Escribe Lukas Gómez, 19 de septiembre 2023
Ayer se celebró el Día de la Independencia Nacional y hoy se celebra el Día de las Gloriosas Fuerzas Armadas en el país de los ‘fakes’.
El 12 de febrero de 1818, se firma el Acta de Independencia, documento mediante el cual Chile declara solemnemente su independencia de la monarquía española. Para ver la fuente haz clic acá.
El 18 de septiembre de 1810 se auto convocaron los más ricos de Santiago en Cabildo Abierto siguiendo el ejemplo de las Juntas de Cadiz, contra la ocupación napoleónica.
Al final de la reunión en la que se nombraron los cargos se redactó el “Acta de la instalacion de la Escelentisima Junta Guvernativa del Reyno”, en la que se encuentran párrafos muy interesante, como este: “Fueron llamados los electos, y haviendo prestado el juramento de husar fielmente su Ministerio, defender este Reyno hasta con la ultima gota de su sangre concervarlo al Señor Don Fernando Septimo y reconocer el Supremo Concejo de Regencia fueron puestos en posecion de sus empleos…”
Y unas líneas más adelante, por si no estuviese clara la felonía y el reconocimiento de la autoridad del Rey, dice textualmente: “Todos los cuerpos Militares, Xefes, Prelados, Religiosos, y Vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha junta instalada asi en nombre del Señor Don Fernando Septimo a quien estara siempre sugeta conservando las autoridades constituidas, y empleados en sus respectivos destinos…”
Si somos serios, no hubo una declaración de independencia el 18 de septiembre de 1810. Puedes leer el Acta si haces clic acá.
¿Y el Diá de las las Glorias Militares?
Es un hecho histórico que España y Chile firmaron parlamentos (equivalente a Tratados entre dos naciones) con el pueblo nación Mapuche en varias ocasiones, los que fueron respetados por los mapuches, mientras que los gobiernos de ambos países no cumplieron sus compromisos ni sus promesas.
En cambio, por parte de Chile, el glorioso ejército, con armamento de guerra lanzó varias campañas de exterminio con mapuches armados con mazas y lanzas, logrando asesinar a dos terceras partes de la población.
Con esa experiencia y armados con fusiles mauser de cinco tiros se fueron al norte a combatir en una lucha desigual contra dos países.
Lo que no se dice es que Chile tenía siete mil soldados bien armados, en contra de solo cuatro mil peruanos, en su mayoría armados con fusiles de un solo tiro y sin experiencia en masacrar pueblos originarios sin armas. ¡Ah! Casi olvido, también participó un regimiento boliviano, los Colorados de Daza, con menos de 600 efectivos. Y después del Combate Naval de Iquique se unieron al ejército casi 70 mil voluntarios. Con esa diferencia de fuerzas, queda poco para reclamar Glorias.
Aunque quizás se refieran a las numerosas masacres de obreros chienos en beneficio de capitales extranjeros, como la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique, o quizas a los militares chilenos asesinados por militares chilenos, como el coronel Eulogio Robles, herido y luego descuartizado por las tropas chilenas vencedoras en Pozoalmonte. al servicio de la Corona Británica y del Congreso anti balmacedista. Y ya que hablamos de descuartizados también sufrieron esa suerte los generales Orozimbo Barbosa y José Miguel Alcérreca en las derrotas de Concón y Placilla.
Si quieres conocer los detalles contado por un combatiente balmacedista haz clic acá.
Pero no solo han descuartizado generales en una guerra civil. También sin guerra, antes y después del Golpe de Estado para robarse todo Chile, nuestras gloriosas fuerzas armadas han asesinado a sus comandantes en Jefe, General Schneider, General Prats, General Bachelet todos por respetar la Constitución y las leyes.
Lo mismo ocurrió con numerosos oficiales siendo el más canallesco el asesinato del coronel Cantuarias, que cuidó a la familia del Genocida Vitalicio Augusto Pinochet, precisamente para que no se supiera que el muy cobarde había pedido que Cantuarias pasara a su familia a la
Argentina si algo le ocurría.
O sea, que Pinochet pensaba que podía ser derrotado por el valor de un puñado de hombres comandados por el mejor de los chilenos, por
un médico de 65 años que ha dado su nombre a pueblos, avenidas, calles, plazas, parques, escuelas, universidades y hospitales en todo el mundo. Pinochet le temía a Salvador Allende. Y los momios todavía le temen.
