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¿“Acuerdo por la paz” fue un plan de ‘inteligencia’ militar? Mario Desborde tiene la respuesta

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La memoria sigue viva, con mayor razón si debemos recordar hechos acaecidos hace poco tiempo. Que ella es frágil, no hay duda, pero esa misma realidad obliga a refrescar eventos importantes a quienes tienen memoria sólida, o menos frágil, como usted quiera entenderlo.

Ocurre que el aplastante triunfo del ‘Apruebo’ en el plebiscito constitucional de octubre del presente año 2020 comenzó a ser administrado precisamente por quienes habían sido rechazados y vapuleados por la gente movilizada, quien los señalaba, sin dudas ni titubeos, como responsables directos del estado de cosas que originó el estallido social de octubre del año anterior.

Poco menos de un mes después de histórico evento (el estallido social), resarcidos ya de los primeros miedos, políticos, parlamentarios, gobierno, empresarios y altos oficiales de las fuerzas armadas y de las policías, iniciaron los escarceos para preparar el plan que no solamente les sacaría del embrollo, sino, además, reafirmaría sus odiosos privilegios con el disfraz de una democracia indeleble e inefable provocada por “el arrepentimiento eficaz y la decisión voluntariosa de poner justicia donde no la había”. Toda esta falacia, por cierto, contaba con el apoyo irrestricto de la “prensa canalla” y el aporte de los principales rostros periodísticos  y faranduleros de la televisión y de los medios escritos pertenecientes al duopolio informativo que conforman El Mercurio y Copesa.

Los culpables del estallido, los responsables de las situaciones de desmedro en que vivía (y vive) la gente, decidieron reunirse en las instalaciones del antiguo Congreso Nacional situado en pleno centro de la capital chilena. Fue así que los partidos políticos con representación en el Legislativo –salvo el partido comunista que declinó la invitación-  se reunieron con carácter de urgencia aquella tarde del día jueves 14 de noviembre de 2019.

La noche de ese 14 de noviembre y la madrugada del viernes 15 fraguaron y parieron “El Acuerdo por la Paz”, ornitorrinco político que no emanó directamente de los presentes allí en esas jornadas. ¿De dónde procedía? ¿Quién, o quiénes, lo impusieron?

Tres día antes del ‘acuerdo por la paz’, el entonces diputado Mario Desbordes (hoy ministro de Defensa) anticipaba cuán necesaria era la apuesta en marcha de un consenso político para “evitar males mayores a la democracia, y agregaba que esa necesidad corría contra el tiempo.

La noche del 14 de noviembre fue el propio Desborde quien a viva voz punzaba a los dirigentes presentes asegurando que no se disponía de más tiempo para llegar a acuerdo, y ese acuerdo tenía que lograrse, sí o sí, esa misma noche. ¿Por qué el apuro? De inmediato comenzaron a circular en las redes sociales –y en algunos sectores de la prensa independiente-  rumores respecto del supuesto malestar existente al interior de las fuerzas armadas por la tardanza de los resultados que esperaban de aquella reunión.

La pregunta es obvia. ¿Quién manejaba realmente los hilos en aquella jornada? Aquella especie de “juntata” no obedeció a una necesidad imperiosa provocada por las movilizaciones populares, sino más bien fue una especie de ‘plan de inteligencia’ que aprovechaba, precisamente, esas movilizaciones para construir una argamasa decorada de democracia con la cual regresar al pueblo a los  grilletes de siempre.

¿Tanto se asustaron los parlamentarios de oposición que, con enorme facilidad, cedieron a las impetraciones explicitadas por Mario Desborde? Recordemos que Desborde fue oficial de carabineros, y me atrevería a señalar que quizás trabajó en los servicios de ‘inteligencia’ policial, lo que le habría puesto en permanente comunicación con oficialidad de las ramas de las fuerzas armadas, en especial con aquellos que también se desempeñaban en el mismo sector.

Desborde llevó el pandero esa noche. Exoficial de carabineros, diputado de la república, derechista dizque ‘republicano’, con redes en los escenarios militares y de contrainteligencia…el personaje perfecto para imponer un plan tejido en oficinas muy distantes a las del legislativo.

El ‘acuerdo por la paz’ fue el instrumento eficaz para remover el gallinero provocando un gran revuelo de plumas; sin embargo, una vez que el cacareo  parafernálico terminó y las plumas descansaban en el suelo, un buen observador se percataría que nada cambió en ese lugar, ya que en estricto honor a la verdad todo seguía igual a como se encontraba antes del revoleteo.

 Para ciertos grupúsculos resulta imposible aceptar que los problemas políticos deben solucionarse de manera pacífica a través de los medios y canales políticos, lo que significa centrarse en la democracia institucional y respetar los acuerdos  alcanzados. Cuando la democracia y sus instituciones les son adversas, suelen aglutinarse en torno a un revolver y a mil amenazas, en especial si el gobierno se encuentra cuestionado por la mayoría de la sociedad civil a la que desea imponerle, a sangre y fuego, sus audaces objetivos.

En Latinoamérica muchos gobiernos derechistas, para poder funcionar (aunque sea a medias), para sostenerse (aunque sea como un loro en el alambre, a pico y pata), para no tener que abandonar el barco antes de cumplido el plazo legal, acostumbran inventar un enemigo interno que les permita transformar  las calles y las ciudades en un hervidero de pólvora, en una ocupación militar que posibilite el aherrojamiento de los derechos básicos del ciudadano.

Y si ello no tiene visos de realizarse, entonces surgen asuntos como el “Acuerdo por la Paz” con los que embolinan la perdiz y dejan a la sociedad civil adosada al muro de los lamentos…pero con la opción de poder emitir su sufragio para ‘elegir’ el método y la forma con las que oficialmente seguirá siendo ninguneada y expoliada.

Eso fue lo que logró la “inteligencia militar” a través del buen concurso del diputado Mario Desborde. Poco ha cambiado la situación desde el 18 de octubre del 2019 a la fecha. Voladores de luces, fuegos de artificio, uno que otro bonito tirado a la mesa colmo gran aporte del gobierno, un plebiscito que mantiene el estado de desigualdades a través de los 2/3 y la letra chica, , un sistema previsional que sigue firme, una armazón co0nsensuada por los políticos actuales en cuanto a favorecer expresamente a las tiendas partidista por sobre los millones de independientes que desean postularse como constituyentes, etc . etc.

En ese juego participaron socialistas, radicales, frenteamplistas, pepedeístas, democristianos, cayendo en el garlito de la “defensa de la gente y de la democracia”, comprándole a Mario Desborde (y quienes lo manejaban) el cuento terrorífico  que esa madrugada del viernes 15 de noviembre del año 2019 les hizo pensar en una posible intervención de las fuerzas armadas si no llegaban a acuerdo.  

Lo que hoy tenemos ante nuestra vista, es producto de lo relatado en estas líneas. Y Desborde ya es precandidato a la presidencia de la república ¿Es también parte del plan de ‘inteligencia’ que se impuso el 15 de noviembre del 2019? Perdóneme querido lector por mi indomable espíritu cartesiano, pero yo creo que sí.

 

 

 

 

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1 COMENTARIO

  1. Hay omisiones, no sólo el P.C no participóo en ese Acuerdo por la Paz, tampoco participó ni el Partido Humanista, ni tampoco el FREVS, e incluso Convergencia Social, toda vez que Gabriel Boric hizo el loco de arrancarse con los tarros y participó sólo a título personal sin arrastrar la representación de su partido. Es más, tampoco ese Acuerdo representó un acuerdo del parlamento como tal, ni tan siquiera un Acuerdo suscrito por los partidos políticos como tal. Varios parlamentarios pertenecientes a los supuestos partidos firmantes, confesaron que ni siquiera les habían consultado, no fue un Acuerdo de los partidos en sí, sino un Acuerdo que entre gallos y medianoche fue conformado por parlamentarios elegidos a dedo. Más aún, tampoco participaron como tales los parlamentarioos independientes de la oposición, ni tan siquiera les avisaron, por ejemplo, a los senadors Navarro, Araya, Bianchi y Soria, entre otros que est´n en la cámara de diputados.

    En fin, todo esto fue una encerrona política, una gran cocina, gestada sorpresivamente entre gallos y medianoche que no es representativa ni del pueblo, ni menos del parlamento.

    Los principales responsables de la oposición son los parlamentarios Urresti, Harboe, Chaín, Heraldo Muñoz y el presidenrte del P.S, entre otros.

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