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23 de abril de 2024
El estado de excepción permanente sobre territorio mapuche, específicamente sobre las provincias de Arauco, Biobío, Malleco y Cautín, decretado por el gobierno de Gabriel Boric y renovado sistemáticamente en el Congreso, ha permitido la implantación ya no solo de controles, sino de bases o enclaves militares en las proximidades de territorio en conflicto y cercanía de comunidades mapuche en resistencia.
Por Joaquín Pérrez
Esto como una medida militar de carácter más estratégico y de largo plazo en el intento por parte de los estados chileno y argentino por controlar el último de los levantamiento del pueblo mapuche iniciado en 1997.
En el caso de Chile, además de la abierta y descarada militarización del territorio que hace un gobierno que se presentó a la ciudadanía como de izquierda, viene aparejada una abierta utilización de los órganos judiciales como armas represivas. Esto ya no de forma encubierta, sino pública y abierta, como lo demuestran las reuniones de coordinación entre los órganos represivos del Estado chileno, incluidas instituciones de inteligencia, donde participan también autoridades políticas y judiciales.
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Estas reuniones de coordinación del estado de Excepción, se inscriben dentro de la lógica de la doctrina de seguridad nacional y el enemigo interno, impuesta desde la Escuela de las Américas, que tiene un reguero de violaciones a los Derechos Humanos en nuestro continente, especialmente de pueblos originarios. No es de extrañar que volvamos a ver todos los abusos judiciales por los que ya ha sido condenado Chile en instancias internacionales, como los excesivos tiempos de las prisiones preventivas de comuneros o las sentencias en base a presunciones y no pruebas fidedignas, la aplicación de las pinochetistas leyes de seguridad interior del Estado u organización ilícita, o la utilización de testigos sin rostros a la usanza de la dictadura fujimorista en Perú.
Un ejemplo de ellos son las detenciones de personas públicas que han efectuado vocerías o representan una opinión crítica al actuar del Estado chileno y las empresas forestales en el Wallmapu. Específicamente la detención del ex sacerdote Luis García Huidobro o la doble detención del vocero de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco Malleco (CAM), Rafael Pichun.
El primero, una persona avecindada en la provincia de Arauco, reconocida por su actividad a favor de la causa mapuche y que desarrolla trabajos de restauración ecológica sobre terrenos degradados por la industria forestal.
El segundo, Rafael Pichun, proveniente de una familia de larga tradición política en el pueblo mapuche que se adentra en la época colonial y los parlamentos. Pichun incluso fue detenido dos veces, en forma torpe y ridícula, la primera de ellas declarada ilegal por los propios tribunales de Temuco.
Esta política de golpear a caras públicas y reconocidas del conflicto, no es casualidad y obedece a una estrategia, diseñada desde el Ministerio del Interior y los organismos de inteligencia del Estado chileno, obedece a un plan que pretende ir más allá de la contención de las acciones reivindicadas o atentados como los denominan las autoridades políticas, sino más bien pretende un salto delante de las políticas colonialistas y antimapuche que va más allá del plano militar y pasa al escenario político.
El Estado chileno hoy dinamita todo posible puente de diálogo para dar solución política a un problema político e histórico y pretende a través de la fuerza militar imponer sus términos incluso sobre aquellos que reivindican vías políticas para superación del actual conflicto entre pueblo mapuche y Estado chileno.
Sin duda es una osadía mayor, por parte de quienes detentan el poder político, económico y militar en Chile, elevar a tal nivel sus objetivos estratégicos y no cumplirlos. Les puede garantizar una victoria táctica en este periodo, pero una derrota estratégica a largo plazo.
Uníos dijo Chavez, lo mismo dijo Ngien Giap, y muchos otros también lo han dicho. De la estirpe de la clase trabajadora debe emerger la fuerza que se levante en apoyo del pueblo originario que ha sufrido por cientos de años la persecución, la descriminación, y el abuso. Es cierto, no todos los chilenos apoyan esta causa, es una triste realidad, pero es una verdad que duele. Muchos chilenos prefieren recibir con los brazos abiertos a representantes de monarquías europeas, otrora colonialistas, antes que apoyar una lucha noble y digna como ésta. Claro, no todos se sienten identificados o representados, sin embargo hay personas que son de otros países que están de acuerdo con la reinvdicación de las tierras mapuches, y hay chilenos que tienen una raíz originaria y no pasa nada. Esto pasa porque la cultura occidental ha convertido a muchos chilenos en europeístas queriendo parecerse a ellos usando pantalón pitillo y zapatilla de marca. Pero la verdad es que muchos chilenos de la clase baja, nacidos en población, cabemos parados en la guantera del auto del patrón, empezando por el que escribe. No lo digo despectivamente, sino que mucho chileno hace el ridículo «levantando banderas» de otras países; países que no están ni ahí con nosotros y que solo nos ven como peones del tablero. Pero no se sientan mal compañeros y hermanos mapuche, que habemos quienes si apoyamos su lucha, y les aseguro que no nos quedaremos sentados mirando, vuestra bandera no ha salido a las marchas por mera casualidad, los que la portan envían un mensaje claro y preciso a los que osen pasarse. No permitiremos que este útimo pueblo íntegro pase a formar parte de un museo. Llamamos a todo aquel chileno que se sienta identificado con el pueblo mapuche, que manifieste su apoyo de cualquier forma: por las redes, murales, símbolos, vestimentas, adornos, etc. y se una a las marchas que este pueblo realice en cualquier parte del país. Es lo menos que podemos hacer. Tiene razón el mapuche al sentirse resentido:- Cuando preguntan afuera por el pueblo mapuche lo ponemos por allá arriba, diciendo este es nuestro pueblo originario, pero a la hora de apoyarlo en su justa pelea miramos para otro lado y nos hacemos los tontos, eso se llama ser de cartón-. Somos o no somos, eso hay que demostrarlo. Debería darnos vergüenza que los franceses estén más interesados en el tema que nosotros mismos. Este problema se politizó porque la derecha defendió la propiedad por encima de los derechos ancestrales del pueblo mapuche. La verdadera izquierda defiende el derecho a la autodeterminación de los pueblos y sus territorios, por tanto, el Estado debió considerar aquello antes de vender. De hecho no debió vender algo que no compró. Por otra parte la derecha podría encontrar un frente bastante duro si ve a trabajadores ponerse del lado de la causa mapuche, y los mapuche podrían ver una oportunidad de aumentar sus fuerzas. Suena como del 1600, pero si el enemigo es el mismo, la respuesta debiera ser la misma. O no?