus familiares, aumentaron el descrédito tanto de los militares como de la Iglesia en amplios sectores de la población.

La Iglesia católica ha pagado un gran precio; el clero ya no puede presentarse como los custodios creíbles de los valores morales superiores. Las últimas encuestas muestran que la mayoría de la población se reconoce católica por un margen muy estrecho, mientras que han aumentado los creyentes evangélicos y los agnósticos o no creyentes. Qué diferente era la situación hace cincuenta años, cuando cerca del 95% de la población era católica. La asistencia a los cultos católicos es muy baja y, en general, la gente prefiere una relación privada y personal con sus creencias sin intermediarios. Ni siquiera la elección del Papa Francisco, natural de Argentina, hizo mucho por levantar a la alicaída Iglesia católica del país.

Hace dos años, el Senado de la República votó en contra de esta reivindicación social del aborto. Durante las concentraciones previas a la votación del año pasado, y durante las protestas contra el aborto, se hizo evidente la creciente fuerza de la Marea Verde. Muchos senadores cambiaron su voto en esta ocasión. Sin embargo, para asegurar una mayoría favorable, el gobierno tuvo que introducir cambios que reconocieran el derecho a la objeción de conciencia de las clínicas y hospitales católicos.

La victoria abre puertas

Esta victoria abre la puerta a conseguir muchos otros cambios en la forma en que la sociedad patriarcal argentina sigue oprimiendo a las mujeres: salarios más bajos que los de los hombres, doble jornada laboral, desigual responsabilidad en el cuidado de los hijos y de los miembros de la familia, acceso limitado a la dirección y a los puestos de responsabilidad en las empresas y en la sociedad, por mencionar sólo algunos.

América Latina vive desde hace dos años un estado de ebullición social. En varios países se ha podido hablar de elementos de una situación prerrevolucionaria. Mujeres activistas, jóvenes, estudiantes, trabajadores y gente de los barrios pobres se han reunido con la clase obrera y la juventud local en torno a reivindicaciones y aspiraciones comunes. Son una parte fundamental de la generación de movimientos anticapitalistas y antipatriarcales que cuestionan el statu quo. Podemos decir con razón que no habrá revolución social sin las mujeres.

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