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Argentina – Con Pablo Stefanoni, sobre la primera vuelta

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Más allá de la sorpresa

La elección del domingo pasado reordenó el panorama político en Argentina de una manera que pocos preveían. De lo que sucedió y de lo que puede pasar Brecha conversó con el historiador y periodista argentino Pablo Stefanoni.

Daniel Gatti

Brecha, 27-10-2023

https://brecha.com.uy/

La remontada del peronismo fue el punto fundamental de la elección del domingo. El peronismo recuperó terreno en varias zonas, sobre todo en sus bastiones del conurbano bonaerense, algo muy asociado a los excelentes resultados de Axel Kicillof, el gobernador reelecto de la provincia. Pero también lo consiguió en regiones del norte y el sur en las que en las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto Javier Milei lo había sorprendido.

Para Stefanoni, doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires, periodista y autor del libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? (Siglo XXI, Buenos Aires, 2021; véase «Cartografía de la derecha “antisistema”», Brecha, 28-V-21: https://brecha.com.uy/cartografia-de-la-derecha-antisistema/), «lo que incidió para que se invirtieran los resultados de las primarias fue que, por un lado, a Milei, como dijeron algunos analistas, le empezaron a “entrar las balas” y que, por otro, el peronismo movilizó a todo su aparato territorial».

Desde 1955, al peronismo se lo ha matado enormidad de veces. La diferencia con otras ocasiones, dice el autor y periodista, «es que en esta también no pocos peronistas pensaban que estaban acabados, pero el aparato se despertó. A Milei, a su vez, le afectaron sus propias declaraciones y las de gente de su entorno más directo. No solo las de ahora, las de después de agosto, sino las anteriores: le empezaron a sacar el archivo, le reflotaron dichos como que entre el Estado y la mafia él prefería la mafia, todo lo que había declarado a favor de la liberalización de la venta de órganos y de armas, sus insultos al papa Francisco. Sobre todo, él no supo trasladar su doctrina “libertaria”, anarcocapitalista, a un proyecto de gobierno más o menos definido». En el último tramo de campaña, piensa Stefanoni, Milei fue muy caótico y pareció sumamente enredado en la explicación de cómo haría para plasmar su medida estrella, la de la dolarización. «Generó temor a un salto al vacío.»

Visto desde fuera de Argentina, puede parecer paradójico que el ministro de Economía de un país que está enfrentando una crisis tan profunda haya aparecido como el candidato que daba más previsibilidad, pero así fue lo que pasó con Sergio Massa. «Desde agosto Massa se calzó el traje de presidente, y ocupar el Ministerio de Economía le permitió en paralelo ordenar medidas que aliviaron la situación de mucha gente, como la reducción de impuestos a los salarios y otro tipo de repartos. De manera despectiva, los medios dijeron que se estaba ante un nuevo “plan platita”, (1) pero esas medidas fueron efectivas.»

Hay otra explicación un poco más micro de lo que pasó el domingo: «En las primarias, el peronismo ayudó localmente a algunos candidatos de La Libertad Avanza (LLA) para debilitar a los de Juntos por el Cambio (JxC), con la idea de que en segunda vuelta le sería más fácil polarizar con Milei. En la primera vuelta del 22 de octubre, lejos de ayudarlo, el peronismo lanzó una campaña más fuerte sobre los efectos de un gobierno de Milei, que quiere pasarle la motosierra al Estado».

De «traidor» a candidato

«Massa es un tipo muy hábil, muy astuto, y un político que tiene una voluntad de poder infinita. A diferencia del kirchnerismo, tiene llegada a muy distintos sectores, incluidos el núcleo del establishment y la embajada de Estados Unidos. Su llamado a la “unión nacional” conecta con las aspiraciones del establishment», piensa Stefanoni.

«Hasta no hace mucho tiempo Massa estaba enfrentadísimo al kirchnerismo, y el kirchnerismo lo odiaba. Después de haber pasado por el gobierno de Cristina Fernández, él rompe con el kirchnerismo, crea el Frente Renovador, en las elecciones de 2015 promete que en caso de llegar al gobierno pondría presos a “los ñoquis de La Cámpora” (la agrupación creada por Máximo Kirchner, hijo mayor de Cristina Fernández y Néstor Kirchner) y acusa a Cristina de corrupta. Los muchachos de La Cámpora cantaban por entonces una canción que decía “todos los traidores se van con Massa”.» Pero en 2019, tras haber jurado muchas veces que jamás regresaría al kirchnerismo, Massa se sumó al Frente de Todos. Como presidente de la Cámara de Diputados, comenzó entonces a tejer lazos con Máximo Kirchner, y en medio de las disputas entre Cristina y Alberto Fernández, y luego de que tanto la vicepresidenta como Kicillof hubieran descartado, por distintas razones, presentarse como candidatos a la presidencia, logró aparecer como una figura de consenso. «La audacia de asumir un ministerio como el de Economía, en plena crisis también le pagó.»

¿Un aluvión sin futuro?

Stefanoni cree que el de Milei es un fenómeno «muy aluvional». «Carece de estructura y grupos orgánicos o sociales que lo sostengan. No tiene un voto fiel, al menos por ahora, y eso lo hace depender mucho de las coyunturas, a diferencia de un Donald Trump, que cuenta con el Partido Republicano, o un Jair Bolsonaro, que tiene detrás a grupos evangélicos y a sectores militares y paramilitares, y agroindustriales y una base sociogeográfica. La candidata de las élites era, además, Patricia Bullrich, no Milei. No quiere decir que no puedan acercarse a él, sobre todo si gana, pero el anarcocapitalismo de LLA no convence a empresarios que viven de la obra pública de un Estado con el que quieren pactar, beneficiarse, comerciar. Milei no dispone tampoco de equipos sólidos y la gente que se le acercó recientemente tiene escasos vínculos entre sí, sus propuestas suenan como muy utópicas, y esa idea de aplicar la motosierra al Estado es generadora de una inestabilidad social a la que las élites temen. No le ven a Milei la espalda suficiente para contener la resistencia social que provocaría en un país con una fuerte tradición de movilización como Argentina.»

Una de las imágenes más curiosas y representativas de la campaña, recuerda Stefanoni, fue la del patrón de una empresa mediana que detectó que gran cantidad de sus obreros jóvenes habían votado por Milei en las PASO e intentó convencerlos de que no lo hicieran el domingo, diciéndoles que sus fuentes de trabajo peligrarían: (2) «Imaginate: un empresario intentando que sus trabajadores no votaran al candidato más promercado…».

«Creo que el fenómeno Milei debe mucho a que tanto el kirchnerismo como el macrismo no han dado respuesta a una crisis que se volvió crónica. Él supo canalizar el descontento y a los jóvenes les llegó también con su figura, su estilo roquero, su prédica contra “la casta”, su peso en los medios. Captó la forma en que hoy circulan los discursos (a través del troleo, de las redes sociales) y supo combinarla con una presencia en las calles, haciendo política como antes hacía la izquierda, con épica.» «Pero una cosa es la rebeldía y otra, gobernar», opina el entrevistado. «Y allí las cosas se le hicieron más difíciles. Milei intentó replicar una tradición totalmente ajena a la cultura política argentina, como el libertarismo de derecha norteamericano. Su defensa explícita del capitalismo salvaje no es algo que en Argentina tantos asuman. No hay, ni siquiera en la derecha liberal, quienes digan abiertamente cosas como que la justicia social es una monstruosidad, como lo hace Milei. También chocó con sus ataques al papa Francisco como “representante del maligno”. Cuando saltó de la economía a la política, de la batalla cultural a la batalla electoral, en 2021, se vio obligado a echar mano a un discurso más amplio y fue ahí que incorporó cantidad de elementos de las derechas alternativas globales sin digerirlos demasiado bien. Alió su anarcocapitalismo con las ideas de una derecha nacionalista dura y la mezcla dio cosas bastante contradictorias.» Para Stefanoni, «la sociedad argentina se ha derechizado electoralmente, sí, pero no tanto como para bancar todo lo que Milei plantea; movimientos como el feminismo son muy fuertes. Mientras era un candidato antisistema lejano a la Casa Rosada se podía jugar un poco a votarlo, pero cuando se acercó a la presidencia ya fue distinto, y hasta se empezó a plantear cuán cuerdo está. El peronismo fue logrando, a su vez, inculcar en los sectores populares que Milei venía a quitar derechos, convocando a una parte del electorado que no había ido a votar en las PASO».

La hora política

«En los próximos días se irán configurando los espacios. El domingo LLA logró 37 diputados [tenía tres] y ocho senadores [no tenía ninguno]. Habrá que ver si Milei logra cohesionarlos y si muestra capacidad de liderazgo. Tendrá que hacer política como no había hecho hasta ahora: por un lado, negociar con el macrismo, con parte de esa “casta” a la que aborreció, y, por otro, moderar su discurso. Pero moderarlo con cuidado. Lo que no puede de ninguna manera es perder su identidad, que fue lo que le pasó a Bullrich durante la campaña. Cuando Milei le gana en las PASO por derecha, Bullrich no supo bien por dónde ir: si moderarse, si radicalizarse. Era ella la populista de derecha, la que aspiraba a captar el descontento social, y Milei la desplazó de ese sitio.»

«Massa deberá, a su vez, maniobrar para garantizarse una victoria en noviembre que para nada está asegurada. El domingo contuvo todo lo que estaba a su izquierda, con excepción del trotskismo [representado por el Frente de Izquierda, con Myriam Bregman a la cabeza]. No presentó fugas por ese lado, aunque lo hayan votado tapándose la nariz. Ahora va a tener que captar entre la derecha moderada no peronista. Tiene la complicación de que la tercera fuerza en disputa, JxC, es muy antiperonista. Pero buscará votos ahí, fundamentalmente en la Unión Cívica Radical, y apuntará a que otra parte del electorado de Bullrich se abstenga o vote en blanco. El reciente apoyo de Macri y Bullrich a la fórmula de la LLA fortalece a Milei, pero lo hace dependiente del expresidente. Ya no habla de la “casta” política, sino de unir al antikirchnerismo. Mientras tanto, JxC corre el riesgo de estallar.»

El espacio kirchnerista

El kirchnerismo conserva tras estas elecciones un peso político considerable, con un bloque parlamentario fuerte y un relativamente amplio poder territorial, sobre todo en las intendencias. Pero, opina Stefanoni, tiene un problema: su relato no ofrece la épica entusiasmante que ofrecía años atrás: «La propia Cristina está haciendo política operando por detrás del tinglado, y sus bases muchas veces le demandan más fuerza por el lado del relato».

Esta es la tercera elección en la que el kirchnerismo no presenta candidatos propios: no lo fue Daniel Scioli, no lo fue Alberto Fernández, no lo es Massa. «Del gobierno de Alberto se sintieron ajenos muy rápidamente, aunque Cristina fuera la vice y tuvieran ministros, y hasta hace poco a votar por Massa lo veían como una humillación ideológica. El cerebro termina, es cierto, racionalizando todo, y el resto lo hace el verticalismo peronista. Lo que compensa este panorama –no del todo, pero sí un poco– es la muy buena elección de Kicillof en la provincia de Buenos Aires, que puede proyectarlo a futuro como presidenciable. Si así sucede, podría llegar a nacer una tensión con Massa, si a Massa le va bien en noviembre y después, pero eso ya es otra historia.»

Para Stefanoni está por verse qué sucederá globalmente en el peronismo, «un movimiento muy gelatinoso que, cuando encuentra un líder, lo sigue». «El kirchnerismo ha sido en ese sentido una anomalía: ha pervivido como fracción. El menemismo no sobrevivió cuando Carlos Menem dejó la presidencia, y no hubo un duhaldismo sin Eduardo Duhalde en el poder. ¿Hasta dónde Massa conseguirá, si gana, reordenarlo durablemente y en una dirección que sería de centro, si no de centroderecha? Es la gran pregunta. Y si en noviembre pierde Massa, ¿qué tipo de reorganización se operaría en el peronismo en un momento que sería sin duda muy crítico?»

La crisis del kirchnerismo, por otra parte, dice el entrevistado, es también la del populismo de izquierda en América Latina: la de Evo Morales en Bolivia, la de Rafael Correa en Ecuador: «Siguen siendo sectores fuertes, minorías grandes, pero ya no tienen la capacidad de irradiar un discurso potente, de construir mayorías».

A la izquierda

«Hay otro dato fuerte: nunca como hoy el peronismo contuvo en su seno a tantas izquierdas distintas, incluidos grupos maoístas y el Partido Comunista. El Frente de Todos logró englobarlas. El buen resultado relativo que ha obtenido el trotskismo en los últimos años se explica por qué es la única expresión dela izquierda política que ha permanecido fuera del peronismo. Pero el trotskismo no sabe bien qué hacer cuando consigue un capital electoral. Es una izquierda que ha quedado en el reivindicativismo, que no proyecta mucho horizonte de futuro. Combate muy honestamente en el terreno social, sindical, y está muy bien que lo haga, porque a menudo es la única que lo hace, pero como no tiene formas de interactuar con el sistema de una manera reformista y no se avizora ninguna situación revolucionaria… El trotskismo es hoy mucho más que lo que era (tiene cuatro diputados nacionales, durante décadas no tuvo ninguno), pero no parece que vaya a crecer considerablemente más de lo que ya ha conseguido.»

Un «uf» de alivio y poco más

«Entre mucha gente de izquierda que votó resignada por Massa y entre gran cantidad de kirchneristas, el resultado del domingo fue visto simplemente como un alivio. Massa no los ilusiona en lo más mínimo.»

«El hecho de que la rebelión hoy es de derechas no ha cambiado. Globalmente, las derechas alternativas siguen conectando con el descontento social mucho más que unas izquierdas que no consiguen salir del susto ni de una actitud conservadora. Y más allá de si Milei se consolida o no, eso también se verifica en Argentina.»

Notas

1. Medios de derecha llamaron «plan platita» a medidas de relanzamiento del consumo que el gobierno peronista tomó por primera vez en 2021.

2. La escena tuvo lugar en una fábrica de la localidad bonaerense de Berazategui. Hubo crónicas al respecto, por ejemplo, en el diario Página 12 (24-IX-23).

***

Tras el triunfo de Massa en la primera vuelta

Terremoto peronista

A pocos días de la sorpresiva victoria de Sergio Massa, los efectos se hacen sentir con fuerza entre las formaciones de derecha que se oponen al gobierno. Varios dirigentes apuestan a reorganizar las ruinas de lo que fuera la coalición macrista.

Fabián Kovacic, desde Buenos Aires

Brecha, 27-10-2023

Más de 9 millones de votos alzaron inesperadamente al oficialista Sergio Massa como el candidato más votado de la primera vuelta. El ultraliberal Javier Milei logró 7,8 millones de sufragios y quedó segundo. Con el 36,68 por ciento de los votos para Massa y el 29,98 por ciento para Milei, poco menos de 7 puntos separan a ambos candidatos, dato impensado en la previa, en la que se esperaba un resultado inverso. Fuera de competencia quedó Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio (JxC), con un escaso 23 por ciento de votos.

La explicación estadística para semejante resultado hay que buscarla en la provincia de Buenos Aires, en la que el gobernador Axel Kicillof fue reelecto con 44,88 por ciento de votos frente a su rival de JxC, Néstor Grindetti, que obtuvo 26,62. En este territorio la figura de Kicillof traccionó votos para intendentes, concejos deliberantes (juntas departamentales) y también para la fórmula presidencial, dato determinante si se tiene en cuenta que el gobernador creció 8 puntos porcentuales respecto de las primarias del 13 de agosto.

En la noche del domingo, apenas confirmada la tendencia firme en el recuento de votos por parte de la Cámara Nacional Electoral, Massa subió en soledad al escenario de su centro de cómputos en la capital. Agradeció con seriedad los votos, pidió mesura y más militancia de cara a la segunda vuelta del domingo 19 de noviembre, y prometió «terminar con la grieta entre argentinos». Por eso no mencionó a ningún funcionario del actual gobierno, ni a Juan Perón, ni achacó responsabilidades, ni descargó agresiones contra sus rivales. Volvió a mencionar a la familia como núcleo central de la gestión de gobierno y, recién entonces, recibió en el escenario a su familia y a la de su compañero de fórmula, Agustín Rossi, con las cámaras de televisión enfocándolos en primer plano. Para cerrar el guion de la ceremonia, salió al balcón del edificio para dirigirse a la militancia que esperaba sobre la avenida Corrientes y repitió un discurso según el cual el trabajo, la educación y la salud pública serían prioridades de su gestión.

Para Jaime Durán Barba (1), «Massa es el que mejor entendió el sentir y la idiosincrasia argentina en este momento, y por eso ganó y se encamina a ser el próximo presidente», según señaló el exasesor de imagen de Mauricio Macri en declaraciones al diario Perfil. En una mesa de debate de la señal Net.tv en la noche del mismo domingo, Gustavo Marangoni, analista económico y político, calificó la mesura de Massa como su «principal capital político frente a dos candidatos como Bullrich y Milei, que siguen peleando contra un muerto, el kirchnerismo».

En junio, Massa fue ungido como el candidato presidencial por Cristina Fernández, como último recurso, tras una reunión a puertas cerradas entre ambos. Las bases del oficialista Frente de Todos (hoy rebautizado Unión por la Patria) resistieron al candidato y opusieron como alternativa a Juan Grabois para la interna. Tanto los movimientos sociales como La Cámpora y las 16 agrupaciones políticas que conformaban el Frente de Todos plantearon en comunicados oficiales su disconformidad con un candidato al que consideran de derecha. Massa no se amilanó y dobló la apuesta, aceptando el reto de organizar su campaña en soledad. Apostó fuerte y ganó. Ahora espera cobrar en la interna y organizar sin ataduras su próximo gobierno si gana la segunda vuelta. Ya mostró un gesto de poder hacia sus opositores y hacia su tropa: el lunes sugirió a Leandro Santoro, el candidato de Unión por la Patria a la jefatura de gobierno porteña, que se bajara de la segunda vuelta en la capital. Jorge Macri –primo de Mauricio– obtuvo, el domingo, el 49,6 por ciento de votos en ese distrito y solo lo separó del triunfo final un minúsculo 0,4 por ciento. Santoro ha aceptado ahora la derrota y ha dejado el camino allanado para un acuerdo con la Unión Cívica Radical (UCR) porteña, en un gesto de deferencia a Massa.

Oposición quebrada

El resultado de las primarias de agosto para su partido, La Libertad Avanza (el 30 por ciento de los votos), provocó una euforia tal que Milei llegó a especular con ganar la presidencia en primera vuelta. El lunes 23 empezaron las recriminaciones entre su equipo y sus candidatos. Los principales dardos los recibió la influencer y diputada electa Lilia Lemoine por anunciar, en los días previos a la votación, un proyecto de ley para que los hombres puedan renunciar a la paternidad no deseada y por salir del cuarto oscuro, durante la jornada electoral, con las boletas de su jefe en mano. También fue duramente criticado por sus correligionarios el gurú liberal argentino Alberto Benegas Lynch por asegurar que, si accedía al gobierno, Milei cortaría los lazos diplomáticos argentinos con el Vaticano. En el escenario del hotel Libertador, el propio candidato presidencial se encargó de levantar la moral. «Hace dos años no existíamos y ahora estamos disputando la presidencia», sentenció para alejar los fantasmas de la derrota. No solo es cierto ese dato: en las urnas los ultraliberales lograron pasar de dos diputados a 39, más ocho senadores y una docena de legisladores al Parlasur.

Apenas conocidos los resultados, Bullrich reconoció la derrota lagrimeando sobre el hombro de Mauricio Macri en el escenario de JxC. En la mañana del lunes, la UCR porteña, parte de esa coalición, anunció que no apoyaría a Milei en segunda vuelta. Pero el martes, el ultraliberal selló un acuerdo para recibir el apoyo de Bullrich y Mauricio Macri durante una cena en el departamento del expresidente. El miércoles, la plana mayor del radicalismo consideró la coalición opositora disuelta por gracia de ese pacto. Acompañaron esta decisión los diez gobernadores radicales y los intendentes de esa extracción en un comunicado conjunto, en el que no se expresan explícitamente sobre a quién darán su apoyo en la segunda vuelta, pero aseguran que «Milei no es el camino para el país». El senador porteño Martín Lousteau, la diputada Carla Carrizo y el exgobernador correntino Ricardo Colombi afirmaron que votarán por Massa. Lousteau agradeció de esa forma la renuncia de Santoro al balotaje porteño.

Por si fuera poco, Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y líder del ala «moderada» del macrismo –además de ser el dirigente más insultado durante la campaña por el candidato ultraliberal–, aseguró en sus redes que los valores de Milei no lo representan y «no dieron resultado en ningún lugar del mundo». Larreta llevó como compañero de fórmula al radical Gerardo Morales y fueron derrotados por Bullrich en las primarias de agosto. La histórica dirigente opositora Elisa Carrió también acusó a Mauricio Macri de conspirar contra JxC con su apoyo a Milei y aseguró que su partido, la Coalición Cívica, votará en blanco el 19 de noviembre. Carrió, Morales y Larreta dan por terminada la alianza opositora bajo el liderazgo de Macri y se aprestan a reorganizar el polo opositor.

Nota   

1)Consultor ecuatoriano en “estrategias y marketing político”. Fue asesor de Mauricio Macri para las elecciones donde ganó la presidencia de la República. (Redacción Correspondencia de Prensa)

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