Por Gustavo Espinoza M. Perú
Si pudiéramos describir en dos palabras los rasgos distintivos de los que hace gala la señora que ejerce la Presidencia de la República, podríamos decir sin equivocarnos, que lo hace sin rubor y sin vergüenza.
Pareciera, en efecto, que no tiene sangre en la cara cuando asegura que es “la madre del Perú”, que vivimos gozando de una excelente experiencia democrática, que el pais marcha sobre rieles y que ella trabaja las 24 horas del día y los 7 de la semana, sin dormir y sin comer para “atender las demandas de los peruanos”. Ni siquiera dice que su hermano está preso, y su abogado también. Tan sólo falta ella.
Cualquiera podría creer -si no viviera aquí- que el país está en candorosa calma. En otras palabras -y como dice la canción- que la corvina se fríe sola, y el cebiche viene listito con su limón. Nada más lejos de la verdad.
La reciente renuncia del hace poco titular del Interior, lo acaba de confirmar. El señor Walter Ortiz luego de un mes y medio de “gestión” se fue como vino, cabizbajo y en silencio, sin atinar a dar una explicación elemental que justifique su alejamiento. En su Despacho no supo qué hacer para beneficiar a un gobierno que ni siquiera sabe cómo defenderse.
Los peruanos sabemos, por lo menos algunas cosas: Que en lo que va de la gestión Boluarte, el número de pobres ha aumentado en 600 mil con lo que ya se suma en 10 millones en el país; donde de cada diez compatriotas, hay cuatro que no tienen para comer cada día de la semana.
Sabemos también que la desnutrición infantil ha aumentado vertiginosamente, y que la delincuencia ha crecido por todas partes. Y sabemos, además, que las carreteras están abandonadas a su suerte y que los accidentes vehiculares se repiten con una frecuencia escalofriante.
Y sabemos también, que la señora de este oficio es un joyero andante. Usa relojes valorados en 16 mil dólares; pulseras que cuestan 22 mil; aretes de 5 mil y anillos del mismo precio. Y nos dice que los usa “para que el Perú esté mejor representado”. Por esa misma razón se hizo una “cirugía estética”escondida y clandestina, y que no ha sido negada. Se arregla la nariz, pero no la huele, para nada,
Como las reinas de antaño en la vieja Europa, la señora también tiene sus “favoritos”. Y el gobernador de Ayacucho -Wilfredo Oscorima- asoma como el principal, Es él, quien le proporciona las joyas. Y a él le agradece gozosa con jugosas y diversas partidas. Recientemente le giró 182 millones de soles en un solo envío.
Esa suma, equivale al total del presupuesto anual de Madre de Dios, donde el 67% de los niños en edad escolar sufre de desnutrición crónica y donde miles de niñas de 12 años son forzadas a “prestar servicios” en burdeles y casas de cita; donde campea el contrabando y la minería informal, y donde -además- asoman los corredores de la coca con singular frecuencia.
Si no supiéramos que es por otra cosa, podríamos pensar que la señora, sale rodeada de más de 300 policías que cierran jirones y avenidas, para que no la asalten en cada esquina. Pero sale así para que la gente que esté en la calle, no le exprese el repudio que concita su gobierno. Ella, tan valiente para gritar detrás de un micrófono, palidece cuando percibir el rechazo ciudadano.
Los ministros -los únicos que la defienden- dicen cada día que cuenta con respaldo, pero saben que apenas tiene el 5% de aceptación ciudadana; en tanto que los congresistas -con 7%- ya no son los peores, por lo que se dan maña para justificar su complicidad diciendo que “no hay otra salida”. La hay, pero no lo habrán de admitir porque implicaría para ellos, irse también.
Ahora la lucha está planteada en varios frentes, La Mafia Neo Nazi liderada por el fujimorismo, vive empeñada en apoderarse de todo. Con el cuento de enfrentar a los ““Caviares”, busca arrasar con la Junta Nacional de Justicia, apoderarse del Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE, quebrar al Poder Judicial, derrotar al Ministerio Público, disolver los órganos de fiscalización, paralizar los procesos abiertos contra Keiko Fujimori, Dina Boluarte y otros. En definitiva, barrer con el país en todos sus extremos.
Por si fuera poco, busca reponer a Patricia Benavides, blindar a los congresistas que tienen cuentas pendientes con la justicia -son 87, de 130- y manejar a su antojo el escenario nacional para asegurar su “victoria” en cualquier consulta ciudadana. Y es que ellos no están dispuestos a renunciar a nada.
Por lo pronto, aseguraron su “derecho” a la reelección, su posibilidad de acceso al Senado. Y se aumentaron nuevamente sus ingresos argumentando con inaudito desparpajo, que lo hacen “por el alza de los precios”.
Si postular por un partido de izquierda y luego gobernar con la derecha, si enarbolar un programa avanzado y luego aplicar otro reaccionario; configuran una traición, la señora debiera saber que en “La Divina Comedia”,
Dante Alighieri sitúa en el último circulo del infierno a los traidores y los condena. Allí estará ella, sumergida en el hielo y de cabeza, callada y escondida sin reconocer sus culpas. No tendrá escapatoria. Seguirá repitiendo que su gobierno no es débil y obligando a su ministro de Economía a pedir perdón al Congreso por “la tranquilidad pública”.
La obsecuencia y el servilismo son sus signos.