UNA TAREA CENTRAL DEL GOBIERNO DE GABRIEL BORIC: DEMOCRATIZAR LA DEMOCRACIA.
Juan Carlos Gómez Leyton,
Dr. en Ciencias Sociales y Política, Director Académico CIPPSAL
“Nuestro proyecto…. significa
avanzar en más democracia”
(Gabriel Boric, 19-12- 2021)
Hemos llegado al fin de un largo proceso electoral que termino con el triunfo del abanderado de la centro-izquierda, Apruebo-Dignidad, Gabriel Boric. Con él debiera iniciarse un nuevo período de la historia política y de la democracia en Chile. Cabe, entonces, preguntarse ¿qué período se inicia? Por cierto, ese período no tiene nada dibujado ni diseñado. Es un período abierto, en el cual todo puede ser posible. Ese es uno de los principales desafíos que tiene el gobierno de Gabriel Boric.
Este período como el nuevo gobierno debieran ser la puesta en marcha de una nueva transición política. Una transición entre la “DEMOCRACIA PROTEGIDA” y la “DEMOCRACIA SOCIAL PARTICIPATIVA”; una transición entre un ESTADO NEOLIBERAL SUBSIDARIO a una forma de ESTADO SOCIAL DEMOCRÁTICO; una transición entre un ECONOMÍA DE LIBRE MERCADO AUTOREGULADO a una ECONOMÍA CON UN MERCADO REGULADO; una transición entre UNA ECONOMÍA EXTRACTIVISTA a UNA ECONOMÍA MINERA SUSTENTABLE Y RESPONSABLE CON LA NATURALEZA; una transición de la sociedad basada en los DERECHOS DEL CONSUMIDOR a una de DERECHOS SOCIALES, ECONÓMICOS Y LABORALES; una transición desde el PATRIARCALISMO a una SOCIEDAD PARITARIA, etcétera. O sea, las transiciones son múltiples.
Esta nueva transición política e histórica es mucho más compleja y delicada que la anterior, aquella que impulsó el triunfo en el plebiscito sucesorio de 1988 de la opción “NO”. Esta fue una transición política entre un régimen autoritario a una democracia protegida que estaba normada y reglada por la Constitución Política de 1980. La institucionalidad política establecida por los autoritarios cerraba toda posibilidad de cambios profundos en la forma del Estado, del regimen político como de la estructura económica. Los Gobiernos electos democráticamente desde 1990 no tuvieron la voluntad política para abrir los candados que posibilitaban la democratización de la sociedad chilena heredada por la dictadura cívico-militar. Todo lo contrario, los gobiernos Concertacionistas (1990-2010) profundizaron, ampliaron y consolidaron las estructuras de poder de la forma de dominación neoliberal. Durante tres décadas la formación social chilena se transformó en la principal sociedad neoliberal y, hasta 2019, en un modelo para muchos países de la región latinoamericana. Desde esa fecha se trata de una sociedad neoliberal en crisis, agrietado, golpeado, pero aun vigente.
Por tanto, la nueva transición política no se abre con el triunfo de Gabriel Boric sino con la Revuelta popular y ciudadana de octubre de 2019. Una de las principales demandas de la revuelta popular y ciudadana de octubre fue poner fin a las formas de Estado, Mercado y Sociedad, neoliberales. Más de dos millones se movilizaron el 25 de octubre 2019 y más de cinco millones de trabajadores y ciudadanos pararon el 12 de noviembre de 2019, exigiendo el fin del neoliberalismo en Chile.
Ante esa poderosa demanda, como se sabe, la clase política gubernamental como opositora (el conjunto de los partidos políticos del orden) concordaron establecer el Acuerdo de Paz y Nueva Constitución del 15 de noviembre 2019, entre los firmantes de ese acuerdo estaba el hoy Presidente Electo Gabriel Boric. El Acuerdo consistió en “sacrificar” la Constitución Política del Estado de 1980 reformada en 2005 como una táctica específica que buscaba estratégicamente frenar la Revuelta popular y ciudadana de Octubre 2019.
Si bien, el Acuerdo frenó de una u otra manera a la Revuelta, abrió una importante grieta en la dominación institucional del neoliberalismo, la posibilidad de cambiar la Constitución Política de 1980 reformada en 2005. Simbólica y políticamente esta posibilidad se transformó en medio de la pandemia de Covid-19, en el año 2020, en la gran tarea del movimiento ciudadano que se conformó en pos del 15 de noviembre 2019. Así fue ratificado en el plebiscito del 25 octubre de 2020, el 80% de la ciudadanía nacional se pronunció a favor de la opción de Apruebo, es decir, por cambiar la CP80/2005 y hacerlo a través de una Convención Constitucional (CC) elegida íntegramente por la ciudadanía. El 15 de mayo de 2021, con una menor participación electoral de la registrada en el plebiscito de entrada, fueron electos 155 convencionalistas.
La elección de convencionalistas es, lejos, la elección más democrática de todas las que se han registrado desde 1989 a la fecha, incluyendo, la del domingo 19 de diciembre de 2021. Dicha condición democrática obedece a tres aspectos que no fueron considerados para la elección parlamentaria y presidencial de noviembre de 2021, a saber:
1.- Paritaria, es decir, la convención introdujo la condición de paridad entre hombre y mujeres en la composición de la CC. Igual número de mujeres y hombres.
2.- Escaños reservados para los pueblo originarios y
3.- La concurrencia de listas de independientes con bajos umbrales de ingreso.
Estas tres reglas establecidas para la elección de las y los convencionales produjeron una representación política radicalmente distinta a la que se habían registrados en los últimos parlamentos nacionales. registrándose una significativa derrota de los partidos políticos del orden, especialmente, los vinculados a la exConcertación (Democracia Cristiana, Partido por la Democracia, Radical Social Demócrata y, salvo relativamente, la situación el Partido Socialista de Chile), los partidos de la derecha, UDI, RN y Evoli, no logaron obtener un 1/3, para constituirse, como era su objetivo, en el principal obstáculo para la redacción de la nueva Constitución. Mientras los partidos de Apruebo-Dignidad, la alianza del Frente Amplio con el Partido Comunista de Chile y otros, recibían un importante apoyo electoral. Sin embargo, lo más relevante de la elección de la CC fue el arribo de los sectores independientes, especialmente, de las y los convencionalistas de La lista del Pueblo, entre otros grupos de independientes.
La composición política y ciudadana de la CC abrió el 15 de mayo de 2021 un nueva coyuntura dentro de la gran coyuntura crítica abierta en octubre de 2019. En cierta forma la correlación de fuerzas manifestaba las tendencias que se habían observado en la Revuelta, aunque el predominio de sectores pro-liberales y capitalistas democráticos anunciaban que la CC no se perfilaba como un instrumento político para el cambio histórico estructural de carácter anticapitalista. La mantención de la regla de los 2/3 para la aprobación de las reglas y normas de la nueva Constitución refleja el predominio de los sectores “conservadores”. La CC, más allá, de los obstáculos y falta de apoyo logístico y político del gobierno de S. Piñera, hasta el día hoy, ha tenido mucha cautela y mesura política al proponerse los cambios institucionales que la sociedad chilena requiere, por ejemplo, para profundizar la democracia o para poner en jaque, efectivamente, el poder del capital neoliberal. Esta posición, tal vez, obedecía al hecho que la CC está controlada por el poder ejecutivo y el poder legislativo. Hasta hoy, diciembre de 2021, luego de cinco meses de trabajo la ciudadanía está a la espera de los primeros resultados sustantivos de la CC.
La elección de Gabriel Boric, con un importante respaldo popular de 4.620.671 votos, con el 55,87%, de los votos válidamente emitidos, abre una nueva coyuntura en el hacer de la CC.
Pero antes de pasar analizar ese punto, habría que decir, también, que si bien la votación obtenida por el candidato de Apruebo-Dignidad, es muy relevante en comparación con las últimas elecciones presidenciales, pues quebró la tendencia a la abstención, registrándose una participación récord desde la existencia del voto voluntario con un 55,65% del padrón de electoral situado en los 15.030.974. Dejando de lado la ficción electoral del Servicio Electoral, el apoyo social, ciudadano y electoral del nuevo presidente es de un 30,74%, considerado todo el padrón electoral. En otras palabras, hay un 70% de ciudadanos y ciudadanas que no votaron por Boric, un 24,28% lo hicieron por Kast; y un 45%, no lo hizo, no eligió. En otras palabras, no votaron ni por Boric ni por Kast. Tengamos presente, que el presidente Piñera, asumió su gobierno en marzo de 2018, solo con un 26.46% de apoyo ciudadano. O sea, el 74% de la ciudadanía era opositora o indiferente.
Si bien, Boric, obtuvo una gran votación con una muy alta participación electoral, las oposiciones que se podrían construir a partir del 70% que no lo voto pueden ser muy significativas. Pero, también, de todos aquellos sectores ciudadanos, especialmente, los sectores populares, trabajadores, pobladores, la plebe, que en esta ocasión voto por él, como un mecanismo de frenar al protofascismo o el pinochetismo que representaba José Antonio Kast, el candidato de la derechas autoritarias y neoliberales nacionales.
Es interesante constatar que la conformación de los tres tercios electorales ciudadanos que había identificado en finales de la década de los años noventa del siglo XX se mantienen con guarismos distintos pero allí están, a saber, la derecha pinochetista, autoritaria y neoliberal mantiene una adhesión relevante y preocupante, pues, su clara orientación antidemocrática es muy fuerte al interior de la sociedad chilena, ellos representan el 26,46% de la ciudadanía; la centro-izquierda, el progresismo socialdemócrata, de Boric, el 30,74% y los abstencionistas, especialmente, el abstencionismo estructural como el de los sectores subpolíticos; lo que he denominado, el partido de las y los no electores, que conformo en 1997, siguen siendo, mayoría nacional, con el 45%. Allí están los tres tercios. Por cierto, en esta oportunidad, las y los ciudadanos que entran y salen entre procesos electorales, fueron decisivos en la elección de Boric, pues, nuestros cálculos, nos decían que, para ganar en la 2V, debían ingresar sobre un millón de nuevos electores. E, ingresaron, 1.250.000 electores. En todas las regiones del país aumentó la participación. Pero, la más significativa, por su densidad poblacional y peso en el padrón electoral, fue la Región Metropolitana (RM). Aquí, las comunas populares, le dieron el triunfo a Boric.
En la RM, Boric, partía con 892.528 votos que había obtenido en la 1°V, en la 2°V, obtuvo 2.063.327, o sea, 1,170,799 más. Estos nuevos votos se componen por los 294.981 obtenidos por Yasna Provoste, por los 256.694 obtenidos por Marco Enríquez-Ominami y, tal vez, los 51.162 de Artés. Que sumados subían la votación de Boric a 1.495.320. Por tanto, en la RM, Boric, sumo 568.007. En otras palabras, la RM aporto el 45.44% de los nuevos votos.
Más allá de las estadísticas electorales que, por cierto, son centrales, para entender porque el candidato de Apruebo-Dignidad, obtuviera tan contundente victoria. Esos son los datos objetivos y duros. La pregunta de fondo que debiéramos formularnos: ¿qué hizo que un 1.250.000 ciudadanas y ciudadanos, decidieran votar por él?
Muchas subjetividades, sensibilidades, emociones, etcétera. Pero, tal vez, la idea fuerza de que el “pinochetismo” o “el fascismo” se venía con Kast. Factor miedo. O, la esperanza, que con Boric era la posibilidad real y efectiva de que los cambios que la sociedad chilena requiere con urgencia se van a poner en marcha. Esa es la ilusión.
Esa ilusión, entusiasmo y alegría que millones expresaron el domingo 19 de diciembre al caer la noche, puede ser solo un espejismo que puede desaparecer muy pronto si el nuevo presidente electo y su equipo no se ponen a trabajar de cumplir con los deseos, las ilusiones y esperanzas de los 4.600.000 ciudadanos que entregaron su apoyo la alianza Apruebo-Dignidad.
Hace 32 años la ilusiones, las esperanzas y alegrías de más de aproximadamente 3 millones y medio de chilenos y chilenas que se entusiasmaron y apoyaron las promesas que Patricio Aylwin realizó en la noche del triunfo de la Concertación en las elecciones presidenciales de diciembre de 1989, se vieron frustradas. Y, si aceptamos como valido lo expresado en octubre de 2019 por la rebelión popular y ciudadana, que esta era una protesta colectiva, justamente, por el incumplimiento de la “promesa que había llegado la Alegría” y que todo fue en “la medida de lo posible”. Por eso, la consigna, “no son 30 pesos, sino 30 años”, expresa la vigencia de la principal “obra” del pinochetismo: la sociedad neoliberal.
Cabe señalar que el “pinochetismo” no existe, ni es una doctrina política, ni siquiera alcanza para ser una forma de pensamiento político. Pinochet, no tenía esa capacidad intelectual. Era un tosco dictador. Pero, contó con la participación y el asesoramiento de un grupo de “intelectuales” como Jaime Guzmán E. entre otras, quienes elaboran y diseñan un nuevo tipo de regimen político de orientación autoritaria, a saber, la democracia protegida, vigente en Chile de 1989 hasta hoy. De un tipo de sociedad, la sociedad neoliberal, dominante desde los años ochenta del siglo XX. Y, de una cultura, centrada en lo individual. En fin, el “pinochetismo”, pervive en esas formas sociales, políticas, económicas y culturales. Y, para desgracia de todos, esas formas siguen vigente. Lo que Kast buscaba restaurar era la parte “operativa” de la dictadura cívico-militar, los mecanismos y los dispositivos de represión, vigilancia y control. Eso fue derrotado el domingo 19 de diciembre.
Lo que está en duda, lo podemos expresar de la siguiente forma: el gobierno de Gabriel Boric, va a poner, definitiva, en marcha la desestructuración de la sociedad pinochetista, o sea, la sociedad neoliberal. Pues, la historia enseña que los gobiernos de la Concertación por la Democracia (Patricio Aylwin, 1990-1994; Eduardo Frei, 1994-2000; Ricardo Lagos, 2000-2006; Michelle Bachelet, 2006-2010) no lo hicieron. Todo lo contrario, consolidaron el padrón neoliberal. Tampoco, lo hizo la Nueva Mayoría (2014-2018) y menos los gobiernos de la derecha. Estamos nuevamente frente a la misma interrogante, el gobierno de Boric, va a comenzar a desestructurar el neoliberalismo en Chile. Esta es la gran interrogante. Pues, ningún gobierno progresista del ciclo (1998-2015) lo hicieron completamente, solo parcialidades muy superficiales. La estructura del poder neoliberal no fue tocada, salvo en Venezuela, algo en Bolivia.
Como hemos dicho en otro lugar, la elección presidencial y parlamentaria de noviembre 2021 constituyó la última elección de la democracia protegida. Ayer 19 se cerró, tal vez, ese particular regimen democrático. Con el triunfo de Boric se abre la posibilidad de modificarlo radicalmente.
Para ello se requiere que el nuevo presidente establezca una alianza política fuerte con la Convención Constitucional y, especialmente, con todos aquellos sectores que quieran modificar el actual regimen político.
Dado que la distribución de fuerzas políticas que produjo la elección parlamentaria se traduce en un “empate catastrófico”, entre los conglomerados de derecha, por un lado, y la centro-izquierda, por otro; volverá, inoperante la gestión del próximo nuevo gobierno. Fundamentalmente, porque hasta que no se cambia la Constitución Política vigente, los quorum de votación son muy altos, se mantiene, los 2/3. El gobierno de Boric es completamente un “gobierno dividido”.
Para quebrar ese “empate catastrófico” que beneficia a los sectores conservadores y reaccionarios del país. Es decir, la derecha en cierta forma logró en las elecciones parlamentarias recomponer su “poder veto”, los caminos para ello son dos, por un lado, la movilización social activa para hacer posible el gobierno de Boric. Y, en segundo lugar, la que anunciábamos más arriba, transformar a la CC que un instrumento político efectivo para el cambio político e histórico.
Pensamos que la primera opción no será la elegida por Apruebo-Dignidad. Su posición política será por la desmovilización social y política de las ciudadanías en movimiento y buscarán afanosamente el diálogo y el consenso político con los grupos de poder y de oposición, en otras palabras, la negociación y la articulación de grandes acuerdos, inclusivos, pero, sin movilización ni gentes en las calles. En consecuencia, aquí se abre una estructura política de oportunidades, para impulsar el acuerdo al interior de la CC.
En cierta forma el futuro político de los cambios institucionales que requiere Chile no depende del ascenso al gobierno de Gabriel Boric en marzo de 2022, sino que depende de lo que haga este, desde hoy hasta marzo 2022.
Para ello como lo decía más arriba debe iniciar un trabajo directo con la CC con el objeto de impulsar resueltamente el cambio de regimen político para reemplazar la democracia protegida. Esa es la transición política fundamental. Si no lo hace, su elección no servirá de nada.
El instrumento de ese cambio es la CC, quien debe procurar cambiar “sustantivamente” las instituciones políticas actuales. De acuerdo a las disposiciones establecidas en el Artículo 138. De las normas transitorias, del Capitulo XV de la Constitución Política de la República referido a la Reforma de la Constitución y del Procedimiento para Elaborar una nueva Constitución, entrega tres normas a la CC para impulsar el cambio del regimen político, esta son: “La convención podrá establecer disposiciones especiales de entrada en vigencia de algunas de las normas o capítulos de la Nueva Constitución. La Nueva Constitución no podrá poner término anticipado al periodo de las autoridades electas por votación popular, salvo que aquellas instituciones que integren sean suprimidas u objeto de una modificación sustancial.”
He aquí la clave para transformación del actual regimen democrático protegido establecido en la CP80/2005. Son seis instituciones que si el gobierno de Boric y la CC quieren realmente realizar una exitosa transición política entre la democracia protegida y una democracia liberal progresista. Se deben cambiar:
1.- El regimen presidencial e instalar un regimen semi presidencial. Hay diversos modelos políticos de semi presidencialistas. La idea es reducir el “poder” del ejecutivo, en sentido que sea un poder equilibrado con el “legislativo”. Actualmente, el Presidencialismo es agobiante y reduce significativamente el poder del “legislativo”. En Chile todo se presidencialista.
2.- Terminar con un el Congreso Nacional bicameral establecer una sola cámara: la cámara de los representantes directos del pueblo.
3.- Establecer que todas las elecciones serán de carácter paritaria, con participación de los independientes y con escaños reservados para los “pueblos originarios”.
4.- Poner fin al monopolio de la representación por parte de los partidos políticos. Establecer que tanto los (a) los movimientos sociales, (b) las organizaciones ciudadanas territoriales y (c) los partidos políticos pueden presentar candidatos a los cargos de elección popular a nivel local, regional y nacional.
5.- Cambiar la forma de representación política: abandonar la representación por delegación y establecer la representación por mandato.
6.- Modificar la forma de calcular los apoyos electorales. Debe abandonarse la fórmula que no considera la totalidad de las y los ciudadanos si no solo los votos válidamente emitidos. Transformando de esa forma a las y los abstencionistas en actores políticos del sistema democrático. El abstenerse es también una forma expresar una opinión política.
7.- Y, por último, establecer, un quorum mínimo de participación ciudadana en los procesos electorales.
Instalar estos siete cambios institucionales sustanciales en la nueva Constitución implicaría modificar radicalmente el actual regimen político: sería democratizar la democracia.
Estas modificaciones debieran ser asumidas por el nuevo el presidente electo Gabriel Boric e impulsarlo a través de la Alianza Apruebo-Dignidad en la CC. Trabajar para unir las posiciones que hoy allí se expresan para aprobar ese conjunto de normas se requieren 102 votos. El presidente electo con sus nuevos aliados políticos contaría con 97 convencionalistas. O sea, con una posibilidad abierta para lograr varios de los puntos antes señalados.
De lograr introducir algunos de esos cambios se podría estar modificando no solo el regimen sino, también y, sobre todo, los periodos de las autoridades electas en noviembre pasado. O sea, en otras palabras, la aprobación de la nueva Constitución debiera establecer y convocar a nuevas elecciones para que los representantes que ocupen los nuevas instituciones sean elegidos con reglas e instituciones democráticas y no con el resabio de las instituciones autoritarias.
Estos cambios también van a tensionar la existencia de los distintos partidos políticos que apoyaron a Boric en el SV que se vieron beneficiados por las reglas y normas que rigen los torneos electorales de la democracia protegida. Todos aquellos que obtuvieron representación política tanto en la cámara de diputados o en la de senadores y que tienen representación en la CC, estarán dispuestos a votar y aprobar instituciones y reglas que, indudablemente, van a dejarlos en una situación más que incomoda. Estos partidos políticos que demandaron el voto popular para defender a la democracia estarán dispuestos a abandonar sus puestos logrados en función de la democratización de la democracia, me refiero a los partidos y grupos que conforman el Frente Amplio, al Partido Comunista de Chile, a los partidos Socialista, por la Democracia, Democracia Cristiana, Partido Radical, entre otros.
Considero que esta es una de las primeras transiciones de las que anunciábamos arriba que debiera comprometerse el presidente electo Gabriel Boric. Y, pienso que esta será la prueba de su blancura, de su progresismo, y de su voluntad real efectiva de querer salir, primero del regimen político que durante 33 años estuvo al servicio de la dominación y la hegemonía neoliberal.
Una primere señal que debiera dar Gabriel Boric es que no va a continuar con la democracia protegida. Para no referirnos a las otras que dicen relación con la patrón de acumulación neoliberal.
Las grandes alamedas no están abiertas para que los hombres y mujeres libres la transiten, aunque el presidente electo cite una y otra vez, al presidente mártir Salvador Allende, estas aún continúan cerradas.
San Joaquín, 20 de diciembre de 2021.
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