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Imperialismos – Paz entre neofascistas y guerra contra los pueblos oprimidos

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Gilbert Achcar

Sitio del autor, 18-2-2025

Traduccion de César Ayala

Correspondencia de Prensa, 19-2-2025

Que Washington y Moscú hayan elegido el reino saudí como sede de una reunión entre sus delegaciones para debatir las perspectivas de la guerra que se desarrolla en Ucrania desde que las fuerzas rusas invadieron ese país hace tres años, es una prueba de los profundos cambios que se están produciendo en los asuntos internacionales ante nuestros ojos.

Que Washington y Moscú hayan elegido el reino saudí como sede de una reunión entre sus delegaciones para discutir las perspectivas de la guerra que se desarrolla en Ucrania desde que las fuerzas rusas invadieron ese país hace tres años, es una prueba de los profundos cambios que se están produciendo en los asuntos internacionales ante nuestros ojos. La forma de la reunión en sí es totalmente coherente con el lugar de celebración: La administración neofascista de Donald Trump no trató de promover la paz entre las partes beligerantes en el marco del derecho internacional y de las Naciones Unidas, como China ha venido pidiendo desde el comienzo del conflicto, sino que más bien está tratando de concluir un acuerdo directo con el régimen igualmente neofascista de Vladimir Putin, a expensas del pueblo ucraniano. Por lo tanto, es natural que las dos partes no hayan elegido un escenario neutral acorde con el derecho internacional, como las Naciones Unidas, sino uno acorde con su naturaleza, aunque su régimen despótico sea del tipo tradicional.

Lo que hace que la escena sea aún más espantosa es que Estados Unidos es un socio de pleno derecho en la guerra genocida que se libra contra el pueblo palestino en Gaza, con parte de su impulso trasladándose actualmente a Cisjordania. La administración Trump incluso se ha apresurado a cancelar las medidas limitadas que la administración anterior había tomado en un intento de desviar la culpa, especialmente la congelación de la exportación de bombas de una tonelada que contribuyeron en gran medida a la destrucción de la Franja de Gaza y al exterminio de su pueblo, así como a la guerra de eliminación que Israel libró contra Hezbolá en el Líbano. Más bien, como era de esperar, excepto para aquellos que intentaron escapar de la amarga realidad proyectando sus sueños en ella (véase «Dos mitos sobre el alto el fuego en Gaza», 21 de enero de 2025), la nueva administración ha superado a su predecesora en la puja sionista con el llamamiento de Trump a desplazar permanentemente a los residentes de la Franja, es decir, a aplicar lo que el derecho internacional denomina «limpieza étnica», un crimen contra la humanidad.

El eje neofascista sionista-estadounidense converge con la Rusia de Putin en el odio racial a los pueblos oprimidos. Moscú se ha destacado en este terreno, no sólo por su agresión colonial contra Ucrania, repudiando su soberanía nacional, sino también en la región árabe, donde desempeñó un papel clave en la destrucción de Siria y el exterminio de un enorme número de sus habitantes, al tiempo que era abiertamente cómplice del Estado sionista al permitirle bombardear a su antojo emplazamientos iraníes en Siria (como parte de la rivalidad entre las influencias rusa e iraní en ese país). El ministro de Asuntos Exteriores de Moscú llegó a equiparar la guerra de Rusia contra Ucrania con la guerra de Israel contra Gaza, comparando la descripción putinista de los gobernantes de Ucrania como nazis con la descripción sionista de Hamás como nazis. Asimismo, cabe destacar que la reacción de Moscú al criminal proyecto de deportación pronunciado por Trump ha sido comedida, incluso en comparación con la condena explícita emitida por algunos de los aliados tradicionales de Washington, como Francia.

Aquí están ahora los estadounidenses implicados en la matanza de cientos de miles de gazatíes reuniéndose con los rusos implicados en la matanza de cientos de miles de sirios, las dos partes compartiendo con el Estado sionista un desprecio común por los derechos territoriales de los pueblos. Se reúnen en el territorio de un Estado árabe que, si realmente se preocupara por los pueblos sirio y palestino, debería haber mostrado tal aversión a las dos partes que ni siquiera se les habría ocurrido pedirle que acogiera su reunión.

Lo que estamos presenciando en realidad es nada menos que un reordenamiento del mapa político mundial, pasando de la confrontación de la Guerra Fría entre un bloque occidental que pretendía defender los valores de la democracia liberal (y que los ha traicionado sistemáticamente) y un bloque oriental en el que prevalecían los regímenes dictatoriales, de esa confrontación a la disolución del sistema occidental, después del sistema oriental, como resultado de la crisis mortal que golpeó a la democracia liberal y el ascenso global del neofascismo (véase «La era del neofascismo y sus rasgos distintivos», 4 feb. 2025). La era de la Nueva Guerra Fría que siguió al colapso de la Unión Soviética y la disolución de su bloque, proporcionó la transición combinando la ley de la selva con el neoliberalismo desenfrenado. Washington desempeñó el papel principal a la hora de dar prevalencia a ambas características sobre el derecho internacional y el desarrollo basado en el bienestar y la protección del medio ambiente.

Asistimos ahora a una convergencia entre neofascistas a costa de los pueblos oprimidos, ya que el nuevo fascismo, como el viejo, niega abiertamente el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Los gobiernos liberales que quedan en Europa están estupefactos, después de haber confiado durante ocho décadas en la protección estadounidense del sistema occidental sin atreverse a formar un polo mundial independiente de Washington, no sólo militarmente, sino principalmente en el ámbito de la política exterior. El resultado es que los pueblos oprimidos del mundo ya no pueden beneficiarse de la fractura entre grandes potencias que existía en el pasado, sino que ahora deben librar sus luchas de resistencia y liberación en condiciones más difíciles que nunca. El caso de Palestina es la prueba más clara de ello.

Artículo en inglés publicado en el sitio de Gilbert Achcar, 18-2-2025. El original árabe fue publicado por Al-Quds al-Arabi, 18-2-2025. Siéntase libre de republicar o publicar en otros idiomas, con mención de la fuente.

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