Iván Gajardo Millas, desde Buenos Aires.
En tiempos de tecnofeudalismo, como denomina el economista griego Yanus Varufakis a esta nueva etapa del capitalismo, los libertarios argentinos entendieron temprano la gravitación del mundo digital para ejercer el poder, por lo que es precisamente allí donde desarrollaron su acción política y donde asignan enormes recursos humanos y económicos.
Explotando al máximo la industria del escándalo, sembrando la agenda política de banalidades y distracciones (para “inundar la zona con mierda”, como señalaba Steve Banon, el asesor estrella de Donald Trump), los libertarios parecen haber logrado que una parte significativa de la población trasandina habite mentalmente una “realidad” inmune a los datos, argumentos y hechos y busque referenciarse en las redes sociales.
Se trata, en resumen, de dinamitar las condiciones básicas del debate público, de modo que este quede dominado por la posverdad, las fake news y las teorías del complot, un mecanismo de poder que aunque viene dando muestra de robustez, también es una hendija por la que se cuelan y dejan ver las crecientes diferencias y tensiones al interior de Gobierno.
Fútbol, redes y política
El ya conocido video de Instagram en el que el futbolista argentino Enzo Fernández entona cánticos racistas y homofóbicos contra la selección francesa, que generó un denuncia de la Federación de Fútbol gala ante la FIFA y un pedido de disculpas del futbolista, desató también un escándalo que trascendió por lejos el ámbito deportivo y en pocas horas sacudió la Casa Rosada y el Congreso argentino.
Las imágenes reproducidas en redes pocas horas después de que “la albiceleste” se coronó campeona de la Copa América en Estados Unidos, más la tentación de sacar rédito político de ambos hechos –el triunfo y el controvertido video- trenzaron a varios funcionarios en una comedia de enredos que transparentó las crudas internas, pero también algo más preocupante: el rol policial que empiezan a jugar las redes al interior del Ejecutivo argentino.
Hubo sobrerreacciones para todos los gustos. La primera vino del Secretario de Deportes, Julio Garro, quien fue apartado de inmediato del cargo por reclamar públicamente al capitán del seleccionado Lionel Messi, y al presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia, que pidan perdón por el repudiable cántico.
Por otro lado, en tono diametralmente opuesto, la vicepresidenta escribió un mensaje en la red social X en el que acusó a Francia de “país colonialista” además de expresar su apoyo incondicional a la selección, en un texto de duros términos –pocos días antes de que Milei se reúna con su par francés Emmanuel Macron, lo que obligó a la diplomacia argentina a actuar con premura para calmar las aguas.
El objetivo se logró gracias a una inmediata visita de Karina Milei, hermana del presidente y Secretaria General de la Presidencia, al embajador de Francia, Romain Nadal, para explicarle al representante galo que el mensaje no representaba la opinión del Gobierno, sino apenas una
mirada personal de Villarruel.
El cruce, sin embargo, tensó aún más la ya áspera relación entre Milei y Villarruel, que en siete meses de gobierno fue empeorando progresivamente.
Twitter, comisarios y castigos del deep-libertarismo
Además de los resquemores intramuros, los cortocircuitos alrededor de los cantos racistas volvieron a poner el foco en el poderoso ejército de trolls que funciona al amparo de la Casa Rosada, una mecánica de amedrentamiento online, y también en el surgimiento de poderosas
figuras que parecen ejercer un rol de “comisarios”, con poder para mover funcionarios o aplicar castigos a los díscolos.
El dispositivo, que parte de la prensa argentina denominó “deep-libertarismo” encumbró personajes casi desconocidos hasta hace poco, pero con evidente capacidad para acumular poder.
Uno de ellos es Santiago Caputo, arquitecto del relato libertario con el que Milei enfrenta la “batalla cultural”, sobrino del ministro de Economía “Toto” Caputo y principal asesor presidencial, tras coordinar el equipo de campaña de Milei y el enorme ejército de tuiteros
libertarios.
Sin cargo oficial en el Gobierno, Caputo integra ahora junto a Karina Milei y el mandatario el triángulo de poder en la Argentina actual, y controla los servicios de inteligencia (SIDE), que acaban de recibir –vía decreto- más de 100 mil millones de pesos.
Según detalla el portal “La Política Online” estos fondos, que no tienen controles y podrán ser utilizados discrecionalmente, tendrían como destino dos operaciones políticas delicadas: la compra de un canal de televisión y la contratación de una empresa para el manejo de trolls.
Violencia digital: @GordoDan
El funcionamiento de esa granja de trolls fue transparentando su estilo violento con el correr de los meses, sobre todo tras la irrupción en la red social X del perfil @GordoDan atribuida a un oscuro personaje que en un canal de streaming carga no sólo contra opositores, sino también contra lo que huela a progresismo, homosexuales, travestis y todo aquello que no se ajuste a su ultraconservadora cosmovisión.
Esta cuenta, que según la prensa pertenece al ex empleado sanitario Daniel Parisini comenzó a ser más notoria tras un cruce virtual con el secretario de Agricultura, Fernando Vilella, y una feroz persecución digital inscripta en un estilo bien definido de acción: hostigamiento en redes por parte del ejército de trolls, amenazas y cancelación de cualquiera que ose cuestionar
alguna medida del mandatario, o –como en el caso de Vilella- darle “like” a una publicación opositora de algún opositor relevante.
“Che, @vilellafer, a partir de mañana no formas parte del gobierno”, sentenció @Dan
(https://x.com/GordoDan_/status/1770693861569945681)
Pero lo que llamó la atención fue la respuesta temerosa de Vilella al tono prepotente del tuit. El ahora ex secretario lamentó su “error”, aseguró que pidió las disculpas pertinentes y que el “like” de la discordia (al senador radical Martín Lousteau) se produjo a pesar de que disiente “en casi todo” con el legislador.
La respuesta del GordoDan fue aún más soberbia “No me importa. Llévenselo» y pocos meses después, el Gobierno accedió.
Poco después, también bajo una catarata de amenazas y escraches en las redes sociales por parte del ejército libertario, fueron expulsados del equipo de asesores económicos del Gobierno el empresario textil Teddy Karagozian y el economista Fausto Spotorno por criticar el modelo y relativizar la recuperación económica anunciada por Milei.
Son los nuevos tiempos que corren allende los andes, donde crecen en medios las denuncian sobre operaciones de grupos de choque digitales, que amedrentan a funcionarios y periodistas, bajo el dispositivo señalado, cuya cabeza está en Casa Rosada, pero sin líderes
oficiales ni funcionarios nombrados, por lo que no existe un responsable de carne y hueso.
Parafraseando a Steve Banon, el exestratega jefe de la Casa y que desde principios de julio cumple una sentencia de cuatro meses de una cárcel federal de EEUU, y es a quien se le atribuye el diseño de este tipo de dispositivos: están inundando la democracia con mierda.