35 años de su asesinato.
Memorando a Jecar Nehgme Cristi
Más allá de la voluntad de los vivientes de memorar u olvidar, son
nuestros muertos los que paradójicamente siguen bregando por su
derecho a vivir, existir, transformarse y trascender; esquivando los
tiempos, cual gran amor.
Algunos creen que en 35 años las huellas de Jecar Nehgme Cristi
fueron borradas, sus coordenadas invisibilizadas y que las nuevas
pieles de la historia son segmentos aparte en las luchas populares.
Sin embargo, Jecar aquel hombre de risa abierta, amante de la
libertad, temerario, luchador, de abrazos apretados, manos dulces y
convicciones inclaudicables; trasciende al Chile de hoy en las
acciones populares por libertad y justicia.
Históricamente la vida de Jecar Nehgme, nos lleva a desandar las
huellas políticas de la izquierda chilena, lo que significa descorrer la
acción colectiva de miles de personas que, superando sus
diversidades y temores, se organizaron y movilizaron para poner fin
a la dictadura, combatir la pobreza y vivir con dignidad.
En Chile, en los años 77 y 78, surgieron espacios de solidaridad,
defensa de los derechos humanos y expresiones culturales, lo que
hizo posible la multiplicación de la resistencia popular y de
expresiones diversas de rebeldía contra el tirano.
En esos tiempos Jecar era uno de los tantos jóvenes que asistía al
liceo vecino a Villa Francia, comuna de Estación Central, que
clandestinamente colaboraba con la resistencia, sin que su entorno
conociera que, a sus 12 años, en octubre 73, habían fusilado a su
padre y que su familia tuvo que migrar de Temuco a Santiago para
eludir la represión. Solo pocos, los más cercanos, conocían los
esfuerzos de Milagros, su madre y de Marina, su abuela, para que él
y sus dos hermanas -Fahra y Milagros- crecieran protegidos, alegres
y amaran la vida.
Así Jecar, fue en un muchacho sencillo de un barrio popular de
Santiago, ávido de conocimiento, apasionado por la lectura, el cine,
las ciencias y los desafíos, con un chispeante humor, empático, tenaz
y generoso.
En esos años los jóvenes liderazgos políticos y sociales que
emergieron, y de los cuales formaba parte Jecar, interactuaron con
aquellos que habían logrado escabullirse del Golpe de Estado y
quedarse en Chile. A pesar de la represión y los intentos dictatoriales
de borrar los logros del gobierno y luchas populares, fue una
generación que hace suyo el legado allendista de construir caminos
propios para cambios profundos, que coloca en el centro las
necesidades y participación de los trabajadores, de los pobres, los
excluidos y los olvidados.
En 1979, pese de todas las censuras, control militar y mediocridad
que reinaba en las aulas universitarias, los estudiantes e intelectuales
en paralelo se agrupaban para estudiar marxismo, teoría política,
economía y temas de la contingencia mundial como las luchas de
pueblo palestino.
En Jecar, la pasión por la historia y el apego al pensamiento crítico lo
acompañó toda su vida, y desde allí aportó a una narrativa de
integración latinoamericana, antimperialista, socialista y
democrática popular.
Construyó su ideario lejos de dogmas, mecanicismos y sectarismos;
lo que le permitió superar las fronteras de su propio pensamiento e
imaginación de su vida como revolucionario y militante mirista.
Es en ese período que conoció a Águeda Sáez, y juntos consolidaron
un proyecto de vida y amor igualitario, libre, cómplice, militante,
comprometido con los devenires políticos y, que vivieron hasta el
momento de su muerte, junto a su hijo común, Jecar y a la pequeña
Catalina, producto de nupcias anteriores.
En estos años de estudiante y líder de los movimientos sociales
emergentes, fue fundador de la Unión Nacional de Estudiantes
Democráticos, UNED y junto a otros destacados dirigentes crearon el
Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, CODEPU; y con
audacia, transitaba de los espacios políticos y sociales públicos y
legales, a los de Resistencia y militancia clandestina.
Tuvo la convicción histórica que para avanzar eran indispensables
niveles superiores de coordinación social y política. Jecar se propuso
ser un artífice de la unidad de la izquierda y de los sectores
democráticos con una perspectiva de pluralidad social, filosófica,
religiosa, cultural y étnica, incorporando como requisito
fundamental la participación popular, la acción directa, la ocupación
de espacios institucionales, la autodefensa y el desarrollo de una
política militar asentada en pueblo.
En 1980, al ser expulsado de la universidad, junto a más de 100
estudiantes que fueron acusados de supuestas acciones terroristas,
su acción se extiende hacia otros sectores sociales consolidando su
liderazgo político en la renaciente izquierda chilena.
Los años 81/82, con la puesta en marcha de la nueva Constitución, y
la continuidad de las transformaciones económicas neoliberales, al
principio se vivió en Chile, un aparente ambiente de bonanza.
Sin embargo, a corto andar se desató en nuestro país una de las crisis
económicas más profunda desde los años 30, frente a esta situación
las movilizaciones sociales fueron en aumento, y la acción política de
Jecar se concentra en el fortalecimiento de los espacios unitarios,
coordinadoras sociales territoriales, y sus correlatos con los partidos
políticos que estuviesen a favor de la movilización.
Jecar, en esos años, se propuso contribuir como un líder político de
los sectores más pobres dentro de los pobres, los cesantes,
trabajadores independientes, ollas comunes, allegados, cristianos de
base.
La población que se encontraba en condición de pobreza
sobrepasaba el 40% Se incrementaron las tomas de terrenos, las
movilizaciones contra los despidos de trabajadores, las huelgas
estudiantiles, las huelgas de hambre y ocupaciones de recintos
internacionales y eclesiásticos denunciando la represión.
En este contexto, en mayo de 1983, se inician las jornadas protestas
nacionales que mes a mes se iban acrecentando. En agosto de 1983
surgió La Alianza Democrática marginando los partidos políticos que
eran determinantes en la dirección y convocatoria del movimiento
popular, los cuales se agruparon en el Movimiento Democrático
Popular (MDP) el PC, PS y MIR.
En este referente Jecar asume una dirigencia política nacional. El
MDP canalizó la experiencia unitaria y se convirtió en conductor de
lucha antidictatorial, desafió la legalidad, defendió la derogación de
la Constitución del 80, promovió la movilización social y un gobierno
provisional para democratizar el país.
Para incorporar nuevos sectores políticos el MDP transitó en 1987 a
un nuevo referente la Izquierda Unida (IU), al cual se incorporaron
partidos como ser PRSD, Izquierda Cristiana, Mapu Obrero
Campesino, PS histórico; y aunque los acuerdos fundacionales del
MDP se mantuvieron en esta alianza, la dinámica política implicó la
preponderancia de la lucha electoral y la definición de acuerdos
básicos para un proceso de transición democrática.
Luego, convencidos de la necesidad de crear un partido instrumental
dentro de la legalidad imperante, en diciembre de 1988, llaman a la
formación el Partido Amplio de Izquierda Socialista (PAIS), destinado
a inscribir las candidaturas de la Izquierda Unida.
En la noche del 4 de septiembre de 1989, con el advenimiento de la
“transición democrática” y cuando los ciruelos empezaban a florecer,
Jecar Nehgme Cristi fue emboscado y acribillado por oficiales del
Ejército de Chile pertenecientes a la CNI. Él caminaba solo, por una
oscura calle de Santiago en una noche estrellada.
A los 35 años de su asesinato, memorar a Jecar Nehgme, permite que
su legado se multiplique en los habitantes del futuro y que sea parte
de la lucha por un país y mundo más justo y libre.
Texto:
Águeda Sáez Fick
Colectivo Memoria Jecar
Santiago, 4 de septiembre, 2024