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Reconstruir un partido socialista de masas

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Patricio Guzmán S.

Reconstruir un partido socialista de masas

Socialismo Revolucionario

Comitè por una Internacional de los Trabajadores, CIT en Chile.

Somos tremendamente optimistas, vamos a forjar en los próximos años los instrumentos para levantar el gobierno de trabajadores y el socialismo en Chile y América Latina.

El tiempo histórico ha cambiado a favor de nuestra perspectiva, el levantamiento popular de octubre de 2019 marcó un punto de inflexión, un antes y un después. Quedó atrás la estabilidad capitalista neoliberal y entramos una etapa destituyente.

El levantamiento social de masas que comenzó en octubre de 2019 abrió una situación pre revolucionaria en Chile, cuestionando el modelo social y económico, junto con el régimen político que le da sustento. Ni las campañas de desinformación, la dura represión a un nivel que no se veía desde la dictadura, ni el frustrado intento de controlar la rebelión con los militares en las calles, pudieron poner fin a la rebelión. Recién la llegada del Covid-19 a nuestro país permitió al gobierno retomar el control parcial, y el movimiento social entró en reflujo.

Con el objeto de reconducir la crisis por canales institucionales y retomar el control, las elites dominantes desde la UDI hasta Gabriel Boric consensuaron un Acuerdo para una nueva Constitución que no pusiera en riesgo lo fundamental del capitalismo chileno, pero derecha y Concertación estuvieron dispuestas a entregar lo que hasta entonces parecía inamovible.

Parece claro que la Convención Constitucional, en la que la derecha conservara el derecho a veto con un tercio de los delegados y con un plebiscito de salida de difícil aprobación, haría imposible la aprobación de una nueva Constitución avanzada, que garantice los derechos sociales y privilegie el bien común por sobre el derecho de propiedad.

El Movimiento de masas no fue aplastado

Sin embargo a pesar de los efectos de la pandemia, del reflujo y de la dura represión el rasgo central del periodo es que hasta ahora el movimiento de masas no fue aplastado por la violencia contrarrevolucionaria como ocurrió con el golpe de Estado cívico militar que derroto el proceso revolucionario encabezado por el presidente mártir Salvador Allende.

Los levantamientos de masas, con un elemento revolucionario, y de enorme creatividad que hemos visto en el período reciente han revelado, los límites de la espontaneidad.

La aguda crisis del Capitalismo  

Debemos prepararnos para las tareas que ahora tenemos por delante. La profundidad de la crisis global se refleja en una crisis de la dirección de la clase trabajadora y en el debilitamiento de algunas de sus organizaciones, al mismo tiempo en la posibilidad como no tuvimos en las últimas décadas de reconstruir una fuerza política socialista revolucionaria de masas. En la actual coyuntura, necesitamos comprender plenamente la naturaleza del período en el que nos encontramos y lo que se deriva de él para construir este partido revolucionario.

    Las características de la revolución y la contrarrevolución, están presentes en todos los continentes. La época actual está marcada por muchas incertidumbres y cambios rápidos en la situación internacional, y en cada país. Los 70 levantamientos populares que han estallado en todo el mundo en los últimos años, pero también la emergencia exitosa de partidos populistas de extrema derecha, un fenómeno que no se veía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, son expresiones contradictoria de un miso fenómeno global donde se enfrentan revolución y contrarrevolución.

La profundidad de la crisis también está marcada por una fuerte polarización social y política con brutales consecuencias sociales, incluyendo, en casos extremos, la ruptura de la sociedad. El aumento de fenómenos de dislocación social, como la corrupción político empresarial y la delincuencia se explican por un modelo de sociedad que privilegia la promesa mentirosa del consumo, mientras mantiene en la pobreza y la necesidad, los bajos salarios y pensiones, así como el endeudamiento generalizado.

Sería un error caracterizar este período como simplemente reaccionario, como han hecho algunos. Por otro lado, tampoco es simplemente revolucionario. Hemos visto numerosos levantamientos y luchas de masas que ilustran el potencial de más desarrollos revolucionarios. Nuestro papel es mantener y luchar para fortalecer las fuerzas del socialismo e intervenir para capitalizar todas las oportunidades que se presenten. Es fundamental intervenir en situaciones que cambian rápidamente de forma audaz y con principios, aplicando tácticas flexibles y tomando iniciativas audaces cuando sea necesario.

   Hemos sido testigos de grandes movimientos de masas con características revolucionarias en muchos países, como hemos explicado en documentos anteriores. En esta etapa la clase trabajadora chilena, como clase, no ha surgido de manera organizada como la fuerza dirigente dominante y políticamente consciente en estos movimientos.

Los obstáculos y las complejidades que se derivan de esto todavía tienen que ser superados. Esto se hará mediante una combinación de más experiencia en una serie de luchas en el futuro y nuestra intervención colectiva.

   Junto a estos elementos de revolución también hemos visto grandes elementos de contrarrevolución, reacción y desintegración no se puede desconocer que han surgido rasgos de colapso social espantoso.

El fenómeno de la corrupción social y la masificación de la delincuencia, así como la inmigración masiva que es un acontecimiento nuevo en la realidad chilena, son parte de de una crisis social más amplia en que estamos inmersos.

   En este momento de impasse y profunda decadencia que convulsiona a la sociedad capitalista siguen presentes las consecuencias del colapso de los antiguos estados estalinistas, hace treinta años, y que tan profundo impacto tuvo en Chile. Esto se refleja particularmente en los efectos que ha tenido en la conciencia política socialista y en la organización política de la clase trabajadora, e incluso en las organizaciones revolucionarias. El desarrollo de la «forma única de capitalismo de Estado» de China, que ahora desafía al imperialismo occidental y japonés, ha aumentado la confusión ideológica en algunos países. Existe un bombardeo pro-capitalista por parte de las instituciones del capitalismo de que no hay alternativa al mercado, del que se hace eco una cierta izquierda en sus adaptaciones oportunistas a la sociedad burguesa en programa y acciones.

   La crisis y la profunda polarización de clases que existe han llevado a una capa a concluir que el sistema está podrido y que hay que cambiarlo. En Chile y la mayoría de los países existe una profunda hostilidad y una ira hirviente entre capas significativas hacia la clase dirigente, sus instituciones y partidos políticos. Sin embargo, cuál es la alternativa y cómo conseguirla son las preguntas que aún debemos responder en nuestra teoría y practica los socialistas genuinos. Una minoría, especialmente entre los jóvenes, ya está abierta a las ideas del socialismo revolucionario. A partir de esto y de las capas de trabajadores avanzados, podemos reclutar, construir nuestros núcleos y ganar apoyo.

Tenemos la posibilidad de recuperar rápidamente el atraso en la reconstrucción del Socialismo histórico chileno para estar a la atura de los desafíos que tenemos.

Desorientación y confusión política 

   Sin embargo, el fraccionamiento extremo, el sectarismo, la confusión, la desorientación y la falta de claridad política y teórica es la característica dominante de la mayoría de la izquierda, en esta época.

      En las últimas tres décadas, y los últimos años en particular han visto una renovada capitulación política por parte de la «izquierda» a una escala que no se había visto en todo un período histórico, dada la profundidad de la crisis existente. Tanto el PS oficial como el PC, así como el FA no han conseguido adoptar una posición de clase trabajadora y un programa independiente anti imperialista, ni plantear seriamente la cuestión de una alternativa socialista al capitalismo neoliberal.

      Como consecuencia, en una reacción a las traiciones de los partidos políticos en el pasado y a las formas de organización estalinistas, actualmente existe un fuerte ambiente antipartidista. La idea de formas «horizontales» de organización se refleja a menudo en el apoyo a la idea de autoorganización de la lucha desde abajo, sin estructuras ni dirección, o de la preminencia de lo social sobre lo político. Se expresa muy bien esto en la consigna de “el pueblo unido avanza sin partido”, y en el lastre de la política identitaria que da la espalda a los grandes problemas sociales nacionales más allá de sus propios intereses de identidad (feminista, LGBT, ecologista, animalista etc.) con los cuales no se establece una política coherente interrelacionada. Esto sigue siendo una cuestión crucial, de una u otra forma, y es probable que lo siga siendo en el próximo periodo.

Esta concepción “antipolítica”, sin embargo fue ampliamente derrotada en los años que siguieron a la revuelta popular. Si alguna conclusión cierta puede sacarse de la rica experiencia del levantamiento popular de 2019 y en adelante es la preminencia de lo político, en su interacción con las demandas sociales y la lucha necesaria contra la ideología dominante conservadora en sus distintas variantes.

Hace un siglo Lenin y los bolcheviques también tuvieron que lidiar con esta cuestión. El elemento espontáneo, explicó Lenin, reflejaba una «conciencia embrionaria» y, por lo tanto, era muy importante, pero no es suficiente.

    Una de las tareas más importantes que tenemos es mantener la claridad política y programática. Esto no significa repetir las ideas o las reivindicaciones en una rutina de fórmulas, sino de una manera principista que corresponda a cada nuevo giro de la situación.

    Es esencial que la dirección de nuestro partido en proceso de construcción y los nuevos cuadros que reclutamos y formemos tengan una sólida base teórica. Nuestros nuevos miembros deben ser introducidos en una serie de debates de estudio teórico que cubran los aspectos clave de la historia de nuestro continente y de Chile, de la clase obrera y la teoría e ideología marxista; que les den las herramientas para intervenir eficazmente en la lucha política y social.

   Estamos en una tormenta de confusión política en la izquierda. Los árboles son desarraigados por los vendavales si carecen de raíces fuertes que se hundan profundamente y si son incapaces de doblarse con el viento. Nuestras fuerzas deben estar arraigadas en la teoría y la práctica del socialismo para resistir los vendavales de desorden político y teórico que barren el mundo hoy. Para ello debemos responder con rapidez y flexibilidad a los acontecimientos. El estudio y la discusión teórica fraternal deben combinarse con la acción y la participación activa en la lucha de clases.

Una de las tareas cruciales que tenemos es difundir la claridad programática para desafiar las ideas y las políticas erróneas de nuestros oponentes de la distintas «izquierdas».

Los partidos tradicionales y las nuevas formaciones de izquierda

Los partidos de «izquierda» que existen en Chile son variados en cuanto a ideas, programa e influencia. Al igual que el conjunto de partidos políticos están en franco retroceso, han perdido su papel como fuerzas de intermediación en la sociedad, y carecen de la mística revolucionaria para la transformación de la sociedad. Como consecuencia el número de sus militantes ha disminuido permanentemente desde que llegaron a una cima con su reconstrucción como partidos de masas en la última etapa de la dictadura.

Los dos más importantes institucionalmente son el Partido Socialista (“social liberal”) y el Partido Comunista. Ambos actualmente en el gobierno. En general son mucho más débiles que en el pasado.

El PS, solo conserva de su carácter socialista el nombre, abandonó completamente nuestra aspiración por el Frente de Trabajadores y el Socialismo, giró profundamente hacia la alianza con los imperialismos occidentales y la legitimización, consolidación del capitalismo neo liberal que heredamos de la dictadura cívico militar de Pinochet y que se profundizó con los sucesivos gobiernos de la Concertación.

El PC huérfano de “modelo” después de la implosión de la URSS, ha profundizado su curso pro capitalista aplicando variantes de la teoría de las etapas, aunque en una nueva forma, abogando en primer lugar sólo por acabar con el capitalismo neoliberal. Insisten una y otra vez en su lema “todos unidos contra la derecha”, Juan Andrés Lagos trasparentó públicamente esto cuando durante el gobierno de la Nueva Mayoría (la Concertación Ampliada) declaró que “el Partido Comunista no lucha por el Socialismo sino por la Democracia”.  Es importante que respondamos a esas ideas.

Como sabemos, estos partidos han actuado como un freno a la lucha de clases y han fracasado en su mayoría en atraer a una nueva capa de trabajadores o de jóvenes a sus filas. Sin embargo, la fuerza numérica y los métodos estalinistas de estos partidos no impiden que se enfrenten a una crisis interna, como ilustra el PC de Chile. Esto puede llevar a un debate interno y a divisiones dentro de ellos.

  Los partidos más nuevos de la izquierda como el Frente Amplio -y Podemos en España, el Bloque de Izquierda en Portugal, Die Linke en Alemania, Francia Insoumise y el PSOL en Brasil- han demostrado no ser aptos para levantar una dirección social transformadora durante esta crisis. Algunos han capitulado ante las presiones de las coaliciones con los partidos burgueses y el mal menor, lo cual es una cuestión importante que debemos abordar en nuestra reflexión. Todos se han limitado a un pálido programa reformista dentro de los límites de un capitalismo reconfigurado

    La crisis política de la «izquierda» también se ha reflejado en la extrema izquierda. En general, las organizaciones de izquierda radical se han visto envueltas en debates, escisiones y fragmentaciones como todos los partidos políticos en general.  En Chile, de acuerdo con una investigación académica que nos parece bastante plausible, hay miles de grupos y colectivos políticos y político-sociales que en promedio solo tienen 6 militantes. Claramente reflejan un estado de opinión y un deseo militante de una capa de la sociedad, al tiempo que son completamente ineficientes. Muchos de estos grupos pasan rápidamente del sectarismo al oportunismo y viceversa. Los más exitosos han conseguido crear pequeñas Pymes de la política, capaces de sobrevivir y mantener sus pequeños aparatos con el recurso de fondos estatales a los que acceden los candidatos y partidos legales. Sin embargo, ninguno tiene la credibilidad, un programa y un proyecto para transformar la sociedad.

Nuestra doble tarea

    Los socialistas genuinos nos enfrentamos a la responsabilidad histórica de reconstruir el socialismo chileno, el movimiento revolucionario y participar activamente en las luchas para construir y reconstruir el movimiento de trabajadores en general. Por eso debemos comprender lo fundamental de nuestra doble tarea: que es luchar por construir nuevos partidos de trabajadores de masas y, al mismo tiempo, el núcleo socialista revolucionario que plantee una clara alternativa socialista para derrocar el capitalismo.

La lucha por transformar y, en algunos casos, reconstruir los sindicatos y otras organizaciones de los trabajadores, la juventud y los pueblos originarios es una parte de este proceso.

 Esto ha sido causado por una combinación de factores objetivos y subjetivos. Por una parte, la profundidad de esta crisis y la incapacidad de la nueva izquierda para afrontar las tareas necesarias está llevando a una capa de la sociedad, que simpatiza con la necesidad de nuevos partidos obreros, a sentirse intimidada o abrumada por la aparente enormidad de las tareas para construirlos.

  Reflejando esta tendencia, algunos están recurriendo a un enfoque semi-sindicalista de concentrarse simplemente en las luchas sindicales o de otro tipo en el día a día para ganar demandas inmediatas.

   En los movimientos que han tenido lugar, y en los que estallarán en los próximos meses o años, es esencial que planteemos las demandas y propuestas necesarias de organización, programa y construcción de partido para avanzar en estos movimientos. Esto implicará una hábil lucha política contra aquellos adoradores pequeñoburgueses del movimiento de masas, que argumentan en contra de las formas de organización combativas estructuradas para conducir la lucha.

 Tenemos que intervenir para alentar a los luchadores a asumir una forma más estructurada, democrática y consciente, vinculada a nivel de ciudad, regional y nacional.

  No debe sorprendernos que, en ausencia de un movimiento organizado de la clase obrera, la desesperación de la situación en algunos países pueda llevar a un resurgimiento de las ideas anarquistas entre sectores de la juventud.

 También tenemos que estar preparados para enfrentarnos a la extrema derecha populista, a las fuerzas fascistas y a las medidas más represivas del Estado

 Es vital que construyamos una dirección políticamente consolidada a todos los niveles que trabaje como un equipo colectivo. Esto significará que en los órganos de dirección tenemos camaradas de diferentes capacidades y talentos.  

Medios de Comunicación

      El papel del periódico o revista, y otros medios, sigue siendo crucial en la construcción del partido socialista revolucionario, y es necesario mantenerlos y desarrollarlos. La producción de un periódico impreso regular es un paso importante necesario en la construcción del partido. Al mismo tiempo, los diarios digitales, las páginas web y todas las formas de medios sociales desempeñan un papel importante.

Formación

La formación sistemática de nuestros militantes y cuadros es una tarea que debemos abordar desde ya. Necesitamos que nuestros compañeros y compañeras cuenten con conocimientos serios, el conocimiento siempre exige un esfuerzo y sacrificio personal, pero ante todo es una construcción social, en la que nuestro partido en construcción debe jugar un papel muy importante.

Trabajo electoral, trabajo social, trabajo revolucionario.

Como partido  que se reconstruye para llevar adelante la revolución social en Chile, no podemos abandonar en manos de nuestros adversarios las diversas aristas que nos permitan adelantar la conciencia, la organización transformadora y construir políticas públicas socialistas en los ámbitos locales, regionales y estatal. Siempre cuidando que converjan en la organización y movilización de masas populares.

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