Cuando murió a la temprana edad de 47 años, un 13 de julio de 1954, su féretro fue cubierto con la bandera roja de la hoz y el martillo. La corta, adolorida y transgresora vida de la artista mexicana Frida Kahlo estuvo siempre asociada a la Unión Soviética.
La revolución rusa atravesó la vida de Frida Kahlo tanto como el cruel accidente que le partió la columna vertebral y la condenó a una vida de dolores y operaciones. En 1937, Frida recibió con su esposo, el famoso muralista Diego Rivera, a León Trotsky, el exiliado líder de la revolución rusa de 1917, en su famosa Casa Azul de Coyoacán, en las afueras de la ciudad de México. No obstante, al morir en 1954, dejó en el caballete de su habitación un retrato sin terminar de Iósif Stalin, el mismo que ordenó matar a Trotsky.
Frida fue alabada por personajes tan opuestos como Nelson Rockefeller o Trotsky, admirada por Picasso y los surrealistas franceses Marcel Duchamp y André Breton, quien llegó a decir de ella que era «la mecha de una bomba».
Hoy, Frida es más actual que nunca. Sus cuadros son los más caros de los artistas latinoamericanos y es una de las diez artistas mujeres cuyas pinturas han logrado los más altos precios de la historia: en mayo su obra ‘Dos desnudos en el bosque’ (La tierra misma) se vendió por 8 millones de dólares en Christie’s de Nueva York. En 2006, Sotheby’s vendió ‘Raíces’, un autorretrato, por más de cinco millones de dólares.
La cantante Madonna es una de sus principales coleccionistas. Sus autorretratos aparecen en tazas de café, murales, anteojos y camisetas. La película sobre su vida, protagonizada por la mexicana Salma Hayek, le permitió a la actriz ganar un Óscar en 2002. Frida fue tapa de revistas como Elle y Harper’s, a pesar de su visceral odio por los emblemas del capitalismo, y el ‘look Frida’ se convirtió en una moda mundial. Tanto es así, que existe una empresa llamada Frida Corporation, cosa que a la artista le hubiera disgustado mucho.
A los 18 años, Frida sufrió un accidente brutal en un tranvía: una barra de metal se clavó en su cuerpo, le destrozó el abdomen y el útero, le fracturó la columna y el cuello, varias costillas, una pierna, un hombro, un pie, la clavícula y la pelvis. Tuvo 30 operaciones, penosos tratamientos, tres abortos, nunca pudo tener hijos, y le fue amputada una pierna poco antes de su temprana muerte.
Sus pinturas, la mayoría autorretratos, reflejan el dolor y la pasión de esta mujer que trascendió la fama de su esposo, con el cual sostuvo una explosiva relación. Rivera, un mujeriego empedernido, sedujo hasta a la propia hermana de la artista, ella tuvo sus propios romances, entre ellos, con León Trotsky, el huésped de su casa de Coyoacán.
La relación de Frida con la política fue tan pasional como su relación con Rivera: para sugerir que había aparecido con la Revolución mexicana, sostuvo que había nacido el 7 de julio de 1910, tres años después. Pero fue la revolución rusa la que la marcó hasta la muerte. Ingresó al Partido Comunista en 1928, donde conoció a Rivera, que la incorporó en un mural, ‘Balada de la revolución’, donde Frida aparecía con una estrella roja repartiendo armas.
Acompañó a Rivera en sus viajes a Estados Unidos y estuvo con él en 1933 en Nueva York, cuando el artista tuvo el encargo de pintar un mural en el Rockefeller Center. Pero cuando copió la imagen de Lenin, los que habían encomendado la obra le rescindieron el contrato y tiempo después destruyeron el mural.En 1937, Frida y Rivera, que habían roto con el Partido Comunista por las políticas represivas de los años treinta en la Unión Soviética, alojaron a Trotsky y su esposa, perseguidos por Stalin, en la Casa Azul. Tras el romance entre Frida y el líder ruso, Trotsky se mudó a otra casa en las cercanías, donde fue asesinado el 20 de agosto de 1940.
Siguiendo los pasos de Rivera, Frida volvió al Partido Comunista en 1948.
«Frida Kahlo ha tenido una gran proyección: participó en los principios de las vanguardias de renovación de lenguajes, de buscar las referencias dentro de las culturas populares, y tuvo un importante compromiso político», comenta a Sputnik Ana Battistozzi, crítica de arte y curadora del Centro Cultural Kirchner en Buenos Aires.
«En ese sentido, es una artista moderna, muy compenetrada con las decisiones políticas, no solo por su participación en la política mexicana sino por su asociación con la Unión Soviética. Durante la Segunda Guerra Mundial adoptó una posición de apoyo irrestricto a la URSS, pues fue el pueblo que puso más de veinte millones de almas para derrotar al fascismo», agregó.
En la actualidad, la proyección de Frida «tiene más que ver con la reivindicación de las mujeres en la historia del arte. No es casual que mujeres famosas, como Madonna, se hayan inclinado por coleccionar su obra en Estados Unidos».
A pesar de su pasión por Rusia, solo es en este año que Frida ha llegado por primera vez a San Petersburgo, a través de la exposición organizada por el Museo Fabergé en febrero y la cual atrajo a miles de visitantes
«Espero alegre la salida y espero no volver jamás», escribió antes de morir. Sin embargo, Frida nunca se ha ido de la memoria.