Inicio Historia y Teoria SALMONERAS: EL ORO TÓXICO DE LOS MARES Y LA VERGÜENZA DE LOS...

SALMONERAS: EL ORO TÓXICO DE LOS MARES Y LA VERGÜENZA DE LOS GOBIERNOS POSTDICTADURA

56
0

por Franco Machiavelo

Desde el retorno a la democracia en Chile, la industria salmonera ha sido presentada como un modelo de desarrollo económico, una historia de éxito en exportaciones y una fuente de empleo en zonas rezagadas del sur del país. Sin embargo, esa narrativa oficial oculta una de las caras más sucias del modelo neoliberal consolidado en dictadura y profundizado por todos los gobiernos civiles posteriores: el enriquecimiento escandaloso de un puñado de empresas a costa de la devastación ambiental, la precarización laboral y el desprecio absoluto por las comunidades y los ecosistemas.
 
Las salmoneras no serían lo que son sin el respaldo de los gobiernos postdictatoriales. Concertación, Nueva Mayoría, y los gobiernos de derecha han garantizado un marco regulatorio laxo, fiscalizaciones simbólicas y subvenciones encubiertas que han facilitado su expansión descontrolada. Han entregado los mares del sur —territorios ancestrales del pueblo mapuche y zonas de alta biodiversidad— a manos privadas, permitiendo que empresas nacionales y extranjeras conviertan los fiordos en verdaderas cloacas industriales.
 
La contaminación provocada por la salmonicultura es sistemática y conocida: uso masivo de antibióticos (Chile es uno de los países que más los utiliza en el mundo), escapes de salmones exóticos que invaden ecosistemas nativos, acumulación de desechos orgánicos y químicos en los fondos marinos, y mortandades masivas de peces que terminan flotando como una bofetada al sentido común. La industria ha provocado zonas muertas en el mar, destrucción del equilibrio ecológico y un modelo de producción absolutamente insustentable. Y lo peor: todo con la complicidad del Estado.
 
A esto se suma una vergüenza laboral: los empleos que generan las salmoneras son mal pagados, temporales y altamente riesgosos. Hay turnos extenuantes, exposición a químicos sin protección adecuada y condiciones indignas, particularmente para mujeres, jóvenes y migrantes. El discurso del “empleo local” se cae cuando los trabajadores relatan prácticas abusivas, persecución sindical y una cultura empresarial que ve a las personas como piezas descartables.
 
El enriquecimiento de estas empresas no es mérito propio, sino resultado directo de una política pública diseñada para favorecer al gran capital, mientras se criminaliza a quienes defienden el mar, la tierra y el trabajo digno. Es una vergüenza que en un país que se dice democrático, los mares estén más protegidos para los intereses de Noruega o Japón que para las comunidades costeras chilenas.
 
Las salmoneras son un emblema de lo que está mal en Chile: crecimiento económico sin ética, políticas públicas al servicio del capital, y gobiernos que, en lugar de defender al pueblo, administran el modelo extractivista heredado de la dictadura. Mientras no se nacionalice el mar, no se exija responsabilidad ambiental y social real, y no se escuche a las comunidades, seguiremos pagando con nuestra salud, nuestro mar y nuestra dignidad los millones que engordan las cuentas de unos pocos.
 
El futuro no puede seguir oliendo a antibiótico ni a muerte flotando en los fiordos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.