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Las sondas espaciales Voyager llevan 45 años de exploración espacial

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Por Adán Salgado Andrade

El 5 de septiembre de 1977, se lanzó al espacio la sonda Voyager 1. Y el 17 de septiembre, la Voyager 2.

La NASA, no tenía previsto que duraran más allá de los 1970`s. Pero lo han hecho y siguen enviando mucha información al Deep Space Network, DSN, “que son una serie de instalaciones en tierra, localizadas en Madrid, España, California, Estados Unidos y Camberra, Australia, que apoyan las misiones espaciales interplanetarias de la NASA, mediante astronomía radial y de radares. Ese DSN es parte del NASA Jet Propulsion Laboratory” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/NASA_Deep_Space_Network).

El artículo del portal Wired, titulado “Voyager 1 y 2, los enviados interestelares de la humanidad, siguen funcionando a los 45”, firmado por Ramin Skibba, dice que “las dos sondas, fueron hechas sólo para llegar a Júpiter y Saturno en los 1970`s. Pero actualmente, todavía siguen haciendo ciencia, ya muy alejados de nuestro sistema solar” (ver: https://www.wired.com/story/voyager-1-and-2-humanitys-interstellar-envoys-soldier-on-at-45/).

Linda Spilker, encargada del proyecto Voyager, en la NASA Jet Propulsion Laboratory, JPL, dice que “estoy fascinada por todo lo que han durado estas naves, Voyager 1 y Voyager 2. Han podido enviar información sobre sitios que ninguna otra nave espacial ha visitado antes. Y ahora son viajeros interestelares. La verdad eso es excelente, ¿no?”, dice a Skibba.

La foto inicial es la de un técnico revisando la construcción de uno de los Voyager, similar a un OVNI, de figura elíptica, un diseño muy de esa época, con la tecnología “de punta” de esos años. Pero, en efecto, han durado bastante, y lo harán unos pocos años más, hasta que sus baterías de plutonio radioactivo duren, las que “han ido disminuyendo su carga unos cuatro watts cada año, por lo que se han tenido que desconectar aparatos no esenciales a sus misiones de exploración. Y eso, agregará un par de años a su funcionamiento o quizá hasta otra década más”.

Prueba de que se pueden hacer cosas muy duraderas en este sistema capitalista salvaje que, generalmente, fabrica todo con una obsolescencia programada, para que duren un cierto tiempo las cosas, cada vez más poco. Pero esas sondas, son excepcionales.

En 1989, ya habían pasado Saturno, Urano y Neptuno y revelado interesantes detalles de las lunas de tales planetas. En 1990, cuando ya se pensaba que no seguirían trabajando, el Voyager 1, giró y tomó una foto de la Tierra, a la que el astrofísico Carl Sagan (1934-1996) denominó Pálido Punto Azul. De lo pequeño que se veía nuestro planeta a esa lejanía.

“Vean de nuevo ese punto. Eso es aquí. Esa es nuestra casa. En ella, todos a los que aman, todos a los que conocen, todos de quienes han oído hablar, todos los humanos que han existido, allí han vivido sus vidas”, declaró sobre esa famosa foto, “tan o más famosa que la que la misión Apolo 8 tomó el 24 de diciembre de 1968 desde la órbita lunar” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Earthrise).

Las dos sondas ya rebasaron la llamada heliósfera (también llamada heliopausa), que es la capa más externa del Sol y es la “cavidad formada por el Sol, y el medio estelar que lo rodea. Esa capa, protege al Sistema Solar de radiación cósmica ionizada y tiene la forma de una vasta burbuja” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Heliosphere#Heliopause).

El Voyager 1, tiene todavía cuatro instrumentos que siguen operando y el Voyager 2, cinco, y ahora “tienen una nueva misión: medir la fuerza del campo magnético, la densidad del plasma y la dirección de las partículas cargadas, del ambiente en el que se encuentran viajando. Suzanne Dodd, otra científica del JPL, dice que ‘queremos medir los efectos solares, mientras más se alejan del Sol, cómo interactúa la heliósfera con el espacio interestelar’. El Voyager 1, está a 23,360 millones de kilómetros, en tanto que el Voyager 2, a 19,360 millones. Como perspectiva, la estrella más cercana está a unos 40 billones de kilómetros (40,000,000,000,000)”.

Así que, como ven, en términos de distancias estelares, no han recorrido, en realidad, casi nada esas audaces sondas.

Pero cuando dejen de funcionar, de todos modos, van a seguir cargando un disco metálico cada una, en donde varios artistas y científicos, “empacaron música, sonidos naturales, mensajes, fotos y más, así como aparatos para tocarlos y las instrucciones para operarlos. El ambicioso proyecto, busca contar la historia de la humanidad, a qué aspiran los humanos y sobre nuestro mundo. También se incluye música de Bach (1685-1750) y Chuck Berry (1926-2017) e imágenes de familias, casas y los avances científicos. Su objetivo es responder preguntas de los que los hallen, ¿qué seres los enviaron?, ¿cómo se ven?, ¿cómo actúan?, ¿cómo era su planeta? Como si fuera un autorretrato”, dice Skibba.

Quizá sean hallados dentro de millones de años, “cuando los humanos, ni siquiera existan, como si se hallara un fósil de lo que fuimos”.

Ya hay algunas otras sondas que se han lanzado recientemente, como la Galileo, Juno, Cassini, la Huygens, de la Agencia Espacial Europea, así como las que se están planeando, tales como el Europa Clipper, Dragonfly, ESA’s JUICE y viajes potenciales a Urano y a la luna de Saturno, Encélado, en busca de vida. Pero hasta ahora, las Voyager son las que se han mostrado más duraderas.

Recientemente, los datos que enviaba la Voyager 1, de telemetría, llegaban distorsionados. Pero era porque la computadora que los estaba enviando, estaba mal, así que se hizo el cambio a otra que funciona bien. “No es fácil hacerlo, tomando en cuenta que cada mensaje toma casi 22 horas en ir y venir, pero siguen las dos muy saludables”, dice Spilker.

Las Voyager fueron antecedidas por las sondas Pioneer, que fueron lanzadas once, entre los años 1965 y 1973, cuando se lanzó el Pioneer 11. “La diez, fue la última que envió señales, la última de las cuales se registró en enero del 2003, treinta años después de su lanzamiento” (ver: https://www.nasa.gov/centers/ames/missions/archive/pioneer.html).

Esas Pioneer, llevaban algunos mensajes en placas metálicas, pero no con toda la información que los discos que portan las Voyager contienen “y que quizá algunos alienígenas encuentren un día”, dice Jim Bell, científico planetario de la Universidad de Arizona. “O puede ser que seamos nosotros mismos, los que dentro de millones de años los hallemos. Quizá pensemos que esas naves y ese legado hayan sido lo más fascinante que hicimos”, agrega.

O quizá sean hallados por otra futura civilización, más racional, menos destructiva, que se pregunte qué llevó a la destrucción, al maravilloso planeta que esos discos describieron.

Contacto: studillac@hotmail.com  

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