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Año electoral carente de huesos e ideas

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Presidente, senadores, diputados, intendentes, consejeros regionales. Usted deberá elegirlos. ¿Lo había olvidado? Es momento de ponerse serio y despertar del letargo.

No sé si a usted le ocurre algo similar en su percepción respecto al acontecer político en Chile; supongo que sí, pero no lo puedo asegurar. Hasta ahora me parece que este es un año electoral algo “flojón”, medio deshuesado y muy livianito en cuanto a propuestas, debates e ideas. ¿Me equivoco? ¿La pandemia del Covid-19 es la culpable?

Tal vez, cuando haya debates (si es que los hay), podamos distinguir lineamientos y objetivos de los diferentes candidatos a la presidencia de la república, los que en realidad no son pocos, como bien sabemos, ya que la lista de los postulantes (con o sin primarias de por medio) es llamativa; vea usted: Mathei, Desbordes, Lavín, Narváez, Muñoz, Jiles, Jadue, ¿olvidé a alguien? Espero que no. Muchos nombres, pero no se divisan aún programas serios, salvo mantener lo que hay.

Está bastante fraccionada la política. El número de ‘sacrificados’ podría mover a engaño haciendo creer que la democracia protegida  -nuestro sistema criollo, desde 1990- funciona a las mil maravillas. Sin embargo, basta realizar a varios candidatos algunas inocentes preguntas para que todo el armatoste que están estructurando para sus respectivas campañas experimente tembladeras, y los postulantes comiencen sus balbuceos poéticos escabullendo el trasero a la jeringa ciudadana. 

¿Continuará, tal cual la tenemos hoy, la misma estructura del sistema económico neoliberal? ¿Cambios y mejoras… cuáles? ¿Mantendrá vigente el sistema AFP’s o procurará reemplazarlo por otro más solidario… o sólo buscará maquillarlo para detener parcialmente su desprestigio? ¿Renacionalizará el agua, el cobre y, junto con el metal rojo, nacionalizará todos los recursos minerales, o formará sociedades Estado-Privados en algunos o muchos casos? ¿Eliminará el CAE, o lo mantendrá incólume en beneficio de la banca?  ¿Cuál es su plan para solucionar los graves déficits de la salud pública? ¿Terminará o continuará con las inefables ‘tercerizaciones’ laborales? ¿Propugnará o impugnará la negociación colectiva para la mayoría de los trabajadores chilenos? ¿Solucionará el problema de ‘mar para Bolivia’? ¿Lo plebiscitará o seguirá la línea de los anteriores mandatarios, es decir, escabullir el cuerpo al problema? ¿Cuál será la posición de Chile en el contexto latinoamericano? ¿La misma de hoy, u otra?

Por ejemplo, las ‘ideas’ de los derechistas  no son otras que regresar al año 2000 y clavar allí la rueda de la Historia a objeto de consolidar –con hormigón armado- el salvajismo del sistema neoliberal. Para ellos, todo está sometido a las leyes del mercado, a la oferta y demanda, a la compra y a la venta… incluyendo las nubes, pues de allí proviene el agua dulce que alimenta a todas las fuentes acuíferas del planeta. Sin embargo, eso no lo dicen, lo hacen, y marean al ‘respetable’ con promesas que en el fondo, más allá de la retórica vana, apuntan a lo mismo.

No crea usted que hemos olvidado a aquellos postulantes que aseguran ser “novedosos”, “ajenos o distantes del duopolio”, no, claro que no los hemos olvidado.  Su sola presencia resulta atractiva para un electorado que está harto de políticos venales, corruptos y mentirosos, de políticos que han dedicado sus esfuerzos principalmente a la engorda de las  faltriqueras de los poderosos megaempresarios, en especial de las transnacionales. Hablan bonito, tienen un más que rescatable blablá, y representan perfectamente a las mayorías ya que manifiestan desacuerdo con el sistema económico actual. La verdad es que están en completo desacuerdo casi con todo lo que los últimos siete gobiernos han realizado. Pero, ¿cuál es su oferta? Sabrá Dios, ya que ninguno de ellos la ha dado a conocer todavía.

Hay ciertas prohibiciones que son comunes a muchas de las tiendas partidistas que apoyan a postulantes a la casa de gobierno. Entre ellas se encuentra el no alterar el orden económico imperante, lo que puede y debe ser leído como “jamás afectar –ni en lo más mínimo- a los megaempresarios y dueños de la banca, a los agro exportadores, a inversionistas y especuladores financieros”. Allí se aloja el corazón del sistema. Por ello entonces, todo lo que actualmente algunos candidatos puedan prometer como acción de su posible gobierno, se traduce –para el pueblo- en nada, en cero, en maquillajes y burbujas si ‘al corazón del sistema’ no le canta las cuarenta ni le pone deslindes a sus territorios.  

Por cierto, millones de chilenos esperan que lo anterior pueda ser socavado y se inicie una serie de cambios que a mediano y largo plazo beneficie a las mayorías, a esas mayorías que pese a sus gritos y protestas, no son escuchadas ni atendidas por las castas políticas que durante décadas han estado enquistadas en los cargos de representación pública.

Muchos cifran esperanzas en Daniel Jadue, hombre inteligente, carismático, honesto y asertivo. Pero, al momento de los “quiubo” (en una posible segunda vuelta electoral), ¿bastará el empuje popular?, ¿lo apoyarían socialistas, pepedeistas, radicales, democristianos? Es la pregunta del millón de euros, porque …¿qué puede esperar Chile –y esto es un asunto en extremo serio- de personas que llevan un cuarto de siglo –o más- en las esferas principales de los poderes del Estado asociadas a los depredadores derechistas, y que, en consecuencia, son también interesados responsables de la situación de desigualdad, expoliación de recursos naturales, explotación de trabajadores y corrupción galopante, que caracterizan al país?

Los electores se preguntan –con un hálito de válida esperanza- si los nuevos rostros, a pesar de aún no ofrecer programas concretos, podrían dar solución a los problemas mal detallados en esta nota. De seguro, los chilenos no sólo esperan que ello sea posible, sino, desean que así sea.

Además, como colofón, recordemos que este 2021 no  agenda solamente una elección presidencial, también el pueblo habrá de elegir alcaldes, concejales, diputados, gobernadores, consejeros regionales y constituyentes o convencionales. ¿Lo había olvidado? Un año electoral demasiado importante que, sin embargo, sigue presentándose en paños menores, y famélico en cuanto a propuestas, programas e ideas.

 

 

 

  

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