Te sorprenderá saberlo. ¡¡Viva la Historia!!
Arturo Alejandro Muñoz
Todas estas disquisiciones de la actual situación política chilena traen a la memoria el desarrollo trágico y siniestro de la política nazi en las décadas de los años 1930-40, específicamente en los terroríficos campos de concentración donde –de manera hábil y detestable- los dirigentes del partido nacionalsocialista alemán (particularmente los jefes de las Tropas de Asalto o SS y de la Gestapo) extrajeron de las filas de los prisioneros a ciertos elementos para entregarles la repudiable responsabilidad de “cuidar y ordenar” al resto de los detenidos.
Esos individuos, generalmente propietarios de actitudes violentas y métodos brutales, se les conoció con un nombre o apelativo que en el curso de los años fue cambiando hasta adquirir erróneamente cierta fisonomía de buen talante social. Eran los kapos.
Los kapos no eran nazis, y tampoco eran alemanes; se trataba entonces de prisioneros deportados por la Wermacht y la Gestapo, pero prisioneros de confianza de los guardias nazis y que gozaban de ciertos privilegios (comían, vestían y recibían mejor asistencia médica que el resto de los detenidos) a cambio de servir incondicionalmente a los amos absolutos, los SS, en todas las tareas al interior de los campos de concentración, incluso en las de asesinos y verdugos.
En Buchenwald, Auschwitz, Treblinka y otros campos de concentración nazis, los kapos eran designados por la oficialidad militar nacionalsocialista la que los elegía de los mismos prisioneros, y actuaron al servicio de los SS y Gestapo más eficazmente que los propios soldados alemanes. Su brutalidad fue inconmensurable, quizá mayor incluso que su traición a la patria, la raza y la humanidad.
Esta colaboración activa de los kapos en las más negras y mortíferas tareas creó un odio mortal de los demás prisioneros hacia ellos, a veces aún mayor que hacia los nazis, porque éstos eran el enemigo y el mundo estaba en guerra. Un enemigo monstruoso, es cierto, pero enemigo al fin y al cabo, mientras que los kapos eran camaradas coterráneos, tan deportados y tan prisioneros como todos ellos, pero que actuaban cual fuerza represiva oficial al servicio de los SS
Para manifestar su odio y desprecio, los prisioneros de los campos de concentración les llamaron kapos, o sea, Kameraden Polizei, camaradas policías.
Hoy, en Chile, en política, ¿cuántos kamaraden polizei están actuando, intercediendo e incluso sufragando por la derecha a través del falso apoyo a un bloque exconcertacionista que, a fin de cuentas, no es sino un apéndice de los grupos capitalistas que dirigen el país desde la época de la dictadura militar? Esto debe preocupar seriamente a quienes se encargan de elegir los cuadros técnicos en cada tienda partidista popular.
En nuestro país se está dando incluso el caso contrario, vale decir, algunos reconocidos y destacados miembros del conservadurismo pinochetista neoliberal y antidemocrático –de esos que en los 17 años de dictadura colaboraron hasta con la DINA y la CNI entregando nombres de chilenos para que el gorilaje los torturase, exiliase o asesinase- hoy se alistan –como verdaderos infiltrados quintacolumnistas- en las filas de partidos que tienen raigambre popular y logran alcanzar cargos, puestos y nominaciones que al mismo pueblo les son vedadas por una dirigencia cuya conducta y acción raya en el estalinismo.